La reconstrucción de Bahía: toda crisis es una oportunidad
La abrumadora solidaridad nacional para con nuestra ciudad, superó a cualquier acción política.
Bahía Blanca ha sido castigada con preocupante frecuencia por fenómenos naturales impensados. En diciembre de 2023 un feroz tornado diezmaba la masa arbórea de la ciudad, además de provocar serios daños materiales a viviendas y estructuras industriales, y con el agravante de llevarse vidas humanas, el peor de los efectos.
Hace poco más de un mes una inundación de proporciones catastróficas para la zona, provocada por lluvias extremadamente intensas, sumado al crecimiento de los caudales de los arroyos que convergen en nuestra ría, por lluvias regionales, provocó destrozos muy graves en la estructura de evacuación hídrica, severos daños a viviendas y comercios, y como en la anterior, se llevó vidas humanas.
Estos brutales golpes colectivos son un serio llamado de atención. Y la abrumadora solidaridad nacional para con nuestra ciudad, superó a cualquier acción política.
La autoridad local se puso al frente de la situación desde el primer momento, aunque en un ambiente de soledad, con tibias y hasta demoradas presencias de la gobernación como de la Nación misma. Fue llamativa también la ausencia de los políticos locales y regionales que ocupan cargos en la legislatura provincial o cargos nacionales, salvo declaraciones de circunstancia o propuestas ridículas.
Pasado el momento crítico del fenómeno meteorológico, con una alta sensibilidad social por temor a una repetición, es necesario ponerse a trabajar en un programa de reconstrucción, integral, sostenible y de largo plazo, que tome los efectos de ambas catástrofes, porque ambas produjeron diferentes efectos sociales y económicos.
Para este tipo de programas maestros es necesario contar con la presencia de la dirigencia política y social, más allá de la ideología, además de convocar a los expertos en cada tema y de la sociedad en general.
Ambos fenómenos han dejado al descubierto las debilidades de la ciudad, y los años de abandono y de no hacer obras que acompañaran el crecimiento, muchas veces sin programas serios, de la urbanización de la misma. Es un punto de partida.
También se puede recurrir a la historia, en donde podemos encontrar reclamos de hace más de 80 años sobre obras necesarias que nunca se han hecho.
Sobre el Intendente, recae la responsabilidad de ser el encargado de poner en marcha un ambicioso programa que en el mediano plazo evite o minimice los devastadores efectos de fenómenos meteorológicos anormales, que, con el cambio climático que vino para quedarse, pueden repetirse. Sin dudas a un programa serio logrará la adhesión de la sociedad toda.
Es evidente que son necesarias:
--Restaurar y mejorar las obras hidráulicas para prevenir futuras inundaciones. Diques en la región para detener los excesivos caudales de los arroyos, mejorar y ampliar las redes de desagües y cloacales e identificar adecuadamente las vías de escape de las aguas de lluvia.
--Reconstruir viviendas de manera segura y sostenible.
--Fortalecer la resiliencia de la comunidad frente a desastres naturales.
--Fomentar la participación comunitaria en el proceso de reconstrucción.
--Promover el desarrollo económico y social de la ciudad. Esto implica potenciar los puntos fuertes con que cuenta, Puerto, Polo Energético Industrial, ciudad universitaria y elaborar proyectos que tengan respeto por la naturaleza.
Este es uno de los legados que tienen el compromiso de dejar como ofrenda al cercano Bicentenario.