Bahía Blanca | Viernes, 19 de abril

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Cerro Tres Picos: una calle que no se agota en una cuadra

Es una única cuadra para una calle de pavimento articulado, árboles frágiles y una delicada arquitectura.

 "Las calles y sus veredas, los principales lugares públicos de una ciudad, son sus órganos más vitales. ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente al pensar en una ciudad? Sus calles. Cuando las calles ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés; cuando presentan un aspecto triste, toda la ciudad parece triste". Janes Jacob

No deja de ser una particularidad. Una calle de una cuadra de extensión, que cruza y divide en dos a un manzana y que no tuvo nombre hasta 2008, cuando se la bautizó “Cerro Tres Picos”.  La arteria nace al 2500 de Estomba, paralela a Indio y José Hernández, entre Nicaragua y Alvarado.

Es la de las pocas del barrio que está pavimentada, lo cual sugiere que ha sido el resultado de un acotado contrato vecino-empresa. La terminación es de pavimento articulado, en muy buen su estado, por ser nuevo y favorecido por el escaso tránsito vehicular.

Unos pocos árboles han sido plantados que en pocos años modificarán un paisaje que hoy aparece un tanto ralo. La arquitectura, de líneas modernas y minimalistas, va marcando también una tendencia.

La modernidad al palo

La arquitectura de la cuadra es similar a la que se viene imponiendo en varios barrios nuevos. Casas de estética moderna, así llamado el movimiento que a partir de 1920 planteó una nueva manera de diseñar, buscando emparentar una vivienda con un automóvil (arquitectura racional) y también de relacionarla casa con su lugar de emplazamiento.

Es una alternativa a los chalés ladrilleros, de cubiertas de tejas de varias aguas y fuerte pendiente. En este caso se imponen los muros revocados o revestidos de piedra, los techos planos y un juego de volúmenes. También aparece el color, dando más vida a la obra.

Las formas, el juego, el aro

Una vivienda abierta a la calle, sin rejas ni muros, con un volumen que se adelanta con una ventana apaisada, local que se supone cocina. Dos árboles al frente son parte de una apuesta y de una propuesta. Crecerán poco a poco, se fortalecerán, es también otra manera de echar raíces.

La línea municipal materializada con pilares y una viga corrida, con transparencia a partir del uso de rejas. La planta alta es un cubo, con dos ventanas corridas para recibir el sol de la mañana. Un árbol que muta sus hojas al morado anticipa la llegada del invierno.

Otro ejemplo de transparencia, ventanas corridas, apaisadas, horizontalidad y color. Es en parte el minimalismo, el que se apoya en el “menos es más” de Mies van de Rohe, en que “lo sencillo impacte” de Peter Zumthor.

Juego de contrastes de volúmenes y de colores, lejos de toda simetría y con la dinámica que aporta el juego de ventanas de distintos tamaños. La chimenea marca una presencia y con sus colores muestra que es parte de la casa pero que también se eleva.

Paisaje urbano poco habitual para estos tiempos. Dos chicos jugando a la pelota en la calle y un perro que acompaña, entre el silencio y la tarde que cae. La tranquilidad de un barrio.

Llegando a la esquina de Nicaragua marcan su presencia tres sauces, que a despecho de la falta de un arroyo cercano se las arreglan para crecer. Son los encargados de modificar el paisaje.

Un conjunto multifamiliar en construcción. Pareciera quieto, pero a poco de ser terminado. Sumará familias a la cuadra con sus unidades tipo dúplex. Es posible anticipar además algún color.

En la esquina de Alvarado, de cara a la calle, un aro de básquet. Infaltable en la capital de ese deporte. Faltan las redes, que en el espacio público generalmente son metálicas y favorecen el sonido de la pelota al ingresar.

Final

Es una calle de una cuadra. Con una fisonomía definida y parte de un sector que hasta hace algunas décadas era el suburbio, campo abierto y deshabitado, “del otro lado del Maldonado”. Su nombre refiere a la mayor elevación de la provincia, un cerro de 1.239 metros en el sistema de Ventania, nacido por un pliegue de la tierra hace 400 millones de años, en Pagea, el único supercontinente que entonces existía en el planeta.