Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Una bomba destruyó su casa en Siria y hoy buscan paz en Coronel Suárez

El matrimonio y sus tres hijos perdieron todo en la guerra azota a su país desde 2011. Su casa quedó demolida tras un bombardeo y se fueron con lo puesto. Por acción de la Comunidad Cristiana hoy tienen una nueva oportunidad.

Anahí González
agonzalez@lanueva.com

   Lo perdieron todo. Vivían tranquilamente en Zabadani, una  pequeña ciudad turística cercana a Damasco (capital de Siria) y se vieron obligados a huir con sus tres hijos, Rivelle, de 8 años, George, de seis y Eli, de cuatro.

   La ciudad estaba siendo arrasada por los enfrentamientos armados de los bandos involucrados en una guerra que inició en 2011 y que involucra a actores como el Isis.

   Su casa quedó demolida en un bombardeo. Se fueron con lo puesto. Atrás dejaron sus sueños, trabajos, proyectos, un hogar.

   En ocho años el saldo es de un país destrozado con millones de muertos, heridos y refugiados en diferentes partes del mundo.

   Wadeh Al-Khouli y Yameelah, de 40 y 30 años, lograron escapar y cruzar la frontera con Líbano, donde se refugiaron provisoriamente junto a sus pequeños hasta que surgió la oportunidad de venir a la Argentina, hace un mes atrás. 

   Al parecer, no era un sueño. Desde una apacible localidad de la Provincia de Buenos Aires, llamada Coronel Suárez, un grupo de personas congregadas en la Comunidad Cristiana les ofrecía una mano para volver a empezar.

   Obtuvieron las visas humanitarias a través del Programa Pro Siria impulsado por el gobierno nacional para permitir la entrada legal de algunos ciudadanos sirios a nuestro país. Esto es posible siempre y cuando alguna familia o institución “llamante” asuma el compromiso de recibirlos y de brindarles alojamiento y manutención económica por un año.

   En Argentina, la organización internacional cristiana de Juventud con Una Misión (JUCUM) reunió a 40 iglesias de distintas provincias, que desearan y estuvieran en condiciones de comprometerse a hacerse cargo durante un año de recibir a una familia siria, con estas condiciones.

   Así se sumó Comunidad Cristiana a esta misión solidaria lo que permitió que, el pasado 19 de febrero, esta familia arribara a Coronel Suárez, con ganas de aprender y de tener la tranquila vida que la guerra les arrebató en su tierra.

   Vienen de otro mundo: hablan árabe -tienen otro alfabeto y otros números- escriben de derecha a izquierda, manejan otra moneda, distintas costumbres y apenas saben qué y cómo comprar en el supermercado, pero están contentos.

   Así lo expresaron en inglés, idioma del cual Yameelah tiene algún conocimiento.

 

   Cuentan con una casa, sustento económico y contención social y los niños están escolarizados.

   Ellos sonríen y agradecen.  Tienen otra oportunidad. Saben que muchos no la tuvieron.

Solidaridad

   Pablo Paissaud, miembro de la Comunidad Cristiana Coronel Suárez y quien durante muchos años fuera director institucional de la Unidad Académica Julio César Lovecchio, comentó aspectos de esta experiencia y habló sobre la familia siria.

   “Los vemos muy contentos, manifiestan que están muy felices de estar acá. Evidentemente hay cuestiones culturales y sociales que seguramente serán muy distintas pero se los ve muy bien”, dijo.

   “Son muy sociables, les gusta recibir gente en la casa aunque tengan el problema del idioma, te sirven un café, un pedazo de torta y siempre quieren que te quedes. Son cálidos”, dijo.

   Los niños están concurriendo al Jardín N° 913 y a la EP N° 46, de la Unidad Académica. 

   “Cuando presenté el proyecto a las autoridades había cierta incertidumbre, sobre todo por el tema del idioma, cómo iban a hacer para comunicarse, pero realmente la recepción ha sido muy buena”, dijo.

   “El progreso de los niños en el colegio ha sido notorio. Al más chiquito, ya lo invitaron a dos cumpleaños. A esa edad es más fácil todavía la integración. Ellos juegan y el idioma no es una barrera”, señaló.

   La familia vive en una de las tres casas que Comunidad Cristiana dispone para ayuda social y los sostienen económicamente.

   “Hoy lo central es que aprendan el idioma, es prioritario, al igual que aprender el manejo del dinero”, explicó.

   “Imaginemos por un momento que nos trasladamos a vivir a Arabia, y no entendemos una palabra. Ellos están en esta situación con la única ventaja de saber algo de inglés”, señaló.

   Esto fue muy positivo, sobre todo en el ámbito escolar, ya que la directora de la escuela a la que concurren los chicos, Carolina Radice, también habla este idioma y eso le permite comunicarse con la mamá de los pequeños.

   “Hay cosas simples que revisten cierta complejidad cuando no compartís el idioma. Por ejemplo, si un chico se cae o se golpea en la escuela o si necesita permiso para una salida educativa, o debe ser retirado de la institución, o cualquier otra formalidad, es esencial poder comunicarse con los padres”, dijo.

   “Uno a veces lee lo que pasa en otros lugares, como en Siria, y siente que no puede hacer nada para aliviar el dolor a estas personas. Y en este caso, lo pudimos hacer. Y eso es maravilloso”, señaló Paissaud, quien hace 30 años participa de la Comunidad Cristiana local, en la que participan de forma más o menos activas más de 70 personas.

    “Es extraordinario poder ser parte de la solución de al menos una familia de las tantas que atraviesan este problema que uno lee en los diarios y por el cual tanta gente está sufriendo”, dijo.

   Las compras. Una familia siria que vive en Coronel Roca y llegó hace un año a través del Programa Pro Siria, viajó hasta Cornel Suárez a reunirse con esta familia. No solo oficiaron de traductores, porque ya hablan perfectamente el castellano, sino que los acompañaron al supermercado para que hicieran las compras. Consumen poca carne, arroz y un yogurt que ellos mismos elaboran. Tienen una cuenta abierta en un almacén de la localidad para anotar lo que retiran.

   Toman mate. En Siria se toma mate, es uno d ellos myores importadores de yerba de la Argentina. La única diferencia es que no pasan el mate sino que el consumo es individual. 

   Aprendizaje. La familia está tomando dos horas de clases de castellano por día a través del método Thompson de alfabetización. Los docentes son voluntarios de Comunidad Cristiana.

   Cristianos. La familia es cristiana y llegó a Argentina con una recomendación de una iglesia cristiana en Siria. 

Programa Pro Siria

   El  “Programa Pro Siria” impulsado por el Ministerio del Interior y Transporte y la Dirección Nacional de Migraciones es un programa especial de visado humanitario para extranjeros afectados por el conflicto de la República Arabe de Siria.
   Está destinado a :   • Personas de nacionalidad siria y sus familiares, independientemente de su nacionalidad.   • Personas de nacionalidad palestina: siempre que fueran residentes habituales o que hubieran
residido en Siria y recibido asistencia por parte de la Agencia de la ONU “UNRWA”.

   El trámite se inicia solicitando un Permiso de Ingreso ante la Dirección Nacional de Migraciones, que al concederlo, habilita a gestionar la visa de ingreso desde cualquier país, incluyendo a los países lindantes o afectados por el conflicto.

   ¿Quién puede iniciar el trámite?
Puede ser toda persona de nacionalidad argentina o residente en el país, que actúe como llamante ante la DNM, y asuma el compromiso de brindar asistencia en materia de alojamiento y manutención sin fines de lucro a las personas beneficiarias.

   ¿Qué debe presentar?
   • Presentar la carta de invitación con carácter de DDJJ, asumiendo el compromiso explícito de brindar asistencia en materia de alojamiento y manutención sin fines de lucro a las personas beneficiarias acompañando su proceso de integración y autosuficiencia.

   • En caso de no contar con recursos propios suficientes, podrá presentar el aval de una organización que asuma el carácter de garante del compromiso de asistencia.

   • Acreditar identidad con documento vigente (DNI), del cual surja su nacionalidad argentina o su calidad de residente permanente o temporario y acreditar domicilio real y constituir uno especial.