Roberto Carlos: a 25 años de un tiro libre que todavía maravilla y sorprende
El tiro libre de Roberto Carlos de 1997, frente a Francia, sigue siendo un singularidad por su trayectoria.
Mario Minervino / [email protected]
En 2010, un grupo de físicos del Politécnico ESPCI y Ecole en París explicó en detalle la singular trayectoria que tomó una pelota en el tiro libre ejecutado el 3 de junio de 1997 por el brasileño Roberto Carlos, disparo que derivó en uno de los goles más atractivos de la historia del fútbol y que, se decía, "desafió las leyes de la física".
Para aquel remate, registrado en un encuentro amistoso entre Brasil y Francia, Roberto Carlos puso la pelota a 35 metros del arco, tomó una carrera de casi 15 metros y le dio con tanta fuerza y precisión a la pelota que ésta describió una trayectoria casi increíble, hasta terminar dentro del arco.
La explicación ofrecida por los científicos no requirió de demasiado estudio ya que la pelota simplemente se limitó a cumplir, de manera exagerada, es cierto, con el denominado “efecto Magnus”, así llamado en honor al físico Heinrich Gustav Magnus, quien en 1843 detalló el particular fenómeno que afecta a un objeto que se traslada y a su vez rota sobre su eje, el cual termina por describir una trayectoria curva.
Para que eso ocurra intervienen varios factores, desde la potencia del golpe dado al objeto, la velocidad que toma, la distancia querecorre y, un componente clave, que el mismo vaya rotando sobre su eje. En términos futboleros: al pegarle con chanfle a la pelota, ese efecto va generando fuerzas adicionales y la pelota comienza a describir una curva.
La física explica el fenómeno de esta manera: Al trasladarse la pelota en el aire y al mismo tiempo hacerlo girando, se generan dos corrientes aire diferentes en cada cara del balón, una que juega a favor del sentido de giro, otra que busca frenarlo. Se verifica entonces una diferencia de presión entre ambas caras de la pelota, la cual se traduce en la aparición de una nueva fuerza, perpendicular a la trayectoria, que empuja al balón y va curvando su recorrido.
Aquel disparo de Roberto Carlos alcanzó una velocidad de 180 km/h, con una gran rotación a partir del potente golpe con tres dedos. De allí que, a poco de llegar al arco, la fuerte diferencia de presión en ambas caras del balón generó un empuje que lo desvió de manera notable hacia el arco.
El efecto Magnus: la diferencia de presión genera una fuerza que curva la trayectoria de la pelota.
El llamativo recorrido del balón se advierte con claridad en la filmación tomada desde atrás del pateador. La pelota parece destinada a terminar en la tribuna pero poco antes de llegar al arco toma la fuerte curva final. El arquero francés, Fabien Barthez, que hacía “vista” al advertir que a pelota se alejaba del arco, se encontró de pronto con el impresionante remate alojado en la red.
Passarella en Ecuador, con Magnus venido a menos
El maravilloso tiro libre de Roberto Carlos trae a colación una mítica frase del ex DT del seleccionado nacional, Daniel Pasarella. En 1996, el seleccionado argentino fue derrotado por Ecuador, eliminatorias el mundial de Francia 1998, por 2 a 0, en partido disputado en Ecuador, a 2800 metros de altura.
Passarella, explicó ante la prensa, luego de la derrota, lo complejo que era jugar en la altura y aseguró, como ejemplo de esa dificultad, que, "en la altura la pelota no doblaba”. Passarella detectó esa situación al patearse corners y tiros libres.
Daniel Passarella: la pelota no dobla
¿Puede ser que, efectivamente, Passarella tuviese razón y el efecto Magnus no se verifique en la altura?. No, de ninguna manera. Pero sí es cierto que lo hace con otras características. Ocurre que a 2.800 metros sobre el nivel del mar el aire es mucho más denso y liviano, con lo cual la fricción en una pelota que avanza y gira sobre su eje es mucho menor y la diferencia de presión entre ambas caras es baja. Entonces la fuerza que hace curvar su trayectoria es débil. La pelota dobla, pero mucho menos.
Los físicos aseguran que si el tiro libre de Roberto Carlos hubiese sido en Ecuador, la pelota terminaba cuatro metros afuera, ya que es imposible que se generara una fuerza de empuje lo suficientemente fuerte para desviarla como lo hizo en Francia.
Passarella tenía entonces parte de razón en su famosa apreciación. Pero una verdad a medias. Nunca tan certera, por caso, como la que supo decir el inolvidable Diego Armando Maradona en junio de 2009, cuando aseguró, en su partido despedida, que la pelota no se mancha. Ni en la altura, ni en el llano, ni con Magnus ni sin él.