Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Un fenómeno ilegal que crece en Bahía: alquilan DNI a menores

Adolescentes de menos de 18 años usan redes sociales para conseguir documentos y poder entrar a boliches o comprar alcohol. El uso de documentos públicos -fraudulentos o falsificados- es un delito penal federal.

Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

“Quisiera ser grande”, una película de 1988 y que protagoniza Tom Hanks, no es más que un reflejo de lo que sucede hoy entre los adolescentes.

Según cuentan algunos de ellos a “La Nueva”, quieren la mayoría de edad para hacer lo que hacen los adultos: “Ser independientes”.

Y mientras tanto, se las ingenian de distintas maneras para adulterar los métodos de identificación tradicionales para poder ingresar a los boliches, a los bingos o a los casinos y también para beber alcohol. 

“Yo lo hice. Todo el mundo lo hace. Si no, no entrás a ningún lado”, cuenta Yael, de apenas 16 años y ya con cierta experiencia en “colarse” a lugares exclusivos para mayores de edad.

“Cuando me descubren el método, busco otro. Siempre hay alguna forma de pasar los controles. Lo primero que hice fue un registro trucho. Le pedí uno de verdad a mi primo, lo escaneé, le borré la foto, puse la mía, lo imprimí y listo. Me sirvió un par de veces”, añade.

Otra alternativa que encontraron estos adolescentes bahienses es el alquiler de DNI por el fin de semana.

"Busco alguien +18 que me alquile el DNI para el sábado", publicó Pablo, en una story en Instagram. "¿Algún DNI vencido por ahí? Alquilo o compro", subió otro en redes sociales.

La oferta y demanda de DNI de mayores de 18 años se intensifica cerca de los fines de semana: los adolescentes los consiguen para entrar a los boliches nocturnos que prohiben el ingreso a menores de edad. Las transacciones comienzan con un primer contacto a través de redes sociales y luego se concretan en los propios domicilios.

“Yo se lo alquilo a un pibe de White, que supongo tiene varios porque me ha dado de distintas personas. Me cobra 5.000 pesos. Me lo trae el viernes y se lo tengo que devolver el domingo”, señaló con total naturalidad Kevin, quien juega al fútbol en las divisiones formativas de Olimpo.

“Me recomienda que aprenda de memoria el número, el domicilio y la fecha de nacimiento para decirlas sin dudar en caso de que el patovica de la entrada me lo pregunte. Esas suelen ser las preguntas que realizan cuando notan algo raro”.

Obviamente que el dinero no se reintegra si el intento fracasa. Y se tiene que abonar una cifra extra en caso de extravío.

Y Kevin agregó información adicional: muchos adolescentes, mayores de edad, denuncian que extraviaron el DNI para poder sacar otro y tener dos. El que supuestamente perdieron lo utilizan para alquilar y el otro se lo quedan ellos.

También existe el préstamo, por dinero, del DNI vencido, que sirve para entrar a bailar con el argumento de que aún no han podido actualizarlo.

“La historia de los DNI prestados viene de muchos años. Antes pasaba entre hermanos o primos por el parecido, pero ahora se generó una especie de mercado para eso. De hecho, hay muchos que no son ni parecidos y se detecta enseguida que no son la persona que dicen ser”, confirmó el propietario de un boliche de nuestra ciudad que ya lleva muchos años en el rubro.

Prestar, alquilar o vender un DNI es considerado por la ley un acto fraudulento. Si el mismo es alterado materialmente, cambiando la fotografía o la fecha de nacimiento, por ejemplo, se entra en el terreno de la falsificación de documento público.

Para los adolescentes que protagonizan estas transacciones es "viveza criolla", una picardía para burlar los controles de seguridad de los boliches nocturnos. Pero el uso de documentos públicos -fraudulentos o falsificados- es un delito penal federal. Con la reducción del régimen de imputabilidad estos menores podrían ser investigados con el régimen especial y encarcelados.

En la provincia de Buenos Aires, la ley 14.050 establece que los menores de entre 14 y 17 años sólo pueden estar en los locales bailables, discotecas, discos, salas y salones de bailes, clubes, y demás locales donde se realicen actividades bailables y/o similares, tanto en lugares cerrados como al aire libre hasta las 23 horas.

Tampoco se permite la venta ni el suministro de alcohol por la ley nacional 24.788, por lo que la propuesta no resulta muy atractiva para muchos de los adolescentes.

Pese a estás reglas, los menores se arriesgan y se las ingenian para ingresar y consumir alcohol.

“Para ellos es una travesura o una viveza colarse, pero para nosotros es un problema grave tener menores de edad dentro del local, porque nos exponemos a clausuras”, agregó otro empresario que se dedica a organizar eventos nocturnos.

Los especialistas en derecho penal aclaran que si un menor ingresa al boliche con una fotocopia de DNI el responsable es el boliche, que comete una contravención y puede ser multado o clausurado. Una fotocopia no es un documento idóneo, dicen. En cambio, cuando el menor ingresa con un documento idóneo y logra engañar a la seguridad el que comete el delito es el menor.

Si permiten ingresar a un menor, la multa para los dueños es muy onerosa y se exponen a 20 días de cierre forzoso.

“Y la situación comienza a escalar si sucede algo con el menor dentro de un boliche. De hecho, pueden iniciarse causas judiciales paralelas. Son riesgos importantes que corren los propietarios si logran ingresar o si los dejan pasar”, ampliaron.

Cómo evitarlo

“Van siempre un paso adelante. Ante cada acción que tomamos para lograr que se respete la ley, ellos buscan alternativas nuevas para violarla. Esto no sólo pasa en mis locales, sino en todos”, señaló un bolichero desde su experiencia de varios años en la noche bahiense.

Y explicó en qué consiste el primer procedimiento de control que realiza la gran mayoría de los boliches bailables de Bahía Blanca. La persona que desea ingresar debe hacer la fila con su DNI en mano y entregarlo al personal de seguridad que se ocupa de chequear fecha de nacimiento y coincidencia entre rostro y fotografía.

“La mayoría ya no acepta fotocopias, ni capturas de pantalla ni la aplicación Mi Argentina. Sólo DNI físico”, se señaló.

Se suele capacitar mucho a las personas que se desempeñan en los accesos.

“Les pedimos que estén muy atentos a estas cuestiones. Cuando tienen dudas, deben hacer todo tipo de preguntas para ver si los chicos se pisan con algún dato falso”.

Y contó casos curiosos que se dieron con la App Mi Argentina en su local.

“Al principio, le sacaban la impresión de pantalla a su DNI digital, con su foto, y luego la editaban. Con un programa de diseño gráfico le cambiaban el año de nacimiento y hasta el número de DNI para no levantar sospechas”.

“Cuando nos dimos cuenta de lo que estaban haciendo, les pedíamos que ingresen delante nuestro a la aplicación. Y ahí arrancaban con las excusas: que no tenían datos, que se les había acabado el crédito o que estábamos invadiendo su privacidad. A los que no podían demostrar que estaban usando realmente esa aplicación, no los dejábamos pasar”.

Cuando comprobaron que ese método ya no les servía para sus propósitos fueron más allá: crearon una Mi Argentina trucha.

“Empezamos a averiguar y existe una aplicación que se descarga por el App Store o por el Google Play que simula ser Mi Argentina. Y le cargan los datos que quieren que aparezcan y les tira un DNI muy similar al real”, contó.

El empresario reconoció que queda en un gris, respecto a lo legal, el solicitar únicamente el DNI físico para permitir el acceso.

“Estamos incumpliendo la normativa que indica que Mi Argentina es válida para demostrar identidad, pero si cumplimos esa, quizás estemos dejando entrar a un menor al local”.

“Y lo que sucede, generalmente, es que cuando hay inspecciones de minoridad, los menores de edad muestran su DNI original y no el falso, con el que lograron entrar. O sea, no reconocen haber burlado a la seguridad del boliche con datos falsos”.

El acceso con drogas es otro inconveniente al que se enfrentan diariamente los bolicheros.

“En ese sentido, generalmente se hacen controles con cacheo. Muchos se quejan y nos dicen que estamos invadiendo su privacidad. La realidad es que estamos ante un hilo muy fino sobre lo que se puede hacer o no. Porque muchas veces, estás intentando evitar que ingresen con drogas y te escrachan por redes que estás violando su intimidad”.

Y añadió: “Estamos en esa línea delgada de la cual nadie tiene la certeza total de cómo se debería hacer, pero nosotros igual hacemos los controles preventivos. Pero también sabemos que hacerlos generan largas filas de espera para ingresar al boliche, perjudicando la experiencia de nuestros clientes por la demora para entrar”.

“Además, sabiendo que hay cacheos, es muy fácil de esconder las drogas que son diminutas en tamaño (pastillas, entre otros), lo cual se nos hace imposible de detectar”.

Y añadió: “Nuestra función, en definitiva, es dar un buen servicio a nuestros clientes, que pasen un buen rato, que se diviertan, que tengan un servicio ágil y que vuelvan, logrando así un negocio sostenible y rentable en el tiempo”.

El rol de los padres 

Otro dato preocupante es que muchos padres se muestran permisivos y tolerantes con los métodos que encuentran los menores para burlar los controles.

Los justifican o dicen que no lo pueden evitar.

Agustina pronto cumplirá los 18. Va a bailar utilizando el DNI prestado por su prima. Dice que nunca "rebotó".

Su madre no sólo está al tanto de lo que hace su hija, sino que además la lleva y la busca a la salida.

“Para mi mamá, es más seguro que esté adentro de un boliche, con seguridad, que dando vueltas en la playa”, contó Agustina.

Para el empresariado bahiense es momento de legislar algunas cosas y actualizar algunas leyes.

“Es cuanto menos curioso que una persona de 16 años esté en condiciones de votar, pero no de ingresar a un boliche”, esgrimen.

Qué dice la ley

Según el artículo 292 del Código Penal de la Nación, “cualquiera que falsifique su documento podrá ser reprimido con reclusión o prisión de uno a seis años. El que hiciere en todo o en parte un documento falso o adultere uno verdadero”.

Si se comprobase la participación del padre o madre estos podrían merecer un reproche criminal por aplicación del art. 45. Hay que acreditar que participó o ayudó en la confección del documento adulterado.

Además, hay discrepancias doctrinarias en cuanto a la participación o posibilidades de involucrarse en hechos cometidos por un menor de edad pero de menos de 16 años y otro mayor de 16.

Los menores de 16, que hayan cometido un delito, no son sujetos de punición penal. En cambio, los mayores son sometidos a las reglas que le imponga el Tribunal de Menores hasta los 18 años. En caso de cumplir con todas las imposiciones judiciales no le aplican una sanción penal.