Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Drogas para la diabetes reducen la mortalidad por insuficiencia cardíaca

La dapaglifozina y la empaglifozina mostraron un impacto muy significativo en la evolución de los pacientes con IC, mejorando la calidad de vida.

La insuficiencia cardíaca es un síndrome clínico que representa la etapa avanzada de varias cardiopatías.

   El cambio de paradigma introducido por una familia de drogas para la diabetes demostró reducir fuertemente las hospitalizaciones y la mortalidad en pacientes con insuficiencia cardíaca.

   Un grupo especialistas presentó los resultados de dos metaanálisis sobre el comportamiento de un nuevo grupo de fármacos utilizados para la diabetes tipo 2, “las glifozinas”, en casi 20 mil pacientes con insuficiencia cardíaca (IC).

   La insuficiencia cardíaca se caracteriza por la imposibilidad del corazón de bombear sangre a todo el cuerpo, lo cual provoca la caída de la presión arterial, una insuficiente irrigación a los órganos vitales, pérdida de peso y de fuerza.

   La IC es un síndrome clínico que representa la etapa avanzada de varias cardiopatías, entre ellas, las valvulopatías, miocardiopatías y cardiopatías congénitas; que extrapolando estadísticas internacionales se estima que afecta al 1,5% de la población de la Argentina, lo que representaría algo más de 700 mil personas.

   Entre los trabajos presentados se destacan dos metaanálisis, con las drogas dapagliflozina y empagliflozina.

   El primero de ellos incluyó un total de 11.007 participantes, en tanto que el segundo comprendió a 9.718 individuos con insuficiencia cardíaca, independientemente de su función ventricular, es decir, de la capacidad de contracción del corazón.

   En ambos trabajos se observó que el uso de drogas como la dapaglifozina y la empaglifozina redujo la mortalidad cardiovascular y las hospitalizaciones por IC.

   “Estas drogas mostraron un impacto muy significativo en la evolución de nuestros pacientes reduciendo la mortalidad, las hospitalizaciones por descompensación y mejorando la calidad de vida, algo muy deteriorado en personas con IC”, dijo Alberto Fernández, médico cardiólogo especialista en Insuficiencia Cardíaca.

   “Además, evidenciaron un efecto protector renal muy importante. Esto no es menor, si se tiene en cuenta que el deterioro de la función renal está relacionado con la generación de insuficiencia cardíaca y es un agravante de su evolución clínica”, agregó.

   La IC es una enfermedad en la que el corazón no puede bombear de manera eficiente la sangre para que llegue a todo el organismo y, en consecuencia, se acumula en los pulmones.

   De esta manera, no se obtiene el oxígeno necesario para el normal funcionamiento del organismo y la congestión en los pulmones provoca dificultad para respirar.

   La falla se puede presentar de manera abrupta (aguda) o establecerse en forma paulatina (crónica). Como consecuencia de la IC, como el corazón es incapaz de recibir la sangre que llega desde la periferia y los pulmones, pueden aparecer cuadros como hinchazón, edemas, congestión y falta de aire (disnea).

   Según Fernández, estas drogas -además- mejoraron el control metabólico, ya que alguna de ellas demostró reducir la aparición de diabetes tipo 2.

   “Todos los resultados se vieron tanto en los pacientes con diabetes como sin diabetes. Un dato para resaltar es que en los individuos con insuficiencia cardíaca con función sistólica reducida (ICFSR), las glifozinas son complementarias al tratamiento con beta bloqueantes, antagonistas de los mineralcorticoides y ARNI (o IECA/AR II), un grupo de medicaciones que junto a ellas constituyen la 'cuádruple terapia', cuya indicación es de rigor en estos pacientes”, aseveró.

   En tanto, Enrique Fairman, médico cardiólogo, afirmó que los progresos en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca han sido extraordinarios en los últimos años y que hasta el advenimiento de las gliflozinas, el tratamiento establecido era con los betabloqueantes (bisoprolol, carvedilol y metoprolol) los antialdosterónicos (espironolactona y eplerenone) y el sacubitril valsartán.

   “Con estos tratamientos se había logrado una reducción significativa de la mortalidad en los pacientes con insuficiencia cardíaca con la función ventricular deteriorada. Pero con las gliflozinas (empagliflozina y dapagliflozina) sumadas al arsenal terapéutico con el que contábamos, para este tipo de pacientes se ha logrado una reducción del 60% en la mortalidad cardiovascular, lo que significa, por ejemplo, en un sujeto de 55 años, una prolongación de la sobrevida de 5,5 años”, subrayó.