Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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El misterioso acuario del parque Independencia

Un camino conduce al que fuera un acuario.

Mario Minervino / mminervino@lanueva.com

Caminar el parque Independencia conforma, para los observadores del pasado, una especie de desafío. Porque está plagado de lugares, monumentos, signos, fuentes y otros testimonios de cosas que han existido y que ya no están y cuyo origen o no resulta simple de dilucidar.

En algún sitio no preciso estuvo, por caso, el edificio que contenía el mítico Panorama pintado por Augusto Ferrari en 1928. Muchos recuerdan haberlo visitado con sus escuelas, un edificio en ruinas, lleno de palomas, con humedad. Sobre sus paredes estaba una pintura retirada en algún momento para su restauración pero que nunca más volvió.

Otro lugar emblemático, que sobrevive en la memoria de unos pocos, es el que fuera el acuario, ubicado a pocos metros de la entrada de calle Pringles. De esa obra queda parte del edificio, sus accesos y su particular decoración.

El complejo del acuario ocupaba un círculo de 45 metros de diámetro. En el centro se destaca una tarima elevada un metro del suelo, sobre la cual se ubicaba la pecera propiamente dicho.

Se podía acceder al lugar por cuatro caminos, orientados según dos ejes perpendiculares. El piso de esos caminos está revestido con pequeñas piedras calizas, una suerte de calzada portuguesa con la estética de los pisos que desarrollaron los romanos en las ciudades del Imperio.

En el inicio de cada camino se observa todavía la particular decoración de peces dibujados con piedras de colores, dando cuenta del destino del sitio.

El diseño

El acuario era gran una pecera circular, de ladrillo y con paños vidriados. Algunos herederos de historias de barrio aseguran que el acuario tenía una gran cúpula vidriada. No hay registro de que eso sea cierto.

En el centro del conjunto se ubica, en altura, un conjunto de platos, también revestidos en piedra.

El acuario con sus formas originales. Se advierte la pared lateral con pequeñas ventanas vidriadas.

Es complejo saber quien construyó el acuario. Porque el parque Independencia estuvo a cargo, entre 1948 y 1978, del ministerio de Asuntos Agrarios provincial.

Es factible que lo haya construido la provincia, responsable además de su cuidado y mantenimiento. Por eso el municipio no dispone de documentación de la obra.

La realidad

Un acuario no es una construcción cualquiera. La subsistencia de los peces necesita un estudio preciso, se debe pensar una ubicación adecuada, analizar el agua utilizar, la fauna y la flora. También es imprescindible equiparlo con mecanismos para disponer de temperatura y oxigenación adecuada y la luz precisa que mantenga un ambiente saludable.

Una propuesta de este tipo no debe estar al sol directo, ni sufrir cambios de temperatura, ni quedar expuesto al polvillo. Nada que pareciera adecuarse a la implantación del parque.

Poco y nada de esto parece haberse considerado. Una crónica de este diario de 1955 ya daba cuenta de una realidad: en el lugar no había más peces.

Es evidente que el acuario resultó un fracaso. Por años estuvo abandonado a su suerte, vacío.

En la década del 80 se demolieron sus paredes con aberturas vidriadas y el lugar quedó reconvertido en otra cosa. Ahora es una suerte de fuente que no es una fuente. Una tarima sin sentido, con caminos que no conducen a ningún lado.

Una obra que parte de un conjunto de particularidades del paseo, junto con el fuente con los faros de la costa bonaerense --hoy también en desuso-- o el Panorama de Ferrari.

Cada uno es hoy una huella de algo que quiso ser y no fue, en un paseo que tampoco termina de encontrar su destino.