Bahía Blanca | Sabado, 20 de abril

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Una dieta alta en fructosa exacerba el intestino irritable

En la actualidad, el tratamiento de este síndrome se centra mayormente en incorporar un estilo de vida saludable.

   Molesto, el llamado síndrome de intestino o “colon irritable” se caracteriza por síntomas incompatibles con una buena calidad de vida. 

   En la actualidad, su tratamiento se centra mayormente en incorporar un estilo de vida saludable, que incluya la práctica regular de actividad física y una correcta hidratación, así como en evitar aquellos alimentos que puedan desencadenar o empeorar sus síntomas.

   Ahora, un reciente estudio señala que un componente habitual de la dieta occidental se cuenta dentro de la lista de nutrientes a evitar en las personas con síndrome de intestino irritable.

   El nutriente en cuestión es el que se esconde detrás de la sigla JMAF, el jarabe de maíz con alta fructosa, que suele encontrarse en gaseosas, dulces, productos horneados y otros alimentos procesados. 

   “La creciente incidencia del síndrome de intestino irritable es paralela a niveles más altos de consumo de fructosa en los EE. UU. y en otros países”, declaró el doctor David Montrose, de la Escuela de Medicina Renaissance de la Universidad de Stony Brook, Nueva York, quien dirigió la nueva investigación.  

   En la Argentina, este síndrome tiene una muy alta incidencia: se estima que lo padece el 12% de la población. 

  “Este tipo de trastornos intestinales afectan más a mujeres que a hombres, y es una de los trastornos que más impacto tiene en la calidad de vida de las personas. Además, es la segunda causa de ausentismo laboral, solamente superada por el resfrío común”, explicó el doctor Olmos, de la División Gastroenterología del Hospital de Clínicas. 

   Se caracteriza por la presencia de molestias gastrointestinales bastante inespecíficas, como hinchazón y gases, dolores abdominales, constipación o diarrea. 

   De acuerdo con el Dr. Olmos, a menudo las personas consultan a distintos médicos antes de dar con el especialista y el diagnóstico adecuado. 

   “Se suele confundir al síndrome de intestino irritable con intolerancia a la lactosa, celiaquía y hasta cáncer de colon; por lo que es fundamental acudir al gastroenterólogo cuando aparecen los primeros síntomas”, puntualizó Olmos, que agregó que el estrés acompañado de una mala alimentación favorece a esta afección crónica.

   El nuevo estudio pone bastante énfasis en el JMAF, un elemento ubicuo en los productos de la industria alimentaria. 

   “Nuestros hallazgos proporcionan evidencia de un vínculo directo entre la fructosa en la dieta y el intestino irritable, y respaldan el concepto de que un alto consumo de fructosa podría empeorar la enfermedad en personas que lo padecen –comentó el doctor David Montrose–. Esto es importante porque tiene el potencial de brindar orientación sobre las opciones de dieta para los pacientes, algo que actualmente falta”.

Cómo fueron las investigaciones 

   El estudio que llevó adelante el doctor Montrose partió de la hipótesis de que no solo el JMAF tiene un papel negativo en el síndrome de intestino irritable, sino que un intermediario necesario es la comunidad de microorganismos que viven en el intestino, conocida como microbiota, que median los efectos inflamatorios de la fructosa.

   Las conclusiones del estudio fueron publicadas en la revista especializada “Cellular and Molecular Gastroenterology and Hepatology”.

   Los investigadores norteamericanos realizaron sus experimentos en modelos animales de síndrome de intestino irritable, más precisamente en ratones.