Bahía Blanca | Viernes, 29 de marzo

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Ahí va el Capitán Tito

“Hoy pusieron el corazón, es hermoso. Van a ser unos deportistas y unos seres humanos tremendos, porque poniendo el corazón así para el estudio, para la vida, para lo que se dediquen, van a llegar siempre. No importa que no lleguen al fútbol, esto que hicieron hoy es un ejemplo de vida. De decir 'yo soy inferior' pero no me voy a entregar. Y no se entregaron... Yo estoy reorgulloso”.

Es imposible transmitir el tono, la pasión de Tito Francani. Un puñado de pibes de 11-12 años lo miran, no sé si terminan de entender lo que dice. Recién, hace minutos, un equipo de inferiores de un club chico, muy chico, acaba de empatarle a un gigante como Villa Mitre, en su cancha, 3 a 3.

Antes de entrar sabían que eran menos, en calidad, en preparación, casi en número. Juegan en un club que entrega lo poco que tiene y, a veces, lo que no tiene. Juegan para rozar la hazaña.

Ahora están en el vestuario, se amontonan contra uno de los costados, ya se sacaron las camisetas. Empataron. Pudieron haber ganado. Acá, arrumbados fuera de la cancha, parecen cualquier cosa menos un equipo de fútbol.

Sus miradas saborean el elogio. No sé si entienden el mensaje de Tito, el mensaje dentro del mensaje. Seguro que muchos de esos pibes no están acostumbrados a que les hablen así. Pero a él, por alguna razón, lo escuchan.

En la cancha, en el banco, Tito se pone loco. O parece. En realidad, nunca pierde el control. Habla, grita, gesticula. Da órdenes, muchas órdenes. Los padres de los otros clubes (los escuché más de una vez del otro lado del alambrado) se molestan con él. Incluso dicen, con la seguridad del que no sabe, que no les hace bien a los chicos.

Puede ser. Es decir, puede ser que no les haría bien a los pibes de otros equipos, de instituciones que tienen otra trayectoria, otro tiempo de trabajo, de formación.

Pero Tito no está para explicarles a sus chicos cómo se juega a la pelota. Está para explicarles cómo tienen que conducirse en la vida.

El sabe que casi ninguno llegará a futbolista. No le importa. Le preocupa que sean exitosos en lo que emprendan, que sean cada día mejores, que entiendan qué es un límite, qué comprendan cuál es la manera provechosa de correrlo. Que aprendan a crecer.

Hace unos días lo internaron. El Capitán Tito tiene una dolencia seria en el corazón. Cuando lo supe, a diferencia de los demás, yo no me preocupé. Un tipo como él debe tener por lo menos dos.