Bahía Blanca | Jueves, 09 de mayo

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Matute Martínez cumplió con lo prometido una noche de juntada con amigos

La historia comenzó a escribirla el 5 de noviembre de 2022, con Emiliano Menéndez y Santiago Tomassini.

Matías y Sebastián. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

Twitter: @rodriguezefe

Instagram: ferodriguez_

 

La regada cena entre amigos en la casa de Matute había generado una de esas largas charlas en las que se habla de todo, a veces sin decir nada, y otras que por alguna situación puntual quedan grabadas -o escritas- tal cual sucedió el 5 de noviembre de 2022.

Entrada la noche, el entrenador Emiliano Menéndez desafió a su amigo y jugador Matías Martínez: “Si salís campeón con Napostá venís a jugar a Barracas y traes a tu hermano. Pero lo firmamos, ¿eh?”.

Matute aceptó. Y Santiago Tomassini, el otro integrante de esa mesa, como buen futuro abogado que era se encargó del escrito y de certificar el cumplimiento de las firmas, incluyendo también la personal para ser las veces de asistente técnico.

Esa simple hoja arrancada de una agenda se convirtió en todo un documento para Emiliano.

“Valía oro”, reconoce hoy. Por eso en su momento la atesoró.

Matute era un fiel seguidor de Barracas, llegando a generar vínculo con el plantel y la dirigencia. Así s convirtió en uno más, aunque todavía era jugador de Napostá.

Hasta que la noche del 5 de junio de 2023, con un abrazo en medio de los festejos del campeón de Primera, llegó la confirmación: “Ahora vamos para el Bosque”, le aseguró Matute a Emi.

Y acá están, siendo una de las revelaciones del torneo de Segunda, con ocho triunfos consecutivos.

Claro que no fue sencillo cumplir lo prometido.

“Intenté convencer varias veces a este (por Sebastián, su hermano) pero me decía ‘no, no, no, ni en pedo’”.

“Es que yo me había retirado”, aclara Seba.

La insistencia, algunos vínculos, la colaboración de Mauro Montanaro para convencerlo y la cercanía con el club -“vivo a una cuadra”, apunta Seba-, sumó para ir modificando su postura inicial.

“Se armó un lindo combo”, argumentó.

“Ahí empezamos a buscar jugadores, la fuimos remando”, recuerda Matute.

El desafío estaba en marcha. Los hermanos se habían unido para jugar juntos por primera vez, más allá de haber compartido algún equipo de menores.

“Después de Estudiantes, él –indica Matute- se fue para Comercial, la rompió toda en Segunda y yo me quedé en Primera. En pandemia dejó de jugar y ahora nos encontramos”.

Son tres hermanos: Lorena, de 38 años, Sebastián (35) y Matías (33).

Su papá, Jesús (falleció en 2010), los llevó por primera vez a Velocidad, donde dieron los primeros piques. Más tarde, y poco antes de irse a vivir frente al Luis Álvarez del barrio San Martín, les dio la opción entre Estrella o Estudiantes. Y el Casanova les llenó el ojo.

“No sabíamos nada, lo elegimos cuando vimos la cancha”, cuenta Sebastián.

Los dos siguen caminando juntos, comparten más que equipo: tienen una distribuidora y también coinciden con las amistades. Aún así, todavía se están descubriendo.

“Afuera de la cancha nos conocemos, pero no adentro, porque pasaron muchos años, él generó su juego y su carácter y yo el mío”, aclara Seba.

“Mucha gente nos decía que íbamos a pelearnos adentro de la cancha, como tirando mala onda, más que nada porque nos conocen por separado –agrega Matute-, pero nosotros nos conocemos un montón, cada uno tiene su temperamento y sabemos por dónde ir. Solamente de chicos nos agarrábamos del cogote cuando jugábamos a la play, je, je”.

Y el propio Matute compara: “Tenemos diferentes maneras de expresarnos, pero somos los dos temperamentales; yo tengo una personalidad más avasallante, soy más eufórico, entonces, nos complementamos para llevar un equipo adelante. De lo contrario, yo me pelearía con todos. Porque no entiendo muchas cosas de la categoría y él me habla y tranquiliza”.

“La personalidad es un tema –admite Seba- porque yo también soy caliente, pero al verlo tan eufórico tengo que bajar un poco, porque si los dos vamos al mismo nivel explota todo”.

Por todo esto significaba una verdadera incógnita cómo resultaría tenerlos juntos en un equipo.

“En principio era todo un desafío dirigirlos, porque nunca se habían juntado en categorías mayores”, reconoce el entrenador Emiliano Menéndez.

“Si bien tienen su trayectoria y ganaron mucho, los dos siguen con hambre, ganas y responsabilidad”, destacó.

“Esa competencia, carácter y entendimiento que tienen ellos significa tanto para el entrenador como los compañeros una exigencia que levanta el nivel del equipo. Aportan un montón desde el juego y también desde la personalidad y el carácter, no le esquivan al barro, les gusta ir al frente”, elogió.

También está el lado B de los Martínez.

“Tienen un carácter muy particular, son muy efusivos y transparentes; por momentos esa propia competencia los pone insoportables. Pero entendí que no hay que luchar contra eso, sino dejarlos expresarse y descargarse. Una vez que sucede –opina el DT- y si se ponen a jugar, te liquidan. Por momentos son indisciplinados tácticamente, pero siempre están leyendo el juego, quizás un segundo antes, y generando algo. Por eso uno está tranquilo teniéndolos dentro de la cancha. Debe ser difícil enfrentar a los dos, porque son de otra categoría”.

-Matute, ¿ustedes cómo se veían desde afuera de la cancha y cuánto cambia compartir adentro?

-Yo sabía de su calidad. En Segunda es un jugador muy respetado. Hacía tres años que no jugaba y lo seguían llamando, no sé si hay otro caso así en la historia. Estoy muy contento de que haya vuelto a jugar, que podamos competir en un club que no estaba muy bien visto. De a poquito va cambiando todo, en lo deportivo, lo social, faltan que se sumen familias, pero es un club abierto.

En la comparación de logros, Sebastián supera a Matías.

“Ganó más que yo, por eso me apoyo en él”, asegura.

El escolta tiene un ascenso con Comercial en 2010, otro con Barracas en 2016 y una final, en 2019, jugando para Argentino.

-¿En qué se diferencia este Barracas al de 2016?

-Había muchos jugadores: el Chino Trellini, César Massa, Monta (Montanaro), Carci... Teníamos un equipo contundente. Y Juanse Palumbo era el técnico.

-¿Se están entusiasmando con lograr una campaña similar?

Matute: Estamos tratando de bajar un poco la expectativa, porque cuando arrancamos se notó una movida, por mi llegada, por él que se sumaba, más Santi Busetti, Monta... Tenemos muchos Sub 23, algunos de 24/25 y después llegamos nosotros. Las expectativas son altas, pero nosotros tratamos de bajarlas, porque sabemos que están El Nacional, Altense... Hay equipos con jugadores pagos. Nosotros, en cambio, armamos un equipo intentando ser lo más correcto y serio posible.

-¿No cobra nadie?

-No. Por eso el armado fue un combo: “¿Che, venís? Bueno, no hay un mango, pero podemos llegar a competir...”.

-¿Qué cambia desde la exigencia y responsabilidad?

Sebastián: Es la primera vez que estoy en un equipo en el que nadie cobra y noto que acá se hace todo más natural.

Matute: Los chicos que vinieron no lo hicieron por lo económico, sino por lo deportivo. Cada uno tiene su laburo. Para mí, el tema de los sueldos se fue de las manos en el básquet local, no estoy de acuerdo. Yo no vivo del básquet. ¿Te genera una responsabilidad? Sí. ¿En cuánto influye? No sé. Mi responsabilidad es con el equipo, no porque cobre dos mangos. Yo quiero sentirme bien y no hacer papelones.

-¿Hoy sentís más de responsabilidad sabiendo que el equipo gira un poco entorno a vos?

-La presión me la pongo yo mismo. Pero más que nada por querer ayudar, aunque reconozco que mi personalidad no siempre me favorece. A veces lo admiro a él (Sebastián), porque mantener la templanza para jugar en Segunda no es fácil. Inclusive, a veces hasta los jueces empiezan a distorsionar un poco el juego. Hay que estar tranquilo. Hay cosas que yo no entiendo de la categoría. El básquet es más simple de cómo se juega en Segunda. También, se está mezclando mucho con el básquet moderno, el agarrar y tirar, pero no somos los Golden State. Con jugadores que entiendan un poquito, marcás la diferencia.

-Bueno, pasado el tiempo, ¿vos Matute podés decir que la propuesta de Emiliano fue la excusa para seguir?

-Yo me aferraba a diferentes cosas para encontrar motivación. Jugar en Primera te desgasta mucho. Fijáte que estamos entrenando a esta hora (15:30) y no pienso cambiar el horario. Esa era una de las condiciones, por el tema del cansancio, el laburo, la responsabilidad... A veces son aspectos que no se tienen en cuenta y son muy importantes si querés rendir.

-¿Y de tu parte Seba, por qué el sí?

-Porque también tenía un poco de ganas. Siempre extrañé. Es más, estuve jugando Maxi Liga con un lindo grupo que se armó de Estudiantes y me había quedado esa sensación de haberme retirado por la pandemia. Me faltaba un buen final.

-Bueno, ¿volviste motivado por “la foto final"?

-Y... Sí, me motivó. Estamos trabajando para eso.

Matute cumplió con la promesa y Matías lo acompañó.

Los hermanos Martínez sean unidos...