Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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El hogar que sigue de pie por sus ocho adolescentes

"Rincón de Nuestros Sueños" iba a cerrar sus puertas en marzo porque "no daban los valores". La crisis sanitaria cambió los planes.

Fotos: Pablo Presti-La Nueva. / Edición de videos: Francisco Villafáñez

 Por Belén Uriarte / buriarte@lanueva.com

 

    Los chicos llegan embarrados, sin poder hacer pie. 

   Tenemos que ayudarlos a que hagan pie firme.

   Así, podrán empezar a hacer un montón de cosas.

   Empezarán a caminar dando un pasito para algún lado, aunque se equivoquen.

 

   Alejandro Otero utiliza las palabras que alguna vez escuchó de un pedagogo para explicar el desafío de quienes trabajan en niñez. 

   Es director y fundador del hogar "Rincón de Nuestros Sueños", al que creó hace 11 años para evitar que un grupo de hermanitos, que había vivido en el Patronato de la Infancia, quedara en la calle.

   El hogar funciona en una casa alquilada del barrio Pedro Pico, que están remodelando. Por eso, el escenario no es el habitual.

   El portón y las ventanas están abiertas; hay pilas de ropa sobre un tablón de madera y un par de colchones apoyados en una pared. En una de las habitaciones, dos pintores cambian de verde a blanco las paredes; y en el fondo, empiezan los preparativos para desalojar la sala de dirección que pronto se convertirá en una habitación más. 

   El director dice que estos arreglos permitirán que sus ocho adolescentes tengan un espacio más cómodo y agradable. No es poca cosa: en marzo, antes de que se declarara la cuarentena por la pandemia de coronavirus, el hogar estuvo a punto de cerrar. 

   —Ya no nos daban prácticamente los valores —explica Alejandro en el patio trasero, entre la ropa que cuelga de varias cuerdas—. Al surgir la crisis sanitaria, no pudimos plantear el egreso de los chicos ni movimientos, se suspendió todo. 

   El hogar tiene actualmente adolescentes de entre 14 y 18 años, con distintos trastornos emocionales. Llegaron en situaciones de extrema vulnerabilidad y fueron experimentando algunos cambios.

   —Es muy reconfortante ver que un chico que estaba muy angustiado y rompía todo, de pronto está contento y juega con otros chicos como si nada pasara. 

   Cuando hay un ingreso al hogar, todo el dispositivo de Niñez trabaja para intentar restablecer el vínculo con la familia de origen, abordando las situaciones que llevaron a la separación. De no ser posible, algunos chicos son declarados en situación de adoptabilidad, es decir, están en condiciones de ser adoptados aunque el proceso se torna casi imposible cuando "los chicos son grandes".

   ¿Por qué? La mayoría de las personas o parejas adoptantes prefieren chicos de hasta dos años, tal como detalla el Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires en su sitio web —los últimos datos corresponden a 2018 porque aún se están procesando los de 2019—.

(Clic acá para ampliar la imagen)

   Alejandro señala que han tenido muy pocos procesos de adopción. El último involucró a un chico que egresó en 2017 por mayoría de edad: estuvo un tiempo viviendo con una familia, pero no funcionó y al salir del hogar regresó con su papá biológico. 

   —La mayoría de los chicos que egresan no termina con su familia pero sí con un familiar cercano, y ahí van elaborando su estrategia para valerse por sí mismos. Muy pocos han logrado irse solos y mantenerse solos. También hay que tener en cuenta que hace poco cambió esta ley que les da a los chicos en situaciones de hogares el derecho a cobrar una beca, que es el 80 % del salario mínimo, vital y móvil; hasta los 21 años. 

   —Durante la permanencia en el hogar, ¿la mayoría mantiene vínculo con la familia?

   —Sí, ahora la mayoría de los contactos son vía telefónica. Igualmente es distinto tener un vínculo, que tener una posibilidad de egreso con esa familia. A veces podés mantener un vínculo porque hay mucho afecto, se quieren, pero la posibilidad de convivir se hizo complicada en su momento y se mantienen las complicaciones. Todo el sistema de Niñez trabaja para ver si se pueden corregir y mejorar las condiciones porque vivir en un hogar no es lo que se espera, no es lo que quiere ninguno de nosotros.

   —¿Cómo definís el hogar?

   —Es un lugar donde uno pasa muchas horas de su vida, piensa mucho tiempo, pasa buenos y malos momentos, un lugar que uno quiere mucho. Así es para todos los que están (y pasaron por) acá, de otra forma no se quedarían los cuidadores. La gente que vino acá nunca vino por la plata; o por ahí pensaron que era por la plata y después terminaron quedándose y haciendo un montón de cosas, perdiendo dinero. En todo este tipo de dispositivos, la gente que viene lo hace porque quiere venir, no como un trabajo; entonces se transforma en algo distinto. Son horas que ponés de más, angustias, alegrías, que se te van recompensando solas.

   Desde fines de marzo, el hogar cambió su rutina. Su director señala que "si bien los chicos pudieron adaptarse [a los cambios que genera la pandemia], experimentaron las mismas angustias que el resto por lo que implica el aislamiento; siempre nos caracterizamos por trabajar fuera del hogar, con los clubes, y tuvimos que cortar esas actividades".

   De todas formas, reconoce que cuesta mantener un aislamiento real porque, más allá del personal que entra y sale, los chicos a veces tienen crisis y terminan saliendo, o van a visitar a sus familias por determinación de las autoridades.

   En este contexto, su mayor preocupación es saber qué va a pasar si hay contagios de COVID-19 dentro del hogar.

   —Si alguien se contagia, las instalaciones no dan para tener chicos aislados, el adulto que entre debería hacerlo con todo un equipo de prevención que no es el común, y no tendríamos personal para ir rotando y reemplazando a las personas que cuidan a los chicos. Es algo que hablamos con la Municipalidad y no hay una respuesta. Por suerte no sucedió en ningún hogar, pero estamos muy preocupados porque si llega a suceder no vamos a tener las herramientas; no hay forma de que podamos atender una situación así. 

   Otra preocupación es la mala situación económica. Alejandro dice que si bien se van solucionando algunas cuestiones estructurales, "quienes trabajamos con poblaciones vulnerables, sean chicos o ancianos, siempre somos los que menos presupuesto tienen".

   El hogar tiene dos ingresos: becas provinciales por cada adolescente alojado en la institución —destinadas a gastos que tengan que ver con las necesidades de los chicos, como ropa y alimentación— y un subsidio municipal —monto mensual para gastos de funcionamiento—, que "es nuestro principal ingreso".

   El director cuenta que, con los aumentos que hubo, los ingresos quedaron por debajo de los gastos y los montos no se actualizan desde septiembre de 2019 (en el caso de las becas) y desde enero del corriente (respecto al subsidio). Aclara, además, que la última actualización del subsidio municipal no sirvió para aumentar los sueldos de los trabajadores sino para recuperar el esquema de trabajo, pudiendo cubrir el horario laboral de dos personas, lo que "implica que todos los que estamos en el hogar estamos cobrando lo mismo que en 2019".

   —Desde el Estado nos dicen que están destinando recursos a otros sectores, entonces nuestro sector es como que quedó congelado. El tema del monto por chico es complicado porque nosotros tenemos menos chicos de los que tenemos que tener, por las características de nuestros adolescentes: necesitan muchos acompañantes terapéuticos, entonces además de los chicos están los acompañantes y el personal del hogar; no podemos alojar más.  [...] Por el subsidio, la última vez que se habló fue antes de la pandemia. Podría hablar con la subsecretaria, pero en este momento tiene una situación de gasto social que supera cualquier previsión; creo que no es momento de ir a golpear la puerta por estas cuestiones. 

  —¿Cómo hacen para llegar a fin de mes?

   —Se sigue gracias al esfuerzo de la gente que trabaja acá y algunas colaboraciones. Por ejemplo, ahora estamos pintando la casa para mejorarla, porque estaba en muy malas condiciones, y tuvimos una gran ayuda de una pinturería, del Municipio que consiguió una cooperativa que venga a trabajar con nosotros, y de algunas personas que nos dieron una mano. Se va subsistiendo como se va pudiendo; no tenemos posibilidad de generar otros recursos, porque buscar un sistema de socios implica traer cobradores, promotores, gente que vaya, que te llame, y es una estructura que hay que administrar y gerenciar; no es fácil. 

   En el hogar trabajan 10 personas —incluyendo al equipo directivo conformado por Alejandro y una trabajadora social—, con una carga horaria de 40 horas semanales, a valor de $ 110 la hora.

   —Es todo el personal que hay. Con eso se lava, se cocina, se hacen los deberes, se acompaña a los chicos, se hacen visitas, paseamos, se hacen las compras... Y funcionamos como una cooperativa, vamos viendo cómo destinar los recursos que tenemos a cada cosa.

   "Rincón de Nuestros Sueños" realiza un abordaje institucional pero no terapéutico. Esas situaciones se trabajan por fuera: tienen contacto con el equipo de Salud Mental del Municipio y los chicos asisten a terapeutas particulares que aporta la comuna o a psicólogos/psiquiatras que trabajan en los hospitales públicos de la ciudad. A eso se suma el trabajo de los acompañantes terapéuticos, quienes concurren al hogar; hay chicos que necesitan compañía las 24 horas. 

   —¿Van a continuar con el hogar pospandemia?

   —Tenemos que hablar al conocer el escenario del año que viene. Lo que nos pasó este año es que muchas cuestiones que habíamos arreglado el año anterior con Provincia, al haber un cambio de gestión la nueva no lo avaló. Entonces una reestructuración del dispositivo que se estaba haciendo fue marcha atrás, porque cambió la política de Niñez, no por buena ni mala voluntad. Eso nos dejó en muy malas condiciones: si bien nosotros en algún aspecto funcionamos como hogar especializado para chicos con trastornos emocionales, no está ese reconocimiento. Con la gestión anterior iba a estar; esta gestión plantea que continuemos como hogar común más allá de que alojemos chicos con esas características, lo cual impacta en el organigrama y en la estructura del hogar como así también en la capacidad de contratar personal, de tener sostenimiento, de poder ir a un lugar más grande y de mejores las condiciones. Habrá que ver qué pasa cuando todo se acomode. 

   Mientras se aguarda por la tan deseada pospandemia, el hogar continúa a buen ritmo, mejorando sus instalaciones. No han desaparecido las necesidades ni las preocupaciones, pero sigue habiendo ocho razones para no aflojar. 

   Si algún día se para, que sea porque los hogares ya no son necesarios. Ese es el pensamiento de Alejandro y también, su mayor deseo.

 

Cómo colaborar

   Quienes quieran ayudar pueden escribir a la página de Facebook Hogar Convivencial Rincón De Nuestros Sueños o llamar al número de celular 291-4317062.

   El hogar también tiene una cuenta bancaria para recibir donaciones. El CBU es 0140305101622905275650 (CUIT 30-71153623-6).

 

Hogares en Bahía

   La subsecretaria de Niñez, Adolescencia y Familia, Juliana Cerritelli, indicó que el Municipio cuenta con cinco espacios de acogimiento alternativo de cuidados; y Provincia tiene uno.

   Aclaró que Rincón de Nuestros Sueños "es una ONG que no pertenece al Municipio pero recibe subsidios de dicho ente".

   Si bien desde Niñez no respondieron ante las consultas de La Nueva. sobre la ocupación de los hogares, fuentes extraoficiales estiman que en Bahía hay unos 100 chicos en esos espacios, lo que no significa que todos estén en situación de adoptabilidad.