Bahía Blanca | Miércoles, 13 de agosto

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La cuestión de la maternidad

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Es inevitable que el tercer domingo de octubre el espacio no sea para ella, una vez más la columna es para quienes decidieron, desearon, eligieron, planificaron (o no) ejercer la tarea de maternar.

Escribir sobre este tema no es sencillo, aunque no lo parezca, esta acción está atravesado por diversos factores. En primer lugar, escribo sobre lo que no fui y lo que ya no tengo; además intento no repetir, pero en esta cuestión siempre se habilita lo repetitivo. Tampoco quiero romantizar una función máxime cuando ser madre también está atravesado por ideologías políticas: no es lo mismo ser madre con gobierno de derecha que de izquierda, los derechos siempre se ven afectados, sin dudas es un acto privado atravesado por el Estado.

Es innegable que la licencia por maternidad, los tiempos para lactancia, leyes de asistencia y cuidado, el acceso a jardines y guarderías públicas son acciones y derechos que posibilitan la maternidad, en tiempos de motosierra, es indudable que ejercer esta función también es una acción condicionada por lo político.

Unos pocos caracteres no alcanzan para un tema profundo, para un función que fue mutando a lo largo de los años y que es sumamente difícil de ejercer, por ende, ante la infinidad de aristas, ante la cantidad de cuestiones alcanza con interpelar sobre ¿qué es ser madre hoy, aquí, ahora?

Variedad de palabras se asocian con la maternidad: intensidad, culpa, incertidumbre, placer, alegría, preocupación, desvelo, inseguridad, postergación, oportunidad, resignación (laboral), y cada persona lleva adelante la función con sus propias asociaciones.

Si bien es una experiencia única, que en muchas mujeres marca un antes y un después, es innegable que es una función intensa, demandante, donde hay una tensión permanente entre lo que se quiere y lo que se puede, máxime cuando la mujer desarrolla una carrera o debe salir a trabajar; la culpa siempre merodea y obviamente impacta en menor medida en la función paterna.

Poco a poco se deconstruye esa idea de la maternidad “color de rosas”, suavizada y hasta edulcorada por la publicidad presente en el estereotipo dominante, pues maternar tiene un carga subjetiva, material y mental a veces excesivamente pesada, es una función plagada de incertidumbre y pocas certezas.

Te propongo un ejercicio, pensar en tu madre y si sos madre pensar-te… ¿Qué palabras vienen a tu mente? ¿Qué imágenes? ¿Recuerdos? ¿Algo por decir que no pudo ser pronunciado? ¿Algo expresado que debería haber sido expresado con cautela? ¿Reclamos? ¿Agradecimientos?

Y tal como lo hice en otra edición y porque el tema lo amerita repito a Isabel Allende. La autora chilena dice que el peor defecto que tienen las madres es que a veces mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho, dejándonos desvalidos y culpables, por eso siempre apelo a la pausa, la reflexión y al poder expresar y dar a tiempo.

A demás, la escritora asegura que “por suerte madre hay una sola, porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces”. ¡Feliz día de la madre!