Bahía Blanca | Domingo, 28 de septiembre

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Más que jugadores, ¿empleados estatales?

Desde hace años se viene escuchando el mismo sonsonete. Se remite a lo que ganan los jugadores de Liga Nacional y los que más se quejan son los dirigentes quienes, precisamente, son los que deben salir a buscar el dinero necesario para armar sus planteles. Se habla de cifras millonarias. Por temporada.

 Desde hace años se viene escuchando el mismo sonsonete. Se remite a lo que ganan los jugadores de Liga Nacional y los que más se quejan son los dirigentes quienes, precisamente, son los que deben salir a buscar el dinero necesario para armar sus planteles.


 Se habla de cifras millonarias. Por temporada.


 La solución, la herramienta, para evitar lo que tanto les duele, curiosamente, está en sus propias manos. Pasa porque se sienten a conversar los representantes de todos los clubes para establecer las bases, el compromiso, de no exceder determinados límites.


 Pocas veces lo intentaron y en todas fracasaron.


 Siempre hubo alguno que, con el bolsillo circunstancialmente lleno, saltó el cerco. También sucedió que otros mostraron ser más hinchas que dirigentes. Varios de ellos lo pagaron caro. No voy a hacer la lista, pero los que desaparecieron de la competición --incluidos algunos campeones-- es larga. Y dolorosa.


 Me cuesta aceptar la excusa fácil: "que la AdC", "que los agentes", "que la televisión", etc.


 En realidad, le impresión que recojo es que perdieron el control de la Liga por impericia, carencia de sentido común y ausencia de solidaridad.


 Sin mal venía la mano (siempre me refiero a la parte económica, no a la deportiva) en los últimos años, digamos un lustro, se añadió otra penuria a los llantos.


 "Contra el apoyo de los gobiernos no se puede competir. Como ponen mucha guita se quedan con los mejores jugadores", se señala, y trascartón enumeran no menos de cuatro provincias.


 Siempre las mismas.


 De ser correcta esta aseveración, que se repite tanto que hace ruido, entonces estaríamos en presencia de una Liga Nacional donde un grupo numeroso de basquetbolistas resultarían ser empleados públicos, vestidos con la camiseta de algún club.


 A esta altura se impone una aclaración: si bien provengo de otros tiempos, donde para jugar nos pagábamos desde las zapatillas hasta la indumentaria deportiva, de ninguna manera estoy en desfavor del profesionalismo. Los protagonistas se entrenan dos y hasta tres veces por día, viajan, juegan y retornan a la rutina. Esa fue la clave para que la Argentina alcanzara y se sostuviera en el primer plano internacional.


 Lo que preocupa. simplemente, son lo desfasajes.


 Contra esa corriente debe luchar, y dar ejemplo, nuestro Pepe Sánchez, quien pergeñó y motorizó una idea que ojalá cunda.


 "Del dinero que reunimos, los primeros cuatro años destinamos un 55 por ciento a las obras (las pruebas están a la vista en el Casanova) y el 45 restante a conformar nuestro equipo".


 Hay otro 100 por ciento a considerar. El de la sensatez que hace gala el magistral base olímpico.