Bahía Blanca | Viernes, 26 de abril

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Manu Ginóbili compartió la copa que, a veces, se mira y se toca...

Armó una foto con el premio que ganó con Spurs.
Manu Ginóbili compartió la copa que, a veces, se mira y se toca.... Deportes. La Nueva. Bahía Blanca

Por Fernando Rodríguez / ferodriguez@lanueva.com

Era la más linda de todas. Estaba brillante. Reluciente. Como un espejo de oro donde uno podía verse reflejado. Ella era la misma que miles soñaron alguna vez conquistarla y besarla, pero sólo uno, hasta ahora, pudo abrazarla en su propia casa. Y muchos, por efecto dominó, tuvieron la posibilidad de, al menos, tocarla. Estaba al alcance de la mano. Como nunca.

En Salta 28, bajo el mismo techo donde pasó tantas horas de su infancia y, paradójicamente, nunca pudo gritar campeón, ayer Manu Ginóbili se dio el gusto de compartir con sus afectos la -cuarta- copa que ganó en la NBA.

Rápido de reflejos, no dudó en levantar la mano cuando los Spurs le dieron la posibilidad de moverla por primera vez. Y fue el debutante de esta experiencia.

En el gimnasio que tiene su nombre, la llevaba abrazada de un lado para el otro, envuelta en una bolsa de color turquesa, como si tuviera en brazos a Luca, su hijo menor.

El productor brasileño Daniel Bacchieri y tres colaboradores lo seguían con una cámara y un micrófono captando sus movimientos y guardando el entorno de una tarde diferente.

Muy de cerca, haciendo una defensa más efectiva que los propios Spurs, el enviado de la NBA, Mitch Heckart, no le perdía pisada ni le sacaba los ojos a la copa. Era su misión.

Había unas 150 personas. Las había convocado Manu. Y él, adentro de la cancha, de su cancha, esa donde a cada paso brota la nostalgia de su niñez y adolescencia, reunió a varias caras conocidas del ambiente y a otras que desde el anonimato siempre estuvieron cerca de él.

Era su reunión. Tomó el micrófono, agradeció, se sonrió cuando le devolvieron el aplauso, invitó a ubicarse frente a los fotógrafos y, siempre con su delicadeza, hasta le pidió a un par de “intrusos” que se apartaran de la escena.

Después de la foto grupal que voló rápidamente para el sitio de la NBA, en un improvisado estudio de fotografía cada uno de los -privilegiados- invitados pudo tomarse una foto con la copa, que tiene 6 kilos y medio de aleación de plata recubierta en oro de 24 kilates. Su diseño muestra un balón -con la medida exacta reglamentaria- a punto de traspasar el aro.

Manu volvió a conquistar a la más linda. El resto disfrutó de ella. La copa que, a veces, se mira y se toca...