Bahía Blanca | Martes, 07 de mayo

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La tragedia en primera persona: dos historias en medio del dolor

Leonor, del barrio Fonavi, y Milva, de Palihue, son apenas dos de los miles de rostros que ilustran la magnitud del desastre ocurrido en nuestra ciudad.

Fotos: Samanta Marco-La Nueva.

A 24 horas del trágico temporal que azotó a Bahía Blanca, que se llevó la vida de 13 personas y causó graves daños en toda la ciudad, la situación persiste desoladora: árboles derribados, cables dispersos, viviendas gravemente dañadas y residentes sumidos en la desesperación son la cruda realidad que se vislumbra en los diversos sectores del ejido urbano.

"Cuando empezó el viento fuerte, comencé a preparar el bolso para irme", contó Leonor, una vecina del barrio Fonavi.

La mujer dijo a La Nueva. que se le voló el techo de su vivienda y que se le mojaron las paredes, motivo por el cual tuvo que ir a pasar la noche a otro lugar. "Corrimos todas las cosas a la única habitación que tenemos sana. No tenemos agua ni luz", dijo.

Luego, explicó que había vivido una situación similar hace algunos años y, mientras relataba el momento, comenzó a llorar. "La primera vez la pasé muy mal porque mi hija era muy chiquita, tenía 4 meses y ahora tiene 38 años", dijo visiblemente emocionada.

Milva, una vecina del barrio Palihue, también se vio afectada por la turbonada. La mujer detalló que cuando comenzó el trágico evento estaba en su casa.

"Primero, arrancó como una tormenta de lluvia, pero después el viento se volvió cada vez más fuerte", contó.

Y dijo que debió irse de su vivienda, al igual que Leonor. "Me fui a la casa de mi mamá. Cuando salí no veía nada, la noche parecía más oscura y se empañaban los vidrios del auto. A veces, tenía que bajarlos para mirar las ramas y los cables. Iba muy despacio", contó.

Milva hizo regresó a su hogar con muchas lágrimas en los ojos, según contó. "No puedo creer el desastre que es todo. No quedó nada de nada", dijo.

Justo a la vuelta de donde vive, un árbol cayó y provocó un serio escape de gas. La situación se solucionó durante la madrugada, pero el susto en los vecinos se agravó aún más.

Estas historias se multiplican por cientos en toda la ciudad, y no son más que una muestra de la difícil noche de sábado que debieron soportar, amén de esas 13 vidas que no se recuperarán jamás y que seguirán doliendo aún más con el correr del tiempo.

Llevará mucho tiempo reconstruir parte de la arquitectura y retirar los árboles caídos en las calles. Sin embargo, este trágico suceso dejará una marca triste y perdurable en la memoria colectiva de los bahienses.