El Eternauta, viajero de una grieta
Una historia de ciencia ficción de 1957 que se convirtió en símbolo de una manera de mirar un pasado cargado de complejidad.
El estreno de la serie El Eternauta, basada en un clásico de la historieta argentina, ha servido para mostrar, una vez más, cómo se ha instalado en el país un relato que lleve a pensar que verla o no se relaciona con cierta ideología política.
Todo como consecuencia de cierta apropiación que hiciera el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015) al tomar al Eternauta en un contexto de construcción de una memoria del pasado.
Para eso hicieron de esa obra ficcional una herramienta militante, una construcción del acontecer político de los años setenta centrada en la izquierda peronista, con la militancia como valor político con capacidad de transformación social.
Esta peculiar reconstrucción tomó el nombre de Néstornauta (Por Néstor Kirchner) y fue utilizada en función de disputas políticas del presente por un pasado no resuelto de manera integral.
Lo cierto es que la historieta data de 1957, con guión de Héctor Oesterheld y dibujos de Francisco Solano López, y trata sobre una invasión extraterrestre ambientada en Buenos Aires.
La aventura se inicia con una nevada inusual, que mata todo lo que toca, y un grupo de vecinos que busca sobrevivir y se organizan para resistir frente a unos enemigos mejor equipados.
Es cierto que el Eternauta ha tenido distintas interpretaciones, incluso operadas por su propio creador. Entre ellas un reversión de 1969 con un discurso político antiimperialista.
En 1976, con El Eternauta II, Oesterheld empleó un tono doctrinario, con referencias a la organización Montoneros, donde militara hasta su muerte como parte de una lucha armada “en pos de la creación de una sociedad libre de opresión”.
A esta situación se sumó el dramático final de Oesterheld, secuestrado y desaparecido en abril de 1977, la misma suerte que a lo largo de 1976 corrieron sus cuatro hijas y sus tres yernos.
Hoy el personaje de ficción vuelve a ser tema de discusión e interpretación política. No es algo nuevo: el gaucho Martín Fierro recibió también ese tipo de interpretaciones, desde su descalificación como un “fuera de la ley”, hasta ser aceptado como un héroe nacional. La argentinidad al palo, siempre.