Bahía Blanca | Miércoles, 24 de abril

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La epidemia moral

“El pasado de gloria parece haber quedado atrás, a mitad de  camino entre una potencia y lo que somos actualmente.”. Escribe Ernesto Tolcachier,

   Después de una  detallada nota publicada en este diario en un domingo anterior  con el título de “Náusea colectiva”, sobre las causas y consecuencias  de nuestra decadencia, me propongo reflexionar sobre este fenómeno y su continuidad en el tiempo presente. 

   En una de las más lúcidas reflexiones, el  excelente jurista y escritor Carlos S. Nino nos ilustra en su texto “Un país al margen de la ley”. 

   Allí examina  esta vergonzosa rareza  y su  perverso deterioro social. El autor efectúa un analítico estudio de la  anomia  como  componente del subdesarrollo argentino. 

   Esta inobservancia de reglas de juego y la constante violación de normas lleva a que nuestra democracia inevitablemente sea frágil y endeble. 

   Asistimos a un drama sanitario y moral en el que operan articuladamente, junto a mentiras que emanan de la grieta entre el relato y la realidad, y la escasez de ideas tan necesarias para que haya inversión,  confianza y una credibilidad indispensable. 

   Personas cansadas y rencorosas ensanchan la  grieta con expresiones degradantes y obscenas en el tratamiento de la oposición,  sin el menor respeto por sus ideas y expresiones.  

   Sus lamentables   expresiones no reflejan otra cosa que odio y revanchismo. 

   El camino de los demagogos encuentra libertad en  un gran universo de objetivos, algunos de ellos de gran alcance político y con un rasgo común  de privilegios y el relajo de controles institucionales.

   De esta manera, la concentración de poderes se completa con una transformación institucional marcada con la puesta en pausa del sistema de controles democráticos.  

   Dicha transformación comienza con  un  intento de reforma institucional basado en artificiosos argumentos, y después continúa con la reforma de la Justicia. 

   Frente a este panorama, la Argentina democrática y republicana parece haber quedado a mitad de camino.  

   Es democrática porque hay elecciones libres, pero en realidad no es más que una democracia  juguetona donde todo vale para llegar al poder, incluso corruptelas propias  del sistema  de listas interminables.

   Pero sin lugar a dudas, la falla más grave de todo el sistema se encuentra en la estabilidad  y el prestigio de nuestras instituciones republicanas. 

   Sus tres poderes son constantemente  cuestionados en un círculo vicioso de  desencanto generalizado.

   Mientras todo esto sucede,  nuestra sociedad se empobrece, no solamente económicamente, sino también en materia de ideas y proyectos. 

   El pasado de gloria parece haber quedado atrás, a mitad de  camino entre una potencia y lo que somos actualmente.

   Ojalá algún día  volvamos a la sendas del crecimiento, donde la educación sea una política primordial para que todos, más allá de su color partidario, colaboren en el campo de las ideas y las estrategias para sacar el país adelante.

Ernesto Tolcachier es abogado. Vive en Bahía Blanca.