Bahía Blanca | Martes, 23 de abril

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Roberto Matosas

Hace 46 años, en septiembre de 1964, fue sancionado, por declaraciones realizadas en nuestra ciudad, el futbolista uruguayo Roberto Matosas, adquirido a precio récord por el club River Plate. Seis años sin ganar campeonatos llevaban los millonarios cuando, buscando reforzar su plantel, adquirieron a Peñarol de Montevideo a Matosas. Pagaron por su pase 230.000 dólares, el triple del máximo hasta entonces abonado por un jugador.

 Hace 46 años, en septiembre de 1964, fue sancionado, por declaraciones realizadas en nuestra ciudad, el futbolista uruguayo Roberto Matosas, adquirido a precio récord por el club River Plate.


 Seis años sin ganar campeonatos llevaban los millonarios cuando, buscando reforzar su plantel, adquirieron a Peñarol de Montevideo a Matosas. Pagaron por su pase 230.000 dólares, el triple del máximo hasta entonces abonado por un jugador.


 Matosas llegó con River Plate a Bahía, para disputar un amistoso con el seleccionado de la Liga del Sur. Aquel equipo incluía a ídolos como Amadeo Carrizo, Luis Cubilla, Ermindo Onega, Luis Artime y Oscar "Pinino" Mas. Entrevistado por este diario, que tituló la entrevista con un adecuado "Sorprendentes declaraciones", Matosas se metió en un brete. Es que el defensor, "siempre apartado, como ausente...", de acuerdo con la apreciación del periodista, consultado si tenía problemas en adaptarse a River, donde todavía no había alcanzado un buen rendimiento, contestó: "Sí, los tengo. No sirvo para River; se equivocaron". Cuando le preguntaron en qué puesto se sentía mejor, dijo: "En ninguno, porque en ninguno rindo". Acerca de si River sería campeón, respondió que eso ocurriría "si Onega, Mas y el resto siguen jugando así y... me sacan a mí".


 La declaraciones repercutieron a nivel nacional y, pese a que las minimizó, River lo suspendió por diez días, al considerar que habían inferido a la institución "un daño moral y material".


 Matosas jamás logró un título, pese a que jugó 165 partidos (1964-68). Los riverplatenses lo recuerdan como un jugador de alta calidad, pero de llamativa apatía.