Bahía Blanca | Jueves, 28 de marzo

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Ni carpincho ni ratón hocicudo: cambian al malo de la película en los campos del sur bonaerense

Los productores pretenden precisar los daños que provoca la vizcacha. ¿Volverá a ser considerada plaga?

Guillermo D. Rueda
grueda@lanueva.com

   La impactante sequía de 2009 y 2010 en el sur del sudoeste bonaerense provocó no pocos desastres y consecuencias que, aún, se mantienen. Más allá del retorno a los promedios normales de lluvias, la despoblación de productores en áreas rurales se ha incrementado en forma significativa respecto de otros sitios productivos.

   Esta es una de las explicaciones del retorno de las vizcachas a la zona árida más castigada por las inclemencias climáticas del suelo bonaerense.

   Frente a los reclamos presentados desde la Dirección de Agroindustria del municipio de Villarino a la Dirección de Flora y Fauna bonaerense, el organismo le pidió precisiones a los productores para determinar si corresponde autorizar la caza en carácter de plaguicida o de especie dañina o perjudicial.

   “No sólo son perjudiciales por lo que comen, sino por el daño que le provocan al suelo. Hacen muchas cuevas y hay veces en que, si el terreno es muy blando, hasta puede caerse un tractor queriendo romper las madrigueras”, dijo Fabián Vissani, productor agropecuario de Villarino.

   “Claramente se ven ahora más que en otros años. Y entiendo dos razones para que suceda”, agregó.

   “Una es porque hay cada vez menos gente estable en los campos, que son quienes las van combatiendo para comer. Y la otra es que antes usábamos un producto que andaba muy bien para eliminarlas (NdR: Racumin), pero fue prohibido. Los de ahora no son tan efectivos. Es decir, los dos controles son cada vez más limitados”, sostuvo Vissani, quien tiene su campo a 15 kilómetros al sur de Algarrobo.

  Respecto de los perjuicios, dijo que afecta principalmente a las pasturas naturales.

Fabián Vissani, ganadero de Villarino.

   “Todo lo que consume el bovino se ve afectado en un amplio radio respecto de la vizcachera. Hace un tiempo trabajé en unas 140 hectáreas, de las cuales 100 estaban dañadas”, relató.

   “Durante la sequía se comían todo y costó largo tiempo para que llegaran los pastos buenos; sólo venían pajas vizcacheras. Es más, hoy, esos manchones siguen así y no con pasto de alta calidad. Se mató todo lo bueno”, añadió.

   En cuanto a la caza deportiva, el productor dijo que, si es como en el caso de la liebre, existe mucha reticencia de los dueños de los campos para dejar entrar a los cazadores.

   “Yo doy permiso, pero a una sola persona y de mucha confianza. Y sé que lo hará para su consumo. Podría ser un problema si entra alguien sin autorización al campo”, sostuvo.

   “¿Si la carne de vizcacha es rica? Riquísima. Y no sólo en escabeche", aseguró.

   Vissani extendió el daño que existe en los campos, en semejanza con la vizcacha aunque en menor volumen, a los producidos por la liebre europea y por el peludo.

   “Los dos hacen cuevas muy parecidas a las de las vizcachas. Es algo que nos debería ocupar también”, afirmó.

   “La vizcacha es una especie nativa que, cíclicamente, tiene aumentos poblacionales que generan problemas para la agricultura. Está claro que ha estallado un repoblamiento”, dijo Miguel Angel Cantamutto, director del INTA Hilario Ascasubi.

   “Hay un importante despoblamiento de los campos por parte de los productores. El consumo de la vizcacha, como fuente de alimento, está instalado en el ámbito rural. Pero si no hay gente que la cace, disminuye el factor de control y aumenta la densidad poblacional”, definió.

   “Por ahí en un campo hay algún control, pero migrarán y seguirán generando problemas. ¿Cuáles? cuevas, consumo de pasto y dificultades para el movimiento de hacienda”, expresó.

   Cantamutto —en diálogo con La Nueva.— también explicó que en los alrededores de las vizcacheras existen una o dos hectáreas en las que no crece el pasto, ya que lo van consumiendo y hacen caer la producción.

   Respecto de los métodos de control, el titular del INTA dijo que los productores lo hacen con pastillas de fosfuro de aluminio en las cuevas.

Miguel Angel Cantamutto, director del INTA Ascasubi.

   “Es frecuente, pero conlleva algún peligro. La caza es más efectiva y prudente, ya que la vizcacha se caza fácilmente de noche con reflectores; incluso, de modo más sencillo que la liebre. En algunos lados también se ponen trampas”, explicó.

   En cuanto a una eventual autorización de la caza para la comercialización, Cantamutto no lo descartó de plano.

   “Habría que habilitar salas de procesamiento de nivel municipal, ya que difícilmente se pueda lograr una comercialización a escala provincial. Es una carne muy sabrosa y muy apetecible, y no es necesario el procesamiento complejo que hay que hacer con la liebre”, relató.

   “Una vizcacha hecha en milanesa es muy comestible. O al disco. Es sencillo de consumir”, dijo.

   El plazo de registro de productores afectados aún está en pie.

   “El tema es manejado por la comuna y la idea es tener un panorama claro. Si son muchos los reclamos, se hará una petición a la Dirección de Fauna de la provincia”, dijo Cantamutto.

Por el despoblamiento rural

   “Por día, una vizcacha puede consumir dos kilos y medio de pasto verde; es decir que 8 de 10 animales reducen la receptividad ganadera en un 50%”, añadió Lilian Descamps, profesora titular de Zoología Agrícola del departamento de Agronomía de la Universidad del Sur.

   Además de reconocer que el despoblamiento rural es una de las consecuencias de una mayor presencia de vizcachas, sostuvo que los partidos de Villarino y de Patagones son los más afectados en el sudoeste bonaerense.

   “El gran número de cuevas origina inconvenientes en el tránsito de hacienda, vehículos y jinetes, además de la pérdida del área de explotación y de los daños que ocasionan en los cultivos y pasturas, debido, justamente a su régimen alimenticio herbívoro”, agregó.

Lilian Descamps, de la UNS.

   Descamps sostuvo que el peso y las dimensiones del roedor varían con la edad y el sexo. “Totalmente desarrollados, el macho pesa entre 5 y 8 kilos, midiendo 70 a 80 centímetros, incluyendo la cola. La hembra pesa de 3,5 a 5 kilos y mide entre 55 y 70 centímetros”, describió.

   Otra de las características es que los machos inician su actividad sexual al año de edad, mientras que las hembras pueden procrear a los ocho meses, dando una sola cría por año.

   La gestación se cumple cada cuatro meses y las pariciones ocurren en los meses de julio y agosto, en este preciso momento. Cada hembra pare, generalmente, dos crías.

   En cuanto a los métodos de control, Descamps —quien trabajó sobre el tema junto a Evelio Avila y María Elvira Reviriego— citó la excavación de las madrigueras; la inundación de las cuevas; el empleo de gases asfixiantes o fumigantes y el uso de cebos tóxicos.

De aquella plaga a esta caza deportiva

   El 15 de octubre de 1907, la vizcacha fue declarada plaga nacional. El decreto 110, del año 1981, lo ratificó, pero el Nº 7.242, de 1984, la excluyó.

   Esta decisión fue ratificada con el decreto provincial Nº 279, de mayo de 2018, como especie susceptible de caza deportiva menor, porque no se considera de caza plaguicida/especie dañina o perjudicial.

   Actualmente, el código rural habilita a que se autorice la caza de un determinado cupo de individuos por establecimiento o predio y en determinado período de tiempo, en caso de constatarse daño a la agricultura y/o la producción agropecuaria.

   La Dirección de Flora y Fauna provincial es el organismo encargado de autorizar dicha caza.

   La dirección municipal de Villarino sigue recepcionando las inquietudes de productores afectados. Los interesados pueden inscribirse en el listado en las oficinas de la Dirección de Agroindustria ubicadas, en Médanos o en produccion.villarino@gmail.com produccion@villarino.gob.ar o (02927) 432201 (interno 230).