Bahía Blanca | Jueves, 25 de abril

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¿Qué papel debe jugar la Argentina en el comercio mundial de productos lácteos?

“En un mundo que incrementa su demanda, deberíamos producir un 50 % más de leche para exportar con valor agregado”, dijo Francisco Oliverio, de la Fundación Producir Conservando.

Francisco Oliverio, asesor lechero de la FPC. / Fotos: Fundación Producir Conservando y Archivo La Nueva.

Guillermo D. Rueda / grueda@lanueva.com

   “La Argentina, como país, debe definir qué papel quiere jugar en el comercio mundial de productos lácteos en la década que comienza y trabajar para lograrlo”.

   Lo dijo Francisco Oliverio, asesor lechero de la Fundación Producir Conservando, acerca del futuro de la entidad.

   “La producción nacional viene estancada desde hace casi 20 años en los 10,5/11,5 miles de millones de litros”, añadió.

   “Sólo en momentos de estabilidad crecimos sostenidamente año tras año”, dijo.

   “En los 90 la producción aumentó un 7 %, en forma anual, y desde 2000 a 2020 apenas el 0,3 %, según Dairylando”, amplió Oliverio.

   “En un mundo que demanda cada día más productos lácteos, y con las ventajas competitivas que tenemos como país, deberíamos estar pensando en producir —al menos— un 50 % más de leche y exportar más productos alto valor como leches maternizadas, quesos duros, yogures y leches especiales sin lactosa, con más proteína y demás”, argumentó.

   “Para lograr esto necesitamos poder mirar a largo plazo, consensuar un plan sectorial y definir las políticas que nos van a permitir cumplir dicho objetivo”, explicó.

   “Con la mirada siempre en el corto plazo se hace muy difícil proyectar grandes objetivos”, dijo.

   “Pero una vez más depende exclusivamente de nosotros”, sostuvo el asesor de mercados lácteos.

Demanda sostenida

   Actualmente, la leche —y los derivados lácteos— son fuertemente demandados en el mundo.

   China, por ejemplo, viene aumentando las importaciones de estos productos a razón de 9,6 % anual desde 2013.

   “Se cree firmemente que, en el futuro, la demanda seguirá aumentando al ir creciendo cada año los ingresos per cápita de los países en desarrollo, aumentando su poder adquisitivo y consumiendo cada día más proteína animal: carnes más leche”, agregó.

   “Por otro lado, las bebidas vegetales, mal llamadas leches, que buscan competir con la propia leche, vienen creciendo año a año fuertemente en términos de porcentaje contra años anteriores, pero en cuanto a volumen total todavía son una pequeña fracción del negocio lácteo”, manifestó.

La producción de quesos es un agregado de valor en la producción láctea.

   “Son un nicho al cual sólo los consumidores de mayor poder adquisitivo pueden acceder y es bueno que existan, ya que la competencia le ha hecho bien a la cadena en su conjunto”, aseguró.

   Olivero también dijo que, a partir de esta competencia y de la necesidad de los consumidores de saber el origen y cómo se produce lo que comen y beben, es que el sector lácteo comenzó a comunicar más y mejor lo que hace.

   Asimismo, explicó por qué es tan importante —y central— para combatir el cambio climático.

   “Este proceso no es posible sino a través de la fotosíntesis de los pastizales, cultivos y pasturas que, luego, son pastoreados y/o utilizados por los rumiantes, que son los únicos capaces de aprovecharlos y transformarlos en proteína”, dijo.

“Si no hay rumiantes que consuman los pastizales, se envejecen y pierden la capacidad de fijar carbono en el suelo, Así se corta el ciclo del carbono”, indicó.

   Oliverio también comentó que la lechería no escapa a lo que les sucede a muchas industrias.

   “Cada año hay menos productores en el mundo que producen más leche con casi las mismas vacas. ¿Cómo es esto posible?”, se preguntó.

   Comentó el referente de la Fundación Producir Conservando que la producción individual (litros/vaca) en el mundo crece año a año producto de la mejora genética, confort animal, nutrición y demás.

   “Los productores cada vez son más grandes porque, en un mercado tan competitivo, si no tienen escala no pueden hacer las inversiones necesarias para ser eficientes y no salir del negocio”, expresó.

   “Por eso el gran desafío es producir más por animal sin aumentar o reduciendo la huella de carbono”, dijo.

   “El problema está mucho más lejos de la vaca de lo que se dice”, afirmó.

   “Gran parte de la solución al cambio climático pasa por reducir el carbono de la atmósfera y acumularlo en el suelo”, aseveró.

Más eficiencia

   También comentó Oliverio que la lechería mundial viene generando un notable proceso de mejora en la eficiencia en las distintas etapas de producción.

   “Tecnologías como semen sexado; análisis genómico de los toros; aspersores y ventiladores que evitan el estrés calórico en las vacas; retiradores automáticos; collares detectores de celo; robots de ordeñe; suplementos minerales; y levaduras, entre otras, fueron las responsables de que, hoy, una vaca pueda producir más leche por kilo de alimento consumido que la que producía en el pasado”, sostuvo.

   En tal sentido, Jude Capper, la investigadora inglesa, comparó la lechería americana del año 2007 contra la de 2017.

   Sostuvo que, en 2017, se requirió el 75 % de las vacas; 83.6 % de los alimentos; 80 % de la tierra y 70 % del agua con el 25 % menos de desperdicios para producir un litro de leche vs. el año 2007.

   En sólo 10 años lograron que la emisión de metano (GEI producido por los rumiantes) por litro de leche producido se reduzca un 20 %.

   “Las tecnologías, que nos van a permitir alcanzar los niveles de eficiencia que necesita la industria, hoy están disponibles en el mercado”, contó.

   “El problema es el acceso de los productores a ellas, ya que es necesario poder disponer en el mercado financiero créditos razonables y a largo plazo”, concluyó Oliverio.