No detectaron faltantes en el quiosco de Alejandro Mieres

Redacción de La Nueva.

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 A partir de tareas realizadas en el quiosco céntrico donde el lunes a la madrugada fue asesinado el comerciante Alejandro Avelino Mieres (51), la policía que investiga el caso habría reforzado su presunción de que no fue un intento de robo, lo que desencadenó el homicidio.

 Personal de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) estuvo ayer en el local situado en Lamadrid 66 y efectuó un exhaustivo recuento y evaluación de mercadería y otros objetos, constatando que de allí no se sustrajo nada.

 Por su parte, el comisario mayor Raúl Emilio Mombelli, jefe de la dependencia, afirmó que en las últimas horas no se realizaron nuevos allanamientos y se excusó de adelantar los resultados de los siete operativos llevados a cabo entre el martes y el jueves pasados.

 "Hay cosas que no se pueden ir diciendo, pero se está trabajando y son positivos los pasos que se van dando. Estamos sobre pistas firmes", aseguró el jefe policial, ante la consulta de "La Nueva Provincia".

 Como se informó, los procedimientos se llevaron a cabo de manera simultánea en distintos domicilios particulares de la ciudad, donde no habrían sido hallados elementos relevantes para el expediente.

 En tanto, fuentes tribunalicias mencionaron que se trabaja en tres líneas concretas de investigación y que no todo lleva a suponer que los autores procedieron por venganza.

 Mieres fue ultimado de un disparo en el pecho, poco antes de las 2 del martes último, cuando se encontraba al frente de su negocio céntrico.

 Hasta el momento, de acuerdo con voceros allegados a la pesquisa, no se pudieron localizar testigos del crimen ni de la fuga del asesino, pese a que el sector, más allá de la hora y el día, es transitado y el comercio tenía un movimiento importante durante la noche.

 Al quedar virtualmente confirmada la relación entre el homicidio y un ataque armado contra el comercio a principios de abril, la DDI se encuentra abocada a la búsqueda de un Ford Taunus, de colores blanco o crema, en el que se movilizaban los agresores.