Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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El 48 % de los argentinos sufrió trastornos de ansiedad en pandemia

El 30% atravesó niveles de depresión significativos, al tiempo que jóvenes, mujeres y personas con antecedentes de trastornos mentales sufrieron más el impacto.

Los indicadores de ansiedad “hay que monitorearlos constantemente porque dan pistas sobre el bienestar general de las personas”.

   Casi la mitad de la población argentina padeció ansiedad durante la pandemia y el 30% atravesó niveles de depresión significativos, al tiempo que jóvenes, mujeres y personas con antecedentes de trastornos mentales sufrieron más el impacto del aislamiento sanitario, según un sondeo realizado en todo el país por el lnstituto de Investigaciones Psicológicas (IIPsi), dependiente del Conicet, y la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

   Los datos surgen de una serie de estudios a cargo de los doctores en Psicología Lorena Cecilia López Steinmetz y Juan Carlos Godoy, quienes evaluaron la salud mental durante la pandemia por Covid en diferentes grupos poblacionales argentinos en 2020 y 2021.

   “Los niveles de ansiedad son particularmente altos y es un indicador para preocuparse”, explicó Godoy, quien se desempeña como director del laboratorio de Psicología del IIPsi y profesor de la UNC.

   En ese sentido, precisó que “un nivel de ansiedad basal es razonable porque nos ayuda a enfrentar los desafíos de la vida, pero pasado ese nivel empezamos a abrir la puerta al desarrollo de otro tipo de problemas psicológicos, algunos vinculados con la gran familia de los trastornos de ansiedad o con el desarrollo de depresión”.

   Para Godoy, los indicadores de ansiedad “hay que monitorearlos de manera constante porque dan pistas sobre el bienestar general de las personas”.

   Sobre una muestra de 1.100 personas residentes en todo el país, el 48% manifestó tener ansiedad; el 29,64% señaló haber atravesado niveles de depresión “clínicamente significativos” y el 42,27% reconoció tener riesgo suicida dignos de consideración. De estos últimos, 19,36% los consideró de riesgo alto y el 22,91% moderado.

López Steinmetz indicó que “el riesgo suicida es algo que no suele ser evaluado por la mayoría de los estudios y claramente es necesario evaluar porque si no se habla sobre eso no se puede ayudar a las personas”.

   “Tanto el riesgo suicida moderado como el alto, requieren atención clínica”, remarcó.

   Las investigaciones fueron realizadas a partir de cuestionarios online estandarizados y validados internacionalmente, al tiempo que fueron utilizadas metodologías transversales en algunos estudios para medir a las personas una sola vez y también recurrieron a estudios longitudinales donde se evaluó a las mismas personas en dos ocasiones para hacer un seguimiento.

   En cuanto a los principales hallazgos que fueron publicados en revistas científicas internacionales como Frontiers y Elsevier, los investigadores encontraron peores indicadores de salud mental en las mujeres, las personas jóvenes y aquellas con antecedentes de trastornos mentales.

   En el caso de las mujeres, una explicación posible de los resultados consiste en que “la pandemia destacó la gran sobrecarga en las tareas de cuidado”, afirmó Godoy.

   En la misma línea, López Steinmetz agregó que desde antes de la crisis sanitaria las mujeres “suelen ser más vulnerables a desarrollar trastornos mentales por las desigualdades de género y la sobrecarga laboral, situación que se vio exacerbada durante la cuarentena”.

   A su vez, el profesional detalló que los resultados coincidieron con los de otros grupos de investigación de todo el mundo y advirtió que “las tareas del hogar siguen siendo atribuidas como si fuesen el rol de la mujer exclusivamente”.

Qué pasó con los jóvenes universitarios

   1. Respecto de los estudios sobre jóvenes universitarios, la presencia de tras-tornos mentales comunes osciló entre 53,29% y 71,59%.

   2. Uno de los resultados inesperados fue que los estudiantes que no tenían antecedentes de trastornos mentales sufrieron mayor impacto negativo.

   3. Las personas con alguna condición de salud mental preexistente, probablemente dispusieron de mayores recursos psicológicos o una red más armada.

   4. “En cambio, la población normal nunca tuvo necesidad de entrenar habilidades psicológicas hasta la situación de pandemia”, según los expertos.