Bahía Blanca | Domingo, 20 de julio

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Deportes y Valores: sembrando oportunidades y cultivando la inclusión

Más de 90 niños, jóvenes y adultos participan de actividades como fútbol, básquet, hockey y expresión corporal en un contexto de inclusión real. Allí se promueven vínculos, autoestima y oportunidades de desarrollo en igualdad. Además, buscan apoyo para techar un espacio y poder sumar más niños.

¡Hay equipo! Fotos: Emmanuel Briane - La Nueva.

En el corazón de Bahía Blanca, donde el deporte suele medirse en goles, puntos y tiempos, hay un rincón donde las reglas son otras. Allí, la inclusión y la felicidad se celebra con cada abrazo. Se llama Deportes y Valores, funciona desde 2017, y su alma es Adriana Hernández, profesora de educación física, coordinadora, y sobre todo, una referente afectiva para más de 90 niños, jóvenes y adultos con discapacidad intelectual.

Deportes y Valores nació en Bahía Blanca en el año 2017 como una escuela deportiva destinada a niños, jóvenes y adultos con discapacidad intelectual. Hoy, más de 90 personas entre los 5 y los 40 años participan semanalmente de actividades como fútbol, básquet, tenis, hockey, ritmo, iniciación motriz y expresión corporal.

Adriana con uno de los niños

Empezaron con básquet alquilando un espacio junto a un grupo de amigos convocados por padres que “extrañaban” a esos profes que ya habían marcado una huella. Dos años después, golpearon puertas y el Club Pacífico los recibió con los brazos abiertos.

Desde entonces, la sede del club en Charlone y Castelli aloja la mayoría de las actividades. El Rotary de Almafuerte (Roca 542) se sumó tiempo después para recibir a los más pequeños, de entre 5 y 8 años, donde se trabaja la iniciación corporal y motriz y de Expresión corporal, de 8 a 11 años.

"Contamos con chicos con discapacidad intelectual leve y moderada, síndrome de Down, y algunos con TEA. Y el enfoque siempre es personalizado: primero hablamos con la familia, después el chico prueba la actividad, y si no se siente cómodo, buscamos otra disciplina o incluso otro lugar donde pueda ser feliz".

Los más chiquitos en la sede que presta el Rotary

 

Ese respeto por los tiempos, los intereses y las emociones de cada chico, convierte a Deportes y Valores en un espacio donde la inclusión deja de ser protocolo y se vuelve experiencia.

"Lo que más me emociona es el cambio de mirada. Cuando hacemos encuentros con chicos del club, sin discapacidad, se generan vínculos. Nuestros chicos mejoran motrizmente, y los otros crecen socialmente. Una vez una mamá me dijo: ‘Por tu integración, mi hijo aceptó a su hermano’. Esa frase la llevo en el corazón".

El proyecto cuenta con seis profesores de educación física, además de más de 20 voluntarios entre quienes se destacan docentes jubilados que siguen colaborando con entusiasmo.

"El pilar fundamental de esto son mis profes y los voluntarios. Cada clase se da con compromiso y amor. Yo confío plenamente en este equipo de trabajo. Son responsables, creativos, y tienen un corazón enorme".

Además de transmitir técnicas deportivas, Deportes y Valores trabaja sobre el desarrollo psicofísico, psicomotriz y social. "Queremos que los chicos descubran su potencial, que tengan ganas de superarse, que se sientan parte. El objetivo es que tengan las mismas oportunidades que los demás. Que sientan que pueden jugar, aprender, crear amistades y que la comunidad los acepte con naturalidad".

Uno de los testimonios más conmovedores que recibió Adriana fue el de una madre luego de una fiesta compartida entre chicos con y sin discapacidad: "Fue la primera vez que me sentí igual a todos". Otro mensaje surgido del seno de una familia decía: "Aquí se viven valores de amor sincero, respeto, alegría y esperanza. Nuestros hijos son mirados con dulzura, como personas, y eso les cambia la autoestima". "Esa conexión entre el deporte y la identidad da sentido a cada encuentro", cuenta.

Pero no todo fue fácil. Durante la pandemia, quienes la acompañaban decidieron seguir otros caminos.

"Mis amigos tomaron otro rumbo, así que seguí sola. El mismo club me propuso abrir nuevas actividades, y así empezamos con hockey, fútbol, tenis… y sumamos nuevos espacios. Hoy, la escuela sigue creciendo, sostenida por un espíritu de comunidad que excede lo deportivo", destaca.

Cada clase -agrega- es más que movimiento: es construcción de vínculos, es desafío, es juego compartido.

"Cuando veo que en básquet alguno se cree Ginóbili, o que en fútbol se cree Messi, se me ilumina el alma. Yo siempre dije que esto es como una caricia en la piel. No tengo palabras exactas para describirlo, pero es algo profundo. Es felicidad".

Adriana insiste: "Nosotros no decidimos quién puede venir. Le damos la posibilidad a los papás, si hay lugar, el chico prueba. Si le gusta, continúa. Si no, buscamos otra actividad o les ofrecemos otro espacio donde se trabaje con la misma sensibilidad que nosotros". Esa apertura es parte de lo que hace especial al proyecto: no se encierra en una estructura, sino que se adapta a cada historia.

Hoy, en cada encuentro, se pone en juego mucho más que una pelota. Se juega el derecho a participar, el derecho a elegir, el derecho a soñar. En Deportes y Valores, chicos que antes se sentían excluidos ahora se sienten parte. Y en esa pertenencia se transforma todo.

“El mayor regalo para mí es verlos felices. Ver que vienen con ganas, que esperan el momento de jugar. Que se animan a nuevas actividades, que se sienten importantes. Todo eso... para mí es una caricia al alma.”

¿Podés colaborar con los chicos?

"Nuestro club está atravesando un momento hermoso, con muchos chicos que se suman día a día. Pero los espacios nos están quedando chicos, literalmente. Queremos techar un patio para que más jóvenes tengan la oportunidad de formarse, divertirse y sentirse parte de algo especial".

Si bien no buscan tener algo propio, la idea es encontrar gente que se solidarice con este sueño.

"Siempre decimos lo mismo: "Antes de colaborar, vení a vernos, conocé lo que hacemos, cómo trabajamos y el amor que le ponemos a cada entrenamiento".

Este fin de semana, cinco chicos con síndrome de Down que salieron de esta escuela deportiva y hoy pertenecen al grupo de la Liga Inclusiva de Pacífico viajarán a Zárate para jugar en la Selección Argentina de la Liga Inclusiva (FADIM) contra Uruguay. 

Si querés acompañar este proyecto, te dejamos nuestro contacto: 2915 74-9527 (Adriana) y un Alias para colaborar: Deportesyvalores2025 (a nombre de Alejandra Lilian Nuñez).