La economía bahiense, en franca recuperación
En los últimos años, la ciudad ha desarrollado un proceso de fuerte expansión de sus actividades económicas. Diversos indicadores reflejan esta evolución. Algunos resultan evidentes con sólo dar una recorrida por la zona céntrica, advirtiéndose a primera vista la expansión del área comercial.
Resulta difícil encontrar locales desocupados en un amplio radio céntrico. En muchos comercios se advierten importantes mejoras en sus instalaciones. En forma paralela, la zona se amplía con la construcción y ocupación de nuevos locales. El desarrollo comercial también se refleja en cambios en el perfil de actividades, dado que es posible observar el surgimiento de nuevos emprendimientos, tales como restaurantes y bares, que tienden a prosperar en períodos de fuerte crecimiento de los ingresos de la población.
Las restricciones en disponibilidades de espacios se reflejan en el precio de los alquileres, con valores que comienzan a trasponer sus niveles máximos históricos. Todo este proceso también genera efectos negativos como los inconvenientes devenidos del visible aumento del tránsito de personas y vehículos en la zona céntrica. Este conjunto de cambios, representa una clara evidencia del crecimiento del monto de transacciones comerciales, iniciado durante el segundo semestre del 2002 hasta la actualidad.
Para poder reconocer en que situación se encuentra hoy la economía de Bahía Blanca, se podría tomar como punto de referencia al año 1998, que marca el máximo alcanzado en la economía local previo a la crisis de 2001. Un indicador relevante es la tasa de empleo que surge de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el INDEC. La proporción de población con empleo aumentó del 37,3% en 1998 a casi el 41% en 2007, de acuerdo al último dato disponible correspondiente al primer semestre.
En función de los resultados de la encuesta, en los cuatro años, entre 2003 y 2007, en la ciudad se habrían creado alrededor de 15 mil nuevos puestos de trabajo. En ese mismo lapso, la población desocupada habría descendido entre 25 mil y 14 mil personas; y el porcentaje de población en situación de pobreza habría descendido de picos a superiores al 40% a niveles en torno al 20%.
La recuperación y paulatina mejora de las empresas locales, tras la crisis de 2001, ha sido captada por el indicador de situación general que el Centro viene estimando en forma bimestral y sin interrupciones desde el año de su fundación en 1991. La situación general de las empresas presentó una mejora sustancial durante 2002 y 2003, con una desaceleración en 2005 y una situación estable desde ese año hasta el momento actual.
La venta de automóviles nuevos del último año se ubica en niveles cercanos al registro máximo histórico alcanzado en 1998. La participación sobre las ventas totales de automóviles nuevos en el país, que en ese año rondaba el 1%, en la actualidad se ubicaría cerca del 0,8%.
El sector de la construcción presentó un crecimiento notable, en buena medida alentado primero por la desconfianza de los ahorristas, y luego por los bajos rendimientos frente a la inflación. En el año 1998 se autorizaron casi 200 mil metros cuadrados de construcción (poco menos de dos mil permisos), en tanto que en el último año se traspasó el umbral de los 300 mil metros cuadrados en nuevas obras (alrededor de tres mil permisos).
En particular, resulta interesante observar la evolución que han seguido las autorizaciones para la construcción de locales comerciales; el máximo histórico de permisos --poco más de 600 solicitudes en 1998-- fue superado en casi un 50% en el año 2006 (cercano a 900 permisos), lo que refleja el crecimiento comercial, aunque cabe aclarar que la superficie promedio por local ha disminuido, y en el último año decrece en forma significativa el número de proyectos.
A fines de la década del noventa, la plaza bancaria local captaba cerca de u$s 640 millones, lo que llegó a significar 80 centavos por cada 100 pesos de depósitos en el país. Tras la crisis bancaria de inicios de la década actual se inicia una recuperación gradual aunque parcial, dado que el monto de depósitos, a fines del año pasado, llegó a casi u$s 430 millones.
En los últimos años, Bahía Blanca ha perdido participación sobre el sistema, ubicándose en la actualidad en poco más de 60 centavos por cada 100 pesos de depósitos en bancos del país.
Por el lado de los préstamos, el máximo nivel se alcanzó en 2000 con cerca de u$s 380 millones y una participación de 50 centavos por cada 100 pesos en cartera con respecto al sistema bancario.
Se advierte además, un leve aumento en la participación actual, a través del incremento en el stock de préstamos, a partir del año 2006. De los datos anteriores se puede inferir que el sector financiero no se ha recuperado plenamente después de la crisis; una parte del ahorro en la plaza financiera se ha asignado a otras finalidades y, pese a la expansión observada en la actividad, el nivel del crédito bancario es bajo en términos de la capacidad prestable.
Tras la devaluación y la recomposición de la situación financiera de los acreedores bancarios a costa de los intereses de los deudores impuesta por el gobierno, el crédito aún se encuentra lejos de representar un rol importante como instrumento de financiación de inversiones de empresas locales.
No obstante, la recomposición de la cadena de pagos generada por el restablecimiento del crédito comercial y el aumento de las disponibilidades de dinero en efectivo, posibilitó una tendencia a la baja de las empresas con dificultades financieras. El total de causas iniciadas por concursos y quiebras en el último año apenas superó el medio centenar, un nivel muy inferior al máximo alcanzado en 2000 con 340 causas.
Actividad agropecuaria. Además de los indicadores citados, se incluyen otros relacionados con la actividad agropecuaria y el puerto. Por el lado del sector agropecuario, la superficie sembrada en la región ha aumentado con respecto a la década anterior. Con relación al puerto, el aumento de la actividad se refleja en el mayor tránsito de buques por la ría, con una participación creciente de los buques con más de 40 pies de calado.
El aumento de la actividad económica se ve reflejado en un mayor flujo de carga por vía terrestre. De acuerdo a las mediciones de Vialidad Nacional, el tránsito diario de camiones por la principal vía de acceso a la ciudad, la ruta nacional 3 norte, en el año 2006 resultaría superior en casi 800 vehículos con respecto a los poco más de 2.100 contabilizados en 1998.
Como se puede advertir, la región acompañó el proceso de recuperación de la actividad económica, aunque algunos indicadores parecen señalar cierto retraso con respecto a la evolución general. Como un simple cálculo dirigido a aproximar la magnitud de la recuperación tras la crisis, si se supone que Bahía Blanca mantuvo su participación en el Producto Bruto del país, desde el peor momento de la crisis de 2002 hasta el presente, el crecimiento real de la economía local rondaría el 50%.
Con similar razonamiento, si se toman como referencia los datos de cuentas nacionales, el consumo privado actual, medido en términos reales, se ubicaría un 20% por encima del anterior pico histórico alcanzado a fines de la década pasada, lo que de algún modo contribuiría a explicar el crecimiento observado en la actividad comercial.
Razones del crecimiento. Del mismo modo que el contexto internacional fue un claro determinante de la tasa de crecimiento económico del país, este, a su vez, resultaría una de las principales explicaciones del sostenido ritmo de expansión local.
El perfil y contexto económico regional amplificaría las oscilaciones o ciclos, pero siempre sobre una tendencia ascendente definida por la marcha de la economía del país y del mundo.
El crecimiento observado en las transacciones locales se explica por un aumento en el ingreso de la población, potenciado por el crédito al consumo a través del uso de tarjetas de crédito y de créditos personales.
El ingreso de la población local se encuentra básicamente constituido por la masa salarial, beneficios de las empresas y rentas, tanto de la propiedad de inmuebles como activos financieros. Si se agregan los reingresos de fondos privados al circuito del ahorro local, las transferencias del gobierno nacional y provincial, jubilaciones, pensiones, subsidios corrientes, coparticipación provincial y giros a representaciones locales de la administración pública nacional y provincial, se deducen impuestos y contribuciones a la seguridad social, se podría obtener una medida aproximada del ingreso local disponible para gastos.
En Bahía Blanca se ha verificado en los últimos años un importante aumento del empleo, de los salarios privados y públicos, del monto de transferencias gubernamentales, de las rentas por el alquiler de propiedades fuera de la ciudad y por tenencias de activos financieros, así como de los flujos de beneficios de las empresas.
Además de ello, tal como se señaló anteriormente, se observa un aumento considerable del crédito comercial y bancario de corto plazo destinado al financiamiento del consumo, a lo que se agrega el retorno de capitales fugados durante la crisis de 2001 y 2002, principalmente destinados a la financiación de proyectos inmobiliarios.
De acuerdo a un relevamiento propio realizado a mediados del año pasado, se contabilizaron 91 obras en ejecución para la construcción de edificios en Bahía Blanca, estimándose una superficie total en obra cercana a los 150 mil metros cuadrados.
De los elementos que conforman el ingreso local, el principal es el beneficio empresarial por la producción y venta de bienes y servicios, dado que genera la posibilidad de sostener el crecimiento en los restantes componentes. Las principales fuentes generadoras de ingresos locales son el sector agropecuario y el sector petroquímico, a las que se agregan la comercialización de bienes y servicios profesionales a una amplia región del centro y sur del país.
Base exportadora. En torno a la producción agropecuaria y la industria petroquímica, las dos actividades que conforman la base exportadora local, se articulan otras relacionadas con la provisión de bienes y servicios, conformando las cadenas de producción y comercialización, hoy llamadas cadenas de valor, que convergen sobre el puerto local como paso previo a su proyección al exterior.
Este entramado de empresas constituye el sustento principal de la economía de Bahía Blanca, a partir del cual se contrata empleo, se pagan salarios y se generan ganancias.
El aporte directo e indirecto generado por el complejo petroquímico a la economía local ha dado un salto sustancial por tres razones. A partir de estudios propios encomendados por la Asociación Industrial Química (AIQBB), se estima que el conjunto de pagos en concepto de contratación de personal para las plantas y compras a proveedores locales de las cuatro empresas que componen el organismo --Profertil, Dow Argentina, Solvay Indupa y Compañía Mega-- habría ascendido de $170 millones en el año 2003 a $260 millones en el año 2006.
La primera razón del incremento significativo en el impacto del complejo, consiste en la mayor escala de producción tras las grandes inversiones de principios de la década, acompañada de un salto en el nivel de empleo directo, por la radicación de nuevas empresas, tales como Profertil y Compañía Mega.
En la actualidad, entre personal propio y contratado, se registran cerca de 3.100 puestos de trabajo en el interior de las plantas, con un alto porcentaje de profesionales y técnicos.
La segunda razón reside en la observación de una mayor integración de empresas proveedoras locales, que involucra cerca de 300 empresas, cuyas ventas actuales de bienes y servicios se estima superior a los $ 200 millones anuales. La tercera razón se asocia al aumento del valor de la producción por el aumento de los precios internacionales.
En el lapso que va desde la puesta en marcha de las plantas ampliadas hasta el año 2006, la suma de valores de la producción de las cuatro empresas citadas aumentó un 75%.
(Continuará el próximo domingo)