Lo que el agua se llevó: una lámpara que abolía las tinieblas
Había sobrevivido a una crecida. Esta vez no pudo resistir. Pero el puente que la sostenía es el único que quedó luego de la inundación.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
El agua del Napostá, en su furiosa estampida al mar el pasado viernes 7, arrasó con dos instalaciones artísticas. Sin más. Una de ellas pensada como tal, otra nacida con un sentido utilitario y luego reconvertida a partir del color y la música.
Por un lado, la correntada arrancó tres de los cuatro puentes peatonales, los cuales con su llamativo color amarillo se imponían en el paisaje. Los arrancó, los giró y los dejó tendidos sobre el cauce. Su diseño curvo buscaba generar un punto en altura, una suerte de mirador. Y eran amarillos porque en 2016 se creó, a partir de ellos, el llamado “Paseo de los Puentes Amarillos”, en homenaje al músico Luis Alberto Spinetta, fallecido en 2012,
Por eso los puentes, que originalmente eran verdes, fueron repintados de amarillo, generando un marcado contraste con el verde de los árboles y el celeste del cielo.
Spinetta compuso en 1973 su Cantata de los puentes amarillos, una suite de nueve minutos de duración, inspirada en la atormentada vida del pintor Vincent Van Gogh y en su maravillosa serie de pinturas que en 1888 hizo del puente Langlois, sobre el río Ródano, en Arlés, Francia.
La definición de “instalación artística” para los puentes quizá no se ajuste de manera estricta a ese género. Pero al convertirse esos pasos independientes en parte de una historia común, donde otro sentido a su función, ocupando un espacio determinado y permitiendo una interacción con el espectador, la definición no aparece como indebida.
De esos puentes, dijimos, sólo quedó uno. El más cercano a calle Casanova y de cuya estructura pendía la segunda instalación de esta historia. Es curioso que en ese caso el agua no haya podido con las dos obras y se llevara la que era distinta, marcando de manera más fuerte su ausencia.
Abolir las tinieblas
La obra perdida llevaba el nombre de “Para abolir las tinieblas” y fue la ganadora de la Bienal nacional organizada por 2museos en 2021. La convocatoria pedía señalar (elegir) un lugar de la ciudad donde ubicarla.
La autora del trabajo es Alicia Antich, artista visual, investigadora y docente de Arte, egresada de Dante Alighieri y de la Escuela de Artes Visuales Lino E. Spilimbergo.
“Elegí el Napostá para su ubicación, en particular la zona no entubada del arroyo, donde la historiografía tradicional nos presenta ese curso como la frontera de guerra entre los antiguos pobladores indígenas y los blancos, un territorio como metáfora, que abriga acciones pasadas y que hoy es zona de recreo”, explica la autora, que reparte su trabajo entre nuestra ciudad y Buenos Aires.
La obra tenía la forma de una araña palaciega, realizada con un armazón de hierro y trenzada con soga de nylon y cilindros de vidrio de rezago de la industria petroquímica. “La equipamos con una potente luz Led y hasta tenía caireles que se fueron perdiendo con el viento”, agrega.
Alicia refiere que al tener su taller en el barrio Palihue cruza habitualmente el arroyo. “Es un lugar que valoro y que me parece es un lujo en medio de la ciudad. La lámpara tenía que iluminarlo, por eso fue colocada debajo del puente”, agrega.
Conectada al alumbrado público, encendía de manera simultánea con las columnas de iluminación. “Tiempo después recordé cuanto me había gustado un puente de Budapest, ante el cual la gente se sentaba esperando que se iluminara”.
Consultada sobre si tiene intenciones de volver a construir la pieza y reponerla, no tuvo dudas. “En este momento estoy preparando una exposición para la Casa Nacional del Bicentenario en Buenos Aires, pero apenas termine voy a tratar de conseguir ayuda para hacer una nueva y colgarla, con la misma idea y el mismo nombre”.
Como último detalle, quien no haya prestado atención a la lámpara del paseo, existe una similar, de la misma serie y autora, en la sede de 2Museos, Sarmiento 450, la cual cuelga del puente que une ese el de Arte Contemporáneo con el de Bellas Artes.