Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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El albertismo insiste con la mirada más allá de 2023

La columna semanal de Eugenio Paillet, corresponsal de La Nueva. en Casa Rosada.

   Pese al escándalo por las fotos y videos del cumpleaños de Fabiola Yáñez, que tanto malestar le provocaron al gobierno y hasta se vio reflejado ese daño en las primera encuestas, representantes del albertismo más puro dicen que el proyecto reeleccionista de Alberto Fernández no ha sufrido ninguna querella.

   El dato rondaba desde hace un par de semanas los principales despachos de la Casa Rosada, también en el edificio jefatura de Olivos donde atiende el presidente, y no aflojó pese al sonado caso del OlivosGate que puso en apuro como nunca antes en estos diecinueve meses de gestión a la administración del Frente de Todos.

   Julio Vitobello, Juan Pablo Biondi y Juan Manuel Olmos, el Jefe del gabinete de Asesores que como el secretario General o el vocero presidencial, albertistas de la primera hora que nunca dejaron de trabajar por aquel objetivo, pueden dar fe de que esa aspiración continuista no se ha bajado de las expectativas de todos ellos. “No ha cambiado nada, trabajamos para quedarnos otros cuatro años, porque dos mandatos es el plazo que se ha impuesto Alberto para sacar al país de sus principales problemas como el desempleo, la inflación y la falta de crecimiento”, sostiene uno de ellos cuando lo consultan.

   El dato no sería novedoso si no fuese porque aparece en momentos en que toda la primera plana del gobierno, y de hecho en otras terminales del poder como el Instituto Patria o el massismo del Frente Renovador, parecen dedicados a hacer control de daños del escándalo de Olivos. Más aún luego de que al menos tres encuestas alertaran sobre la pérdida de imagen y hasta de intención de voto de parte del llamado “electorado blando”, como identifican las consultoras a aquel que hoy estaría enojado tanto con la herencia que dejó el macrismo como con la falta de soluciones a sus problemas de bolsillo en medio de la pandemia.

   Para algunos funcionaros que no integran precisamente el círculo más cerrado que trabaja al lado del presidente Fernández, hablar ahora de reelección sonaría disparatado en medio de tantas urgencias insatisfechas que reclama la sociedad, y por caso la creciente protesta callejera de los movimientos sociales, conducidos varios de ellos por dirigentes que son funcionarios del gobierno asentados en el ministerio de Desarrollo Social.

   Otros creen que se trataría más bien de una estrategia para desviar el foco de la atención periodística y ciudadana del escándalo de Olivos y sus secuelas judiciales, en momentos en que el presidente instruye a sus abogados para que establezcan como premisa principal la inexistencia de delito al no haber contagiados en aquella fiesta de cumpleaños, pese a que se violó el Decreto de Necesidad y Urgencia 576/20 que prohibía los encuentros sociales.

   Dicen fuentes gubernamentales confiables que, en medio de esos enjuagues, durante reuniones que se realizaron el último fin de semana en Olivos, el presidente y sus colaboradores tocaron el tema. Alberto, aseguran, cree que perdió dos años de gestión para atender la pandemia de coronavirus, y que los dos años que le restan del actual mandato servirían para empezar a realizar las cosas que no se pudieron hacer para poder atender la emergencia. En esa inteligencia, un segundo mandato sería necesario para completar el plan de gobierno trazado antes de que el flagelo mundial se abatiera sobre estas playas.

   En ese tren de especulaciones no dejó de llamar la atención la afirmación que hizo el martes el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, quien se pronunció a favor de un mandato de ocho años para el presidente. “Nuestro proceso político contempla ocho años para Alberto Fernández para necesariamente darle continuidad a las políticas y a las personas”, se despachó el exintendente de Avellaneda.

   Ultracristinista probado en cien batallas, Ferraresi no es un improvisado en materia discursiva y llegó al gabinete de la mano de Cristina Fernández para reemplazar a María Eugenia Bielsa, una de las “funcionarias que no funcionaban” según la mirada de la vicepresidente.

   Que justamente Ferraresi pida la reelección de Alberto cuando en el cristinismo se menea el nombre de Axel Kicillof, o últimamente en entusiastas diálogos reservados el de la propia Cristina para la sucesión en 2023, es “un dato poderoso” que consolida aquella mirada albertista, dicen en la Casa Rosada.