Los nuevos tiempos: padres mayores, menos hijos y la resignación por no ser abuelos
“Hoy nos encontramos con una adolescencia prolongada y una adultez emergente”, dijo el psicólogo Hugo Kern, jefe del departamento de Salud Mental y Adicciones municipal. Entre 2014 y 2022 los nacimientos cayeron el 36 %.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Uno de los cambios más significativos que ha tenido la sociedad en las últimas décadas es la importante baja en la natalidad por la decisión de muchas parejas de no tener hijos, o de hacerlo en edades más avanzadas respecto de generaciones anteriores.
Consecuencia de eso son las familias poco numerosas y muchos adultos que deben asumir que no serán abuelos.
Un reciente artículo del diario New York Times analizó esta última situación en una nota titulada: El silencioso dolor de nunca ser abuelo, que asume como penosa esa circunstancia.
Las estadísticas de los Estados Unidos indican que sólo la mitad de los mayores de 50 años, con hijos en edad fértil, tienen un nieto.
El resto no vivirá esa experiencia como consecuencia de la decisión de sus hijos de no ser padres, algo que responde a varias cuestiones; entre ellas las económicas y laborales, pasando por preocupaciones por el estado del mundo actual, tener proyectos personales o querer vivir sin esa responsabilidad.
Un estudio de la Universidad de Huelva, en España, menciona que los jóvenes atraviesan un estrés parental, en el cual se sienten desbordados por las demandas que deberán afrontar si deciden ser padres.
En nuestro país, las estadísticas oficiales indican que entre 2014 y 2022 los nacimientos disminuyeron un 36 %.
Mientras que en 2001 se estimaban 2,1 hijos por mujer, el censo 2022 determinó esa variable en 1,4 hijos.
También se verifican más nacimientos de madres mayores de 30 años que de menores de 25.
Esa disminución es una tendencia mundial, un planteo generacional de no encontrar el momento “adecuado o conveniente” para tener hijos.
Hoy, 5 de cada 10 mujeres jóvenes no muestran intención de convertirse en madres.
La no abuela, el no padre
El Lic. Hugo Kern, jefe del departamento de Salud Mental y Adicciones del municipio de Bahía Blanca, menciona que el tener hijos reviste toda la complejidad de la especie humana que, como otras especies, tiene la cualidad de reproducirse antes de alcanzar la madurez.
“Hoy nos encontramos con una adolescencia prolongada y una adultez emergente, donde el proyecto de una familia no forma parte de su perspectiva de futuro”, señala.
Menciona que la sociedad actual modificó el vínculo de las personas con el trabajo, las relaciones son más cortas y se vive la creación de una familia como un límite a las aspiraciones personales.
“En la relación con los hijos es fundamental asumir que son ellos quienes deciden”, dice el psicólogo.
“Centrar los padres sus expectativas en sus hijos o esperar una gratificación a partir de sus vidas puede generar una situación sin salida”, añade.
“No todas las personas colocan hoy a la paternidad o maternidad como elemento central en sus vidas; al menos no en la juventud”, indica.
“Por eso se observa una caída importante de la tasa de natalidad y el envejecimiento de la población”, concluye el Lic. Kern.
Los testimonios
Estela tiene 70 años y fue mamá, a los 40 años, de su única hija, que convive en pareja desde hace diez años (sin tener hijos todavía).
“Es parte de una franja de entre los 25 y 40 años que se están resistiendo a ser padres”, indica.
“Es una postura generalizada en todo el mundo y que algunos piensan que va a tener un punto final en algún momento”, agrega.
Está convencida de la importancia de respetar la decisión de un hijo de, eventualmente, no tener hijos.
“Cada uno tendrá sus motivos, a veces es parte de lo que está instalado en el mundo; en otras es consecuencia de situaciones entendibles”, agrega.
Sin embargo, tiene en claro que no tener hijos es resignar la posibilidad de formar una familia.
“Centrar los padres sus expectativas en sus hijos o esperar una gratificación a partir de sus vidas puede generar una situación sin salida”, dijo Kern.
“Una cosa es vivir con alguien, estar en pareja, y otra muy diferente es formar una familia, un hogar, algo que sucede cuando se suman los hijos y se genera otro ambiente”, asegura.
“Pero insisto: hay que respetarlos por más que nos duela. Hay quienes tienen mucha necesidad de ser abuelos”, cuenta.
“No es mi caso ni me desespero por serlo, pero tengo a todas mis amigas esperando serlo”, dice.
“Aunque me parece válido la preocupación de la generalidad y acompaño a quienes sufren por esa postura de los jóvenes de no ser padres”, concluye.
Martín cumplió 38 años, unos pocos más que su mujer, con quien convive hace diez años.
La posibilidad de ser padres es algo que siempre estuvo en su horizonte, pero que se desdibuja de manera constante.
“Hay un factor económico que es muy importante en la decisión de ser padres, de trabajo y de tiempo”, dice.
“Tanto mi mujer como yo estamos mucho tiempo fuera de casa ganándonos el pan y esa realidad te imposibilita pensar en tener hijos, porque al menos uno de nosotros debería dedicarse más a la crianza y eso complicaría generar un ingreso que alcance”, señala.
También le resulta un condicionante la dificultad de acceder a una vivienda propia, la inestabilidad laboral y tener que sumar varios trabajos para cubrir sus gastos.
“Tener un hijo significa, por muchos años, olvidarte de acceder a algunas cosas, más allá de que hoy se ha corrido la edad y los actuales 40 años son, acaso, los 30 de hace unas décadas”, afirma.
“Yo no resigné el deseo de tener un hijo, pero es algo que se va borrando, porque no veo cuándo será el momento propicio”, amplía.
Reconoce no sentir la obligación de tener hijos para hacer abuelos a sus padres.
En la Argentina, las estadísticas oficiales indican que entre los años 2014 y 2022 los nacimientos disminuyeron un 36 %.
“Pienso más en lo que me puedo perder yo, porque siempre pensé que iba a tenerlos. Acaso es un duelo que tengo que hacer porque en mi vida siempre he hecho cosas pensando en esos hijos”, indica.
“Ahora que no sé si los voy a tener vivo una contradicción entre lo que quise y lo posible”, describe.
Cree, además, que antes de ser padre, debería tener una vivienda propia.
“Es algo que no le reclamo a mis padres pero sí me lo exijo: dejarle un lugar propio”, destaca.
“Son cuestiones muy personales. Quizá si trabajara la mitad de horas, ganara el doble y alguien me regalara un departamento tomaría la decisión de tenerlo. Pero tampoco sé si lo haría, porque un hijo significa resignar proyectos personales y también me planteo si quiero traer vida al mundo tal como lo conozco”, asegura.
“Quizá yo no lo encontré la vuelta todavía, pero para mí no es un mundo muy amable”, concluye.
Las condiciones dadas
Mateo está cerca de cumplir sus 40 años y se angustia por haber llegado a esa edad y “no estar en condiciones de tener un hijo”, sobre todo por cuestiones económicas.
“Me pregunto si he hecho las cosas mal y por eso a esta altura no puedo tomar esa decisión”, sostiene.
“Pero también tengo amigos que los han tenido y lo han sostenido, no se les fue todo al carajo”, comenta.
“Pero no deja de ser angustiante asumir que si quiero igual no puedo, porque no sé por cuánto tiempo me van a sostener el alquiler o voy a mantener mi trabajo”, asegura.
“Es un panorama de inestabilidad que hace poco propicio considerar ser padre”, concluye Mateo.
La mesa chica
Otra consecuencia de la baja en la natalidad es que las familias se están achicando.
De mantenerse esa tendencia, un bebé que nazca en 2024 apenas tendrá hermanos y primos.
Su red de parentesco, cuando tenga 35 años, será la más reducida de los tiempos modernos.
Se prevé una consecuencia que impacta: quien nazca en 2024 probablemente muera en soledad.
Algunos estudiosos prevén, además, una consecuencia que asusta: quien nazca en 2024 probablemente muera en soledad.
De acuerdo a una investigación, una mujer de 65 años en 1950 podía tener 41 parientes vivos, mientras que una con esa edad en 2095 tendrá sólo 25.
También por el aumento de la expectativa de vida es posible que en pocos años haya más abuelos y bisabuelos y mucho menos primos, sobrinos y nietos. Será otro tipo de familia, ni mejor ni peor. Distinta.