Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

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Bahía Blanca | Lunes, 11 de agosto

Los puentes sobre Maldonado

La velocidad del agua --22 km/h--, su potencia y volumen arrasaron con los puentes de hormigón y las losas del revestimiento.

Entre tantas consecuencias que ha dejado el desastre natural ocurrido ayer en nuestra ciudad, es notable la fuerza que la corriente del agua en el canal Maldonado en su máxima capacidad y un poco más, ha tenido para arrastran los puentes vehiculares, peatonales y también los ladrilleros construidos por los ingleses. Los arrastranos, los arrancaron, los quebraron.

Con más de 12 víctimas fatales, con cientos viviendas arruinadas, con miles de familias desalojadas de sus hogares, con la angustia de sufrir un tercer fenómeno devastador en los últimos 15 meses, este daño “material”, que se repara y se reconstruye, casi puede tomarse como anecdótico.

El agua arrasó con los puentes de hormigón de calles Zapiola, Zelarrayán, Terrada, Tucumán, Don Bosco y Catamarca. Solo los de Castelli y la avenida Alem quedaron en condiciones, además del uno en Zelarrayán.

Calle Catamarca, un pilar vencido, la calle quebrada

 En algunos casos han sido afectados los pilares que sostienen el tablero, en otros se ha descalzado el pavimento y en algunos el tablero ha quedado inclinado. El destino de todos es incierto, pero la posibilidad de tener que demolerlos aparece como la más evidente.

También resultó afectado el puente ladrillero del ferrocarril Bahía Blanca al Noroeste, construido en 1905 para el recorrido entre nuestra ciudad y La Pampa. Las vías quedaron literalmente en el aire, muestra contundente de la fuerza del agua.

Puente de los ingleses 1891, arrasado a medias
Los rieles en el aire, impresionante.

El otro gran daño sufrido por el canal obra es el arrastre de las losas de hormigón que cubren los laterales del canal. Arrancadas, algunas caídas sobre el fondo otras. Han quedado los taludes de tierra, sin contención, en claro riesgo de derrumbe.

La gente estaba hoy reunida en cada uno de estos puntos, entre asombrada e incrédula, tomando conciencia de lo violento de lo sucedido.

Calle Don Bosco, final para 80 años de servicio

Cambia de roles: el Napostá como aliviador

Haciendo un análisis puntilloso de situación, en 1978 comenzó la obra del entubado del Napostá, la cual modificó de manera sustancial la relación del Napostá con su “aliviador” Maldonado.

Históricamente el Maldonado era “el hijo perdido del Napostá”, una suerte de modesto canal que le daba una mano al Napostá cuando este se veía desbordado por el agua acumulada por las lluvias en su cuenca.

Pero entre 1906 y 1949 esa zanja-hilo de agua fue cegada, tapada en su trayecto entre el puente ferroviario del parque de Mayo y la avenida Alem. Esa decisión agravó las inundaciones en todo el sector de las villas durante casi medio siglo. Recién en 1949 se reabrió, profundizó y ensanchó para que fuera efectivamente un aliviador adecuado.

Hoy, por su capacidad de transporte de agua, el Maldonado es el gran protagonista a la hora de evacuar el agua. Puede transportar 260.000 litros por segundo. El Napostá, por su parte, apenas puede llevar 40.000 litros por segundo, agravada esta capacidad por un entubado que, si bien desde su parte media hasta calle Estados Unidos tiene una sección importante, ese conducto de hormigón de redujo un 70% en el tramo final, sobre el cual hoy se ubica el Paseo de las Esculturas y que termina debajo del puente de calle Casanova.

El entubado en su parte final, tres grandes conductos, 1978
El último tramo construido, hoy Paseo de las Esculturas, 1983

La entrada de agua del Napostá al entubado es una suerte de ventanita que, en una situación como la de ayer, deja en claro su completa incapacidad para tomar en tiempo y forma el agua que, ante esa limitación, busca seguir su carrera por encima del Paseo de las esculturas y por las calles laterales del mismo.

El Napostá a cielo abierto y una pequeña ventana de ingreso al entubado.

Hay que además asumir que el entubado tiene un interior que no se mantiene, con lo cual se puede especular que su capacidad de transporte está afectada por la acumulación de barrio, plásticos y basura de todo tipo.

Con lo cual, cuando el agua del Napostá ingresa en la ciudad, el Maldonado se hace protagonista mientras que el Napostá se convierte en su aliviador.

Es cierto que una lluvia de 300 mm en seis horas excede todo cálculo y diseño. Es un desastre natural que supera lo previsible. Sin embargo, con obras en buen estado, con ajustes que deberán evaluarse, sus respuestaspueden resultar más efectivas.

Pero hoy es tiempo de ayudar, de ser solidarios, de trabajar para atender a las cientos de familias afectadas, de sentir el luto respetuoso por las personas fallecidas, de poner el hombro y salir de este momento. Cuando venga el después, habrá que pensar y trabajar en cómo reconstruir la infraestructura dañada y generar las mejoras que sean necesarias.

Del otro lado del arroyo

Bahía Blanca históricamente ha tenido a los arroyos como barreras naturales. Por eso la población refiere, esto de vivir “del otro lado del arroyo”. Pero el crecimiento de los barrios ha sido tan importante que hay una paridad poblacional importante entre ambas franjas. Por eso los puentes son clave para la continuidad de la trama urbana.

Inicio de las excavaciones del canal, 1948
La obra terminada, 1951

Los primeros – Vieytes, Don Bosco, Castelli—datan de 1949, construidos junto con la obra del canal. El resto es de finales de los 80, al igual que las pasarelas peatonales. Han quedado tres. La barrera se hace más contundente como tal.