Ferrowhite: Un sitio donde se aprende entre todos
Un lugar que cuenta una historia a partir de sus propios protagonistas.
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El reciente aniversario de Ingeniero White sirvió para reflejar, en las páginas de este diario, las actividades de Ferrowhite, un museo que escapa a las características habituales de este tipo de instituciones y que hace de la historia un relato actual, vivo y con futuro.
El museo atesora herramientas salvadas en los años noventa por un grupo de ferroviarios durante la privatización de la empresa de trenes.
“Este museo podría funcionar como el memorial de un mundo que se acabó, pero no es eso. Un museo taller se define menos por las cosas que posee que por aquellas que inventa, por lo que es capaz de aprender a hacer junto a propios y extraños”, explicó Nicolás Testoni, director del lugar.
Ferrowhite funcionó como carpintería, salón de baile, panadería, peluquería, sala de conciertos, corsódromo, archivo historiográfico, herrería, gabinete de costura, tanguería, escenario teatral, café bacán e, incluso, como un museo.
No se trata de un sitio quieto, de exhibición, sino que busca configurar nuevas formas de entender y practicar la vida en común a la hora de contar el pasado o de imaginar el porvenir.
Uno de sus grandes tesoros es la documentación proveniente de la Oficina de tierras y alquileres del Ferrocarril Sud y de Ferrocarriles Argentinos.
Son 700 contratos, fechados entre 1893 y 1985, firmados entre las empresas ferroviarias y casas comerciales, estancieros, horticultores, escuelas, clubes, iglesias y otras compañías, que regulaban el alquiler de campos, quintas y el uso de galpones.
Estudiarlos es clave para entender cómo se estructuró el espacio urbano de Bahía Blanca y sus puertos.
Ferrowhite es un espacio distinto, que vive de la interacción con sus visitantes y con los protagonistas de la historia ferroviaria. Un sitio para visitar, conocer, participar y valorar en toda su dimensión.