Bahía Blanca | Jueves, 16 de mayo

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Bahía Basket tendrá que olvidarse rápidamente de lo que pasó anoche

Sufrió su peor derrota en muchos años, ante Comunicaciones, por 92 a 50. No le salió nada. Y la gira recién empieza.

Fotos: prensa Comunicaciones

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

Enviado a Mercedes

(Nota publicada en edición impresa)

   Los jugadores de Bahía Basket tendrán que entender que no juegan tan mal como lo hicieron anoche ante Comunicaciones, en lo que fue derrota lapidaria, por 92 a 50.

   La diferencia, lógicamente, no es natural. Aunque si a la jerarquía bien marcada entre dos equipos, se le suma que el poderoso hace todo bien y el débil lo contrario, puede suceder esto.

   En el 11-0, con apenas 3 minutos de juego, Sebastián Ginóbili pidió tiempo y les exigió energía. El equipo no había entrado bien. Estaba desenfocado. Y poco después el DT buscó respuestas en el banco.

   Le convertían fácil, por variantes, diferencia física y porque, con el correr de los minutos, cada jugador de Comunicaciones se sentía mejor, todo lo contrario a los de Bahía.

La planilla del partido

   Adelante, más allá de la buena defensa local, Bahía no hizo nada de lo que intenta habitualmente. Un poco porque no lo dejaron y otro porque estuvo desorientado.

   Para colmo, en una noche errática hasta con tiros a pie firme, ayudó que ninguno creyera que podía cambiar el rumbo.

   Bahía tardó 5m10 en abrir el marcador. En el primer cuarto hizo 0-7 en triples, 2-6 en libres y no fue a la línea, contra 3-6 en t3, 7-11 en t2 y 2-4 en t1 del aurinegro, cerrando 25-4.

   Comunicaciones siguió floreándose con su juego de pases por el perímetro, revirtiendo y encontrando ventajas en casi todas las posiciones, por juego y físico.

   La diferencia se amplió al mismo tiempo que corrían los minutos. La frustración llevaba a no darle valor a la pelota, a tirar sin confianza y, naturalmente, a bajar los brazos en defensa.

   El 53-16 del primer tiempo (con 0-13 en t3, 8-15 en t2 y 0-0 en libres, más 11 pérdidas) no dejó margen para nada más que una buena lavada de cabeza en el vestuario. Y que cada jugador empezara a creer que sabía jugar mucho mejor de lo que había mostrado.

   Faltó un líder, ese que contagiara adentro de la cancha.

   Se jugaron otros 20 minutos. Poco cambió el trámite. Algo auspicioso, el grito cargado de bronca de Facundo Corvalán cuando se retiró en el último minuto.

   Acaso, anoche faltó algo de eso: que se enojaran un poco más.