Los lagartos en su máxima potencia
Se suman al día ardiente con su presencia tan exótica y llamativa.
Avenida Colón y avenida Arias, Bahía Blanca, 34 grados, viento caliente, poca sombra, islas de calor, pavimento caliente. Es el clima ideal para los lagartos, que recurren a la luz del Sol para conseguir energía: se recargan con los rayos UV que le permiten generar vitamina D3, esencial para la absorción de calcio y fósforo, fortalecer sus huesos y dientes y sostener el sistema inmune, músculos y nervios.
Este lagarto ha tomado un trayecto riesgoso, cruza una avenida, es visible y eso lo ayuda, los autos lo esquivan, logra salvar el asfalto caliente.
Es un animal que asusta, o impresiona, con su larga cola que es su poderosa arma de defensa.
Tiene sangre fría, por eso se estiran al sol, son como placas fotovoltaicas que permanecen quietas, ofreciendo toda su superficie al calor.
Más allá de su aspecto, estos lagartos overos, muy comunes en nuestra región, son (aseguran) “inteligentes y curiosos”, además de dóciles y sociables.
Se alimentan de insectos, de hojas y frutas.
Con su cola y su particular lengua --que muestran constantemente-- se defienden de sus depredadores.
En estos últimos días del año tocan el cielo con las manos, con sus baterías al cien por cien, felices mientras el sol quema sus lenguas.
Foto gentileza Federico Moreno