“La música me salvó la vida”: Bahía le rindió homenaje a la Negra Acosta
Luego de 38 años de carrera, la bahiense agradeció el reconocimiento y remarcó que la ciudad “está sobrada de buenos artistas que se van perdiendo en el olvido”.
Periodista y técnica en Comunicación Digital. Desde 2022, integra el equipo de redacción de La Nueva., donde cubre eventos sociales y políticos a nivel local, regional y nacional para la edición impresa y digital.
Claudia Acosta no nació arriba de un escenario, pero lo pareció desde siempre. Desde chica, su oído captaba todo lo que sonara a emoción: soul, tango, blues, música en francés, folklore con bombo y guitarra. Y su garganta no tardó en responderle. Cantaba en peñas, en reuniones de amigos, en cualquier rincón donde la música tuviera permiso para entrar.
Lo supo muy temprano: eso era lo suyo. No había plan B.
“Lo supe desde muy chica. En casa se dieron cuenta de que tenía mucho oído. Vivía rodeada de buena música. Siempre cantaba en las peñas de folklore que armaban los amigos de mis viejos”, recordó.
Desde entonces, no paró. Lo hizo en bares, en fiestas privadas, en escenarios grandes y chicos, en Bahía Blanca y más allá. Siempre con la misma entrega, con la misma visceralidad.
“La música me salvó la vida”, aseguró. “A partir de ahí entendí que mi vida era eso: cantar mis dolores”.
Este año, después de 38 años de carrera, Claudia recibió un reconocimiento institucional por parte del Municipio de Bahía Blanca, el Instituto Cultural, la Dirección de Turismo y el ciclo Bahía Blanca No Olvida, dirigido por José Valle. La homenajearon con una medalla y un diploma por su trayectoria.
Un gesto simbólico que, aunque no cambia la historia, la reconoce.
“Es un mimo al alma. Una no trabaja para el reconocimiento, sino para alimentar la pasión, pero se siente lindo ese gustito de saber que alguien te tuvo en cuenta. Que no pasaste desapercibida en 38 años de trabajo. Que hiciste bien las cosas”, dijo en diálogo con La Nueva.
Pero lo de Claudia —o la Negra, como la llaman muchos con cariño— no es solo talento vocal. Es coraje. Es haber construido una carrera a contramano, a pulmón, en un mundo donde muchas veces la noche y el arte no fueron hospitalarios con las mujeres.
“La que empezó de abajo, cantando en cada pub, en cada fiesta, sorteando miles de obstáculos por ser mina y andar de noche”, se define. Y esa frase, dicha con firmeza, golpea como un bombo legüero.
En su camino, compartió escenario con músicos internacionales, grabó su disco, escribió sus propias canciones y fue convocada por Valeria Lynch para integrar su escuela como profesora de canto.
Una distinción que la avala, pero que no la desvía de su norte: el arte es compromiso. No espectáculo vacío.
“Yo no me puedo quejar absolutamente de nada. ¡Nada! Pero sé que hay gente que merece visibilidad y reconocimiento”, afirmó.
Le duele —y se le nota— ver cómo la escena cultural bahiense se olvida con rapidez de quienes llevan décadas sosteniendo el arte con el cuerpo. Con la garganta. Con el alma.
“Bahía está sobrada de buenos y buenas artistas que se van perdiendo en el olvido. Y es una pena, porque las personas con trayectoria —que merecen respeto, que han estudiado, se han formado y han dado todo de sí a la ciudad— deberían servir de ejemplo para los artistas nuevos. Por eso, los artistas de muchos años tienen que ser más valorados. Más difundidos. Mejor pagos”.
Así, con esa mezcla de lucidez y vehemencia, Claudia no solo habla por ella. Habla por un colectivo de voces que siguen peleando por un lugar legítimo en la memoria cultural de la ciudad.
Y también deja un consejo para quienes recién arrancan, o para quienes creen que el camino del arte se recorre con filtros y likes.
“El mensaje que puedo dejar con mi arte es: estudien. ¡Estudien con alguien que sepa, no con cualquier vendehumo!. Sobre todo en el canto, donde te podés dañar… y mucho”, dijo.
Y fue más allá: “Estamos transitando una época fatal de redes sociales. Que levantan, sí, pero también destruyen. Y facilitan el bicicleteo de hacer creer que somos lo que no somos. Y de pronto sos artista, productor, guitarrista, cantante... sin haber estudiado nada. Te la creíste, y ya está”.
“Un verdadero artista es otra cosa y merece respeto”, lanzó.
“No se la crean. No hagan papelones (risas). Sean mejores cada día. Adquieran herramientas para superarse y encontrar la magia que da la música”, concluyó.
Es así que la Negra Acosta sigue cantando como el primer día: con entrega y con convicción. Porque para ella, la música no es solo un oficio: es una forma de vivir, de resistir y de dejar huella.