Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

Bahía Blanca | Viernes, 17 de mayo

El mercado municipal, a la espera de reinventarse

A ocho meses de su inesperado cierre, el edificio espera un nuevo destino. Pero hay un detalle: en diciembre habrá cambios de autoridades en el municipio.

Fotos: Pablo Presti y Emmanuel Briane-La Nueva.
imagen
layout="fixed-height">

Audionota: Guillermo Crisafulli (LU2)

Si bien hoy la idea del municipio es volver a asignarle el mismo destino, pero con una estética completamente renovada, la realidad es que será la nueva administración que asuma en 2024 la que definirá que impronta tendrá el Mercado Municipal.

El subsecretario de Gestión Urbana, Federico Tucat, dejó en clara con que visión se trabaja hoy en el lugar.  

“El uso que tendrá el espacio es el mismo que tenía. Es decir que va a seguir siendo un Mercado Municipal formado a partir de una licitación de los nuevos puestos”, indicó. 

De esta manera quedó descartada la posibilidad, mencionada en algún momento, de reconvertirlo en un gran patio de comidas.

Más allá de eso, el funcionario mencionó que esa refuncionalización llevará su tiempo. 

“Falta mucho para la etapa de reapertura”, detalló, considerando que al menos lo que resta del año estará dedicado a tareas relacionadas con brindar seguridad del lugar, precisamente una de las causas que llevó al cierre de las instalaciones. 

Ya se retiró la estructura metálica que rodeaba el exterior del edificio a la altura del entrepiso y se trabaja en el retiro de aberturas de distintos locales, la demolición de algunas placas divisorias, tabiques y cortinas. De este modo se irá generando una planta libre, que luego permitirá pensar en otro diseño y distribución.

“Una vez que finalicemos con el desmonte y demolición interior seguirás la etapa de renovación de las redes de gas, incendios y electricidad”, agregó Tucat.

Por otra parte, mencionó que, si bien todavía algunos locales siguen funcionando, la situación de los mismos “está resuelta” y su mudanza está atada a algunas adecuaciones de los locales donde se van a trasladar, fuera del edificio.

En otras manos

De todos modos, como mencionamos, hay una cuestión que no es menor y no se puede ignorar: habrá un cambio en las autoridades municipales. 

Sea que haya continuidad del oficialismo o que se imponga un candidato opositor, será alguno de ellos quien en definitiva resuelva que destino tendrá el lugar, considerando además que todos el sector aledaños al mercado se ha modificado sustancialmente con la peatonalización de sus calles. 

La abogada Nidia Moirano, candidata a intendente por Juntos por el Cambio, mantiene la misma idea que hoy se maneja desde la comuna. 

“Va a seguir siendo Mercado Municipal, pero tendrá reglas claras”, señaló. 

La idea de la actual senadora es “potenciar a los productores locales y regionales, buscando que lleguen al consumidor sin intermediarios” y de esa forma  “garantizar la calidad de los productos y un mejor precio al eliminar los eslabones en las cadenas de producción”. 

Por otra parte, mencionó que el edificio será un lugar “seguro, moderno y accesible”, al disponer de una nueva red de incendios, gas y electricidad, además de baños públicos y cambiadores. 

“Tendrá un código estético único, que lo haga agradable para los ciudadanos y se integrará con la nueva propuesta peatonal de calles Arribeños y Anchorena además de la recuperada Plaza Ricardo Lavalle”, detalló.

El precandidato por Unión por la Patria, Federico Susbielles, tiene una visión más abarcativa sobre la situación, poniendo especial énfasis en la historia del edificio y en su importancia como parte del centro de la ciudad.  

“Entiendo que el mercado tiene que tener un equilibrio entre su trayectoria y poder albergar, como muchos mercados del mundo, una combinación de espacios gastronómicos con otros destinados a ventas tradicionales. Para eso se necesita generar un ámbito moderno, atractivo, con buena sinergia cultural y comercial”, señaló.

El actual titular del Consorcio de Gestión del Puerto entiende que el cambio debe ser parte además de un plan global de puesta en valor de todo el centro. 

“Bahía Blanca necesita y merece una intervención que lo ordene, en materia de cartelería y de equipamiento, tener una estética que eleve su calidad. Del mismo modo que debemos pensar una estrategia de preservación de los edificios, de recuperar sus fachadas,  hay muchos inmuebles que embellecer y el mercado tiene que ser parte de esa estrategia de puesta en valor”.

El contador Andrés de Leo, candidato a la jefatura comunal por la Coalición Cívica, también tiene una visión sobre el destino del lugar. 

“Mi criterio apunta a, una vez que la planta baja esté en buenas condiciones, convocar a un concurso de ideas para ver que uso se le puede dar para que genere la concurrencia de la gente y aporte al embellecimiento del lugar, un sitio donde pasar buenos momentos”.

Para De Leo la propuesta de un mercado municipal es interesante pero pensada en otra ubicación. 

“Habría que pensar en emplazamientos más convenientes, en sectores donde tengan acceso las familias más vulnerables, donde adquiera un verdadero sentido social”, detalló. 

En ese sentido mencionó que además debería ofrecer directamente la mercadería del productor al consumidor, de modo de tener los mejores precios. 

“Tiene que generar un beneficio para los que más lo necesitan”, finalizó.

El economista Oscar Liberman, candidato por Avanza Libertad, señaló que su espacio tiene a un grupo de especialistas analizando la situación, para ver cuál podría ser el desarrollo más conveniente. 

“Mi impresión es que el mercado nunca debió haber cerrado. Si había que mejorar las instalaciones por cuestiones de seguridad se hubiese podido buscar la forma de hacerlo sin interrumpir su operatividad. Fuera de eso, mi idea es que allí se debe generar un nuevo mercado municipal, con las mismas características del que estaba en cuanto a la diversidad de ofertas”.

Como se ve, no existe una única visión sobre como reconvertir el sitio. Aunque hay una idea en común de ponerlo en valor y modernizarlo en función de potenciar su uso y hacerlo atractivo.

Una historia singular

El mercado municipal existe, como idea concreta, desde 1951, cuando el intendente municipal Norberto Arecco obtuvo el visto bueno del Concejo Deliberante para proceder a la expropiación del edificio donde, desde 1892, funcionaba el Mercado de Abasto, ocupando la manzana delimitada por calles Donado y O’Higgins, entre Arribeños y Olivieri. 

Cerca de 80 locales funcionaban en ese edificio, que por las características propias de su funcionamiento se había vuelto completamente inconveniente para el centro, una suerte de “república nocturna”, plagada de ruidos y gritos en la madrugada, generando excesos de residuos, olores, suciedad y roedores, entre otros males. 

Ya en 1902 se mencionaban sus falencias. Se decía que era “una heladera grande y sucia” en invierno, “un horno ardiente” en verano, y que los olores que emanaba conformaban “un peligro de asfixia” al tiempo de ser, las instalaciones, “una hipoteca moral para las mejoras urbanas”.

En 1948 una comisión integrada por médicos, veterinarios y técnicos sugirió la necesidad de modernizarlo, “por razones de orden estético y sanitario” y de no ser posible esa intervención, directamente “hacerlo desaparecer”.

El primer paso de la administración de Arecco en 1951 fue declarar de utilidad pública el edificio y proceder a su expropiación. Para eso se pagó 3,2 millones de pesos a la sucesión de Tomás López Cabanillas y Leónidas Lucero, propietarios del bien. 

La municipalidad se hizo así del edificio de 5.700 m2, con la idea de generar un nuevo complejo.

Resuelta la expropiación, la comuna convocó a licitación para demoler el edificio y, por otro lado, a un concurso de anteproyectos para construir uno nuevo. El mismo contaría con dos subsuelos, planta baja y cuatro pisos superiores, todos destinados a los puesteros. El destino: alojar un mercado modelo municipal. 

A mediados de 1951 se recibieron los proyectos, que fueron exhibidos en el hall del palacio municipal, y a fin de ese año se firmó contrato con el arquitecto Miguel C. Rocca, merecedor del primer premio. La preparación de los planos para licitar la obra –que fue bautizada “Mercado Presidente Perón”-- demandó más un año y recién a principios de 1953 se la pudo licitar. 

Arecco no logró avanzar mucho más. Cuestiones técnicas obligaron a declarar desierta la licitación para la construcción y luego distintos sucesos y urgencias fueron postergando el emprendimiento hasta quedar finalmente relegado. 

El golpe de estado de septiembre de 1955 mandó al archivo todo lo actuado.

Lejos de agotarse, la idea de modificar el uso y la estética del viejo mercado de abasto siguió vigente mientras seguía funcionando. 

En 1966, el intendente Luis María Esandi convocó a un nuevo concurso nacional de anteproyectos para un nuevo edificio que tendría similares características al planteado por Arecco salvo que los pisos en altura funcionarían como cocheras. Fue la convocatoria más exitosa de la historia local, con 47 proyectos recibidos, procedentes de todo el país. 

Un jurado de lujo, que incluyó al arquitecto tucumano Eduardo Sacriste y la participación de los arquitectos José María Pascualetti y Pedro Doiny Cabré, eligió por unanimidad la propuesta de los arquitectos Mario Goldman, Horacio Ramos y Emilio Gómez Luengo. 

Han transcurrido casi 60 años del concurso y Mario Goldman guarda el mejor de los recuerdos de la obra. 

“Éramos muy jóvenes, recién recibidos y ganar ese concurso fue algo maravilloso”, recuerda hoy desde su estudio en Buenos Aires. 

La propuesta, explica, “no era nada especial, en cuanto daba respuesta a lo que pedían las bases: una planta baja para mercado y los pisos superiores para cocheras. Creo que lo que nos hizo ganar fue como resolvimos el acceso a las cocheras, abriendo una calle en la parte posterior del edificio y entrada mediante dos rampas”. 

Goldman participó de la dirección de la obra, con lo cual visitó de manera periódica la ciudad.

“Tengo el mejor de los recuerdos de Bahía Blanca, más allá de que nunca volví después de esa obra”.

El viejo mercado se demolió en 1969 y la nueva obra fue inaugurada en septiembre de 1971, por el intendente Mario Monacelli Erquiaga. Tenía capacidad para 59 puestos y se dijo entonces que daba “una respuesta adecuada al crecimiento de la ciudad”, con “una funcionalidad y visión de futuro” que la hacía “una de las más completas en su tipo en Sudamérica”. 

En 1993 el complejo fue bautizado “Mercado Municipal Comunitario don Eugenio Martínez”, en memoria de quien fuera intendente electo entre 1973 y 1976. En octubre de 2022 se cerró una etapa de 51 años.

La mitad del terreno

Una situación particular se generó atento a que el nuevo edificio ocupó la mitad del terreno disponible, con lo cual la otra mitad, con frente a calle O’Higgins, quedó disponible. Se sucedieron entonces distintas propuestas. 

Hubo empresas que presentaron sus proyectos para construir edificios, la municipalidad planteó lotear y vender los terrenos, otros se inclinaron por generar un espacio verde. 

Mientras tanto el lugar funcionó como improvisada playa de estacionamiento. Recién en 1977 se definió el destino cuando aceptó la propuesta de la firma Di Tullio para construir en el lugar la “Plaza del Sol”, como parte de un (fallido) emprendimiento hotelero a realizar en O’Higgins y Saavedra. 

El paseo fue inaugurado en 1978, y rebautizado en 1994 como plaza Ricardo Lavalle.

Otra singularidad de esta historia, es que en todo el sector que ocupa el mercado y la plaza, funcionó durante dos décadas (1842-1862) el cementerio local, antes de su traslado a la actual plaza Pellegrini, primero, y a la loma donde funciona hasta la fecha, después.

Eso ha generado algunos mitos y leyendas sobre el lugar, sobre todo por algunos emprendimientos edilicios fallidos o por el poco uso que ha tenido la plaza Lavalle.