Calle Roca: jardines al frente, ochavas curvas, balaustradas y una vaca contenta
Un recorrido por una calle céntrica, la mirada quieta sobre la rica variedad de propuestas.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
La calle lleva el nombre de Julio Argentino Roca (1843-1914), dos veces presidente de la Nación y uno de los hombres más polémicos de nuestra historia, durante cuatro décadas figura excluyente de la política nacional.
Su nombre está íntimamente relacionado con la llamada Conquista del desierto, que entre 1878 y 1885 se encargó de borrar la presencia de los aborígenes que ocupaban gran parte de la provincia de Buenos Aires y la Patagonia.
Se trata de una calle céntrica, de las que se fueron consolidando a fines de siglo XIX y primeras décadas del XX. Eso permite encontrar una variada convivencia de estilos y formas, las huellas de la arquitectura de otros tiempos que han logrado sobrevivir, junto a las propuestas más cercanas. Este arte público expuesto a la mirada de todos los paseantes, que forma el paisaje urbano y cuenta a su manera la historia de la ciudad.
Los chalecitos con sus jardines
"El jardincito es como un día de fiesta/en la pobreza de la tierra". Jardín, Jorge Luis Borges.
Las viviendas que se retiran de la línea municipal aportan detalles interesantes, tanto para la estética de la cuadra como para su funcionamiento.
Cuentan con un espacio de transición entre la vereda y la casa, un paso previo, un lugar que generalmente se trata como jardín, con verde y colores que enriquecen lo propio y lo público. Suman su carácter pintoresco con sus aires de chaléts, sumando ladrillo, piedra y tejas.
El campeón de corrientes
Uno de los modelos mencionados está en venta. Con un detalle no menor: en su fachada tiene amurado un nombre, escrito con letra cursiva en hierro, típico de los chaléts de vacaciones o fines de semana. El nombre es “Cachito”, mote habitual de otras épocas cuyo futuro es incierto una vez que haya nuevos propietarios. Sobre un costado otro aporte distintivo: la Virgen de Luján, resuelta con piezas cerámicas.
Un par de ejemplos de jardines en el frente, floridos, verdes y distintos, que mejoran el entorno y el lugar propio, la naturaleza enfrentando el gris.
Un último modelo, similar con su patio delantero pero respondiendo a un estilo más de los 60, entre moderno y posmoderno, con un alero con huecos y en la pared lateral el uso del fulget, revestimiento muy utilizado en esa década que además de combinar rusticidad y colores permitía la aplicación de guardas. El jardín se termina de armar con una atractiva fuente y un león sobre la pared.
La curva de la esquina
Típica resolución de primeras décadas, la ochava curva, a veces con una carpintería pensada para funcionar un comercio, otras con una modesta ventana.
El primer ejemplo, vivienda de altos, planta baja comercial, departamentos para renta en la parte superior. La curva es acompañada por un extenso balcón con balaustrada y un pequeño remate que sobresale en la parte superior.
Dos curiosidades: por reglamentación de época, cada unidad superior debía tener un ingreso independiente, por eso las tres puertas de hierro y vidrio sobre calle Vieytes. Como para jerarquizar ese ingreso, una marquesina de los mismos materiales, modesto el voladizo pero de muy atractiva resolución y un atrevimiento por el uso de los materiales por entonces propios de los edificios industriales.
En este otro caso, aberturas para la ochava y una exquisita combinación entre el revoque símil piedra, color miel, y los paños rojizos del ladrillo. Una terminación valiosa por su contrapunto de textura y que muchas veces, lamentablemente, no se valora y se suele cubrir con una pintura de color uniforme.
Art decó en punta
Nunca falta en cualquier cuadra el modelo art decó. De auge en las décadas del 20 y 30, fue un sinónimo de modernidad, emparentado con la velocidad, el progreso, la excentricidad y el glamur. Accesible y simple de construir, admite infinita variedad de diseños a partir de definiciones geométricas, guardas triangulares y sectores escalonados. En este caso un proyecto del arquitecto Juan Luoni.
Un modelo llamativo, que se puede emparentar con el art decó aunque con sus particularidades, lo ocupa el edificio donde desarrolla sus actividades la Fraternidad Evangélica Bautista del sur, que además de sus encuentros religiosos es sede del Jardín de infantes Arcá de Noé y las escuelas primeras y secundarias Diego Thomson.
La mirada al pasado
Aparece luego el repertorio de las “casas antiguas”, construidas en las primeras décadas del siglo XX, resultado de estilos del pasado, con su cargada ornamentación, sus molduras y cornisas, sus altas y trabajadas puertas y en muchos casos manteniendo su revoque símil piedra original.
Las hay de aires italianos, plagadas de balaustradas en balcones y remates, con frontis sobre las aberturas, triangulares o trabajados de manera más plástica, herencia del barroco.
A lo alto
Muchas viviendas han dejado de estar para dar lugar a los edificios en altura, infaltables en cada cuadra, la vida en departamentos. De esa tipología, las más trabajadas, donde el diseño es protagonista, y las que van dejando sus medianeras que roban el cielo y generan penosos paredones.
Final
"Esa higuera que asoma sobre una parecita/se lleva bien con mi alma". Elegía de los portones, Jorge Luis Borges.
Las veredas conforman el espacio público más importante de la ciudad, y no dejan de ser la oportunidad para el paseo y la distracción. Caminas las calles implica un encuentro con la arquitectura, que está ahí, expuesta y accesible, en lo alto y en lo profundo. Que a veces delita y otras espanta, que cuenta historias y marca etapas.
Bonus
"Reconoce una larga balaustrada/los redondeles de un balcón de fierro/una tapia erizada de pedazos/de vidrio. Nada más. Todo ha cambiado" 1929, Jorge Luis Borges
Siempre hay algo más para ver, siempre algo por descubrir. Como aquel río de Heráclito que nunca es el mismo, la ciudad tampoco lo es. Porque cambia el caminante, porque cambia las luces y sombras, porque cada día la atención y el ánimo pueden conducir a otros detalles.
Una resolución distinta para un frente, una parte retirada de la línea municipal, bajo un alero y con un muro curso resuelto con ladrillos de vidrio.
Las casas de renta en planta baja se organizaban con varios departamentos, lo cual derivaba en la aparición de un largo y misterioso pasillo que conducía a cada puerta.
Usados por los romanos, popularizados en el renacimiento, los balaustres son parte de la estética habitual de remates y balcones. Jorge Luis Borges los incluyó en decenas de sus relatos. “Sobre la humildad de las casas no era raro algún jarrón de mampostería, coronado áridamente de tunas (…). Había felicidades también: el arriate del patio, el andar entonado del compadre, la balaustrada con espacios de cielo”.
La maravilla de los detalles. Una ventana apaisada, una reja distinta, una decoración equilibrada. "Dios está en los detalles" es una expresión atribuida a Gustave Flaubert y muy utilizada por el arquitecto Mies van der Rohe, quien destacaba la importancia de los detalles en el diseño y la creación, cruciales a su entender para lograr la perfección y la belleza.
La estética menos pensada. Sobre un gabinete de electricidad, apretada por un aparato de aire acondicionado, una llamativa vaca con cara de cerdo, rosada y extravagante. “La vaca contenta” es el nombre del comercio dedicado a la venta de pollo.
No es arquitectura, claro. Pero era habitual para los arquitectos del movimiento moderno fotografías sus viviendas junto a un automóvil, para dar cuenta de la relación de diseño entre ambos. Este impecable Valiant es una belleza que habla de otros tiempos, gustos y estándares.
Es una diferencia con la arquitectura, que paso a paso tiene propuestas de otros tiempos, que se mantienen y sobreviven, que siguen dando testimonio de un pasado que es presente en esa presencia.