Bahía Blanca | Jueves, 18 de abril

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A prestar atención al dolor de pecho, aunque no haya arterias obstruidas

Hoy se sabe que aunque no esté tapada alguna arteria coronaria, igualmente puede haber afección cardiovascular, por lo que es fundamental su detección.

   La enfermedad microvascular de las pequeñas arterias genera síntomas similares a los del infarto(dolor opresivo en el pecho, que puede irradiar al brazo o la mandíbula, fatiga y falta de aire), pero estudios habituales como el electrocardiograma o la ergometría no suelen detectarla.

   Entonces, por error, a veces se cree que se está meramente ante un falso positivo. Por eso, los especialistas hacen hincapié en la necesidad de no subestimar los signos y estudiar a estos individuos detalladamente con métodos más sofisticados.

   “La enfermedad coronaria más conocida es la producida por la aterosclerosis, donde se obstruye parcial o totalmente alguna arteria coronaria. Sin embargo, hay enfermedades que -aun compartiendo los mismos síntomas característicos-tienen otro origen, se hallan por fuera de las grandes arterias y se ubican en las más pequeñas, cuyo funcionamiento no se evalúa con los estudios habituales”, explicó el doctor Ricardo Iglesias, expresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología. 

   “Quienes presentan trastornos en la microcirculación,se internan con frecuencia porque sienten dolor de pecho persistentemente, pero se les efectúa una batería de estudios convencionales y pareciera que no tuvieran nada. Hoy sabemos -además- que el pronóstico para esta enfermedad no es tan bueno, porque muchos pacientes en los que esta afección evoluciona pueden terminar en infarto, inclusive en insuficiencia cardíaca o la muerte”, sostuvo Iglesias.

   “Hay que tener una nueva visión, otra apertura para ver que la enfermedad coronaria existe más allá de la placa aterosclerótica, a veces incluso coexisten”, manifestó el especialista.

   El médico puso el ejemplo de pacientes que sí tienen una arteria tapada, por los que se les realiza una técnica conocida como ‘cateterismo’, que desobstruye la arteria y elimina la placa aterosclerótica: “los datos indican que, entre ellos, 1 de cada 3 seguirá teniendo dolor dentro de los 6 meses, aun cuando esa intervención haya sido exitosa y la arteria esté bien. Evidentemente, allí está coexistiendo la enfermedad aterosclerótica con problemas de microcirculación”.

   Es necesario considerar, agregó, que puede haber otro mecanismo involucrado “que muchas veces no es detectado a través de un cateterismo y hay que usar otros métodos diagnósticos, como la resonancia magnética nuclear o la tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés), que son estudios algo más sofisticados que evalúan cómo se contraen o dilatan las arterias más pequeñas; este es un concepto innovador”, añadió el doctor Iglesias.

   El mecanismo que afecta a las arterias microscópicas no es la obstrucción, sino que no se dilaten o se contraigan, produciendo microespasmos. Según lo indicado por el especialista, esta enfermedad “es más común en mujeres y existe una relación con la edad menopáusica, donde bajan los niveles de estrógeno, que favorecía la dilatación de los vasos. Las mujeres jóvenes presentan cáncer de mama, pero a partir de los 50, sufren del corazón”.

   “En ocasiones, se cree que estos episodios en mujeres son ataques de pánico y no se piensa en un origen cardiovascular. Lo cierto es que si hay dolor de pecho, hay que al menos sospechar y a lo sumo luego descartar un cuadro de trastornos en la microcirculación”, finalizó.

Las causas de una enfermedad microvascular

   1. Los factores de riesgo que inciden para que se presente la enfermedad microvascular son los mismos que para cualquier afección cardíaca. 

   2. Especialmente diabetes, colesterol elevado, hipertensión, tabaquismo, obesidad o sobrepeso, diabetes, edad, sexo, estrés y alcohol.

   3. Además, los peligros se relacionan con el sedentarismo, la historia familiar de cardiopatía y llevar una vida poco saludable con peligrosos desarreglos.

   4. La inflamación crónica por enfermedades como artritis reumatoidea o la deficiencia de estrógenos, pueden contribuir a la aparición de este trastorno.