Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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El frío nos puede hacer mejores

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   Baja la temperatura y en esta cuestión también hay posturas definidas, pues están los que se manifiestan fanáticos del “equipo verano”, los del “team invierno” y podemos tomar una metáfora del ámbito político y ubicar a  aquellos que no tienen una preferencia muy definida en una “avenida del medio”.

   Lo cierto es que hay que desplegar la creatividad, ya sea para disfrutarlo o bien para padecerlo lo menos posible.

   Empezó formalmente el frío e indefectiblemente hay cambios. Vestimenta, comidas, hábitos, esparcimiento, se ven atravesados por las gélidas temperaturas. Y en esta circunstancia cada uno apela a sus recursos tanto materiales como psicológicos; también están quienes carecen de recursos y lo pasan verdaderamente mal.

   ¿El frío impacta en nuestro estado de ánimo?

   Desesperanza, tristeza, dificultades en la concentración, irritabilidad, falta de energía, aumento de peso por un mayor apetito y una somnolencia creciente por la mayor secreción de melatonina, son algunos de los síntomas de lo que se denomina Trastorno Afectivo Estacional.

   Estudios demuestran que ciertas conductas y síntomas comienzan a manifestarse en otoño, se agudizan en invierno y van menguando hasta desparecer al comenzar la primavera; la melatonina y la serotonina son determinantes.

   Aunque pase inadvertido nuestro reloj biológico está regido por cambios asociados a la luz solar, así, cuando llega la noche por disminución de la luz solar, el reloj “intuye” que es el momento del descanso y segrega melatonina, hormona reguladora del sueño.

   A veces dirigimos la mirada hacia otros países y creemos que sus habitantes lo pasan mejor pero “no todo lo que brilla es oro”. Noruega, Suecia, Finlandia y Dinamarca se encuentran entre los países que mayor porcentaje de depresión estacional por el factor de la luz solar.

   El Trastorno Afectivo Estacional está íntimamente relacionado con la falta de luz solar, máxime en ciertos edificios y lugares de trabajo donde solo se dispone de luz artificial, por ende, quien tiene tendencia a la depresión, acusan mucho más las señales debido a la falta del “astro rey”.

   Diversas investigaciones dan cuenta que durante el otoño y el invierno los contenidos de serotonina son menores, incidiendo en el estado de ánimo, el apetito y la satisfacción. Dependiendo la intensidad del trastorno será el tratamiento y va desde la fototerapia, la terapia psicológica y en casos más severos la medicación.

   ¿Las emociones se congelan?

   La cuestión trasciende si uno prefiere el invierno por sobre el verano, pues la metáfora aplica para aquellos que no pueden distinguir lo que sienten, lo que les pasa, ni lo que necesitan, incluso no registran el dolor propio ni el ajeno y se requiere mucho más que calor para revertir esta situación.

   No sé de qué lado estás. Tal vez sos de los que lanzan palabrotas cada vez que hay que salir, o consumís carbohidratos para condicionar la serotonina o tal vez sos de los que disfrutan y hasta tienen la posibilidad de encender una fogata. Más allá del equipo en el que te ubiques, no olvides que también están los que literalmente se mueren de frío; pensar y hacer algo por ellos también es una forma de generar calor.