El papel clave que juegan las “mulas informáticas” en las estafas digitales
Son personas que alquilan o venden sus cuentas para transferir dineros sustraídos. En otros casos resultan engañadas.
Al igual que en los delitos relacionados con el tráfico de drogas, las denominadas “mulas informáticas” ocupan los eslabones iniciales en la transferencia de dinero obtenido mediante estafas.
En algunos casos lo realizan engañadas y sin conocer el origen ilícito de los valores, aunque en otros se trata de sujetos que ofrecen o venden sus cuentas a cambio de un determinado monto o porcentaje.
El objetivo es movilizar rápidamente la plata para que pueda ser enviada al exterior o utilizada para convertirla en criptomonedas.
Esta figura forma parte de un mecanismo elaborado para cometer delitos digitales, integrado en la parte más alta de la organización por coordinadores y reclutadores.
En los últimos tiempos en Bahía Blanca se advirtió, en varias causas penales, la presencia de individuos que brindan este tipo de “servicio” a los delincuentes, según confirmaron fuentes judiciales.
También señalaron que se avanzó en las técnicas de investigación para poder individualizarlos.
Mencionaron que este tipo de “intermediario financiero”, en caso de recopilarse la prueba necesaria, puede ser imputado de los delitos de coautor o partícipe necesario de la maniobra defraudatoria.
“Los 'muleros informáticos' o 'muleros bancarios' intervienen en las estafas aportando cuentas bancarias y/o virtuales propias, a las cuales se transfiere el dinero sustraído de las víctimas.
Generalmente reciben el dinero y desde allí lo transfieren a otras cuentas”, dijeron los voceros.
Agregaron que “forman parte de estructuras delictivas dedicadas a estafas o lavado de activos, con la finalidad de obstaculizar la investigación, ya que dificultan el seguimiento de la ruta del dinero y la tarea de determinar quiénes son los destinatarios finales”.
La búsqueda
Los investigadores también indicaron que en algunos casos los estafadores realizan publicaciones en Internet o envían mensajes en las redes sociales “ofreciendo dinero para alquilar o comprar cuentas”.
“Lo que buscan es obtener personas que actúen como intermediarios para mover los fondos conseguidos de forma ilícita. Por eso es importante recordar que no se debe facilitar a terceros el control o los datos de las cuentas bancarias o virtuales propias, ya que puede implicar la participación en un delito”, advirtieron.
Siguieron diciendo que “la utilización de muleros bancarios es propia del fenómeno de las estafas informáticas que se vienen produciendo”.
En este sentido, destacaron que en varias investigaciones se pudo identificar a estos sujetos y castigarlos penalmente.
“Se ha imputado a muchas personas por haber prestado sus cuentas para mover dinero obtenido ilícitamente, como participes necesarios de la estafa, y también varias han sido condenadas”.
Falsa propuesta
Las fuentes explicaron que existen casos en los que personas se convierten en “mulas” sin saberlo.
Generalmente estas situaciones tienen que ver falsas ofertas de empleo o recompensas.
Esto le sucedió tiempo atrás a una joven bahiense, quien había recibido un correo electrónico con una presunta propuesta laboral para una plataforma.
Manifestó que le requirieron realizar una serie de acciones y que posteriormente le indicaron que por su trabajo había acumulado dinero, por lo que iba a ser transferido a su cuenta.
Finalmente, a partir de una aplicación que le habían brindado, tomaron control de su dispositivo, sustrayendo su dinero y haciendo pasar por la cuenta distintos montos provenientes de terceros.
“Una siente que te roban tu identidad y queda el miedo de hacer cualquier cosa. Nunca me enteré de lo que pasaba y es tremendo cuando caés en la cuenta de lo que sucedió”, había señalado la afectada.
Caso testigo
El mes pasado una mujer salteña fue imputada por vender cuentas y facilitar ciberestafas.
La Justicia llegó hasta ella a partir de una causa iniciada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por una millonaria defraudación a una empresa mediante el uso de un malware o software malicioso.
Se determinó que la acusada contaba con 36 cuentas bancarias y virtuales, entre las cuales se encontraba la que recibió la transferencia denunciada.