Bahía Blanca | Domingo, 23 de noviembre

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Chamot, una visita de lujo en Bahía: "Yo no podía ser Maradona, es importante conocer las limitaciones"

El tres veces mundialista con la Selección Argentina de fútbol estuvo varios días en nuestra ciudad, recorriendo clubes y dando charlas junto al grupo "Atleta de Cristo" para jóvenes deportistas.

Chamot firma una camiseta de Maradona, de quien fue compañero, como si el tiempo no pasara. Fotos: Emmanuel Briane-La Nueva.

De andar tranquilo, hablar pausado y sencillo, el metro y 86 centímetros de José Antonio Chamot impone presencia al llegar.

Con una mueca de sonrisa enseguida a mano, su sencillez al primer encuentro abre las puertas a su historia, llena de vivencias, anécdotas, experiencias y emociones.

Jugó tres (sí, tres) Mundiales con la Selección (Estados Unidos 94, Francia 98 y Corea-Japón 2002), un Juego Olímpico (medalla de plata en Atlanta 1996), una Copa América, se puso la camiseta de clubes inmensos como Rosario Central, Milan, Lazio y Atlético Madrid, entre otros.

Con todo eso a cuestas y transmitiendo su historia de fe, el Flaco estuvo varios días en Bahía, compartiendo charlas junto al grupo Atleta de Cristo y recorriendo barrios y clubes de nuestra ciudad y la región. "Mi intención es solamente hablar de mi experiencia en el fútbol y despertar en la gente que Dios golpea en los corazones de todo el mundo", resumió José, a sus 56 años.

A pocos minutos de conocerlo, la charla —lógicamente— recayó rápidamente en el fútbol, del cual se lo escucha hablar con pasión, recordando su historia o explicándole a algún pibe cómo pararse para no perder la marca. Incluso, cuenta que hace poco se lesionó por ponerse a dar un ejemplo en una canchita de una iglesia. Un apasionado y con alma de docente.

"Siempre estoy mirando fútbol, queriendo involucrarme, es lo que uno conoce, ha vivido y palpado", reconoció en su visita a El Diario Deportivo, el programa de la sección Deportes de La Nueva. que se transmite por streaming de lunes a viernes de 14 a 15.

"Me apasiona, me gusta dirigir, trabajar, manejar un equipo, tratar de convencer y de pasarla bien detrás de un objetivo; son desafíos muy lindos", agregó el Flaco, quien fue entrenador en las categorías formativas de Rosario Central y tuvo una experiencia en Libertad de Paraguay.

Chamot recibe en manos de Gustavo Olea la camiseta de La Armonía. Foto: prensa La Armonía

Chamot, en Punta Alta, junto a todo el plantel de Sporting. Foto: Sporting

Chamot, en el vestuario de Liniers, junto al plantel y cuerpo técnico del Chivo. Foto: Prensa Liniers

Durante esta segunda estadía en Bahía, Chamot brindó charlas en La Armonía, Liniers y Sporting y también dio una charla en el ex Salón de Los Deportes, como parte del encuentro semanal del grupo Atletas de Cristo.

"Es algo muy lindo, que lo disfruto, hablar de mi experiencia en el fútbol. Es lindo hablar con los jóvenes, que todos vivimos las mismas cosas, que hay que esforzarse, ser valiente. Yo siempre entendí esto: que hay que hacerlo por amor y pasión. Eso hace que nadie te fuerza a entrenar, uno lo hace porque te apasiona. Eso es fundamental, estar bien entrenado me ha servido para disfrutar de lo que hacía", contó Chamot, quien durante estos días estuvo acompañado por el pastor Delfín Viano en Bahía.

"A veces uno se ocupa mucho del alma y del cuerpo —agregó—, y se olvida que somos espíritu, alma y cuerpo. Y que Dios tiene cosas importantes para hablar, de los valores en el corazón de las personas. Lo que Dios quiere es que la gente abrace la felicidad y la paz. Nunca predico yo la denominación, de ser católico, protestante o Atleta de Cristo, sino ser hijo de Dios y eso es lo importante".

Su increíble trayectoria en distintos equipos y en la Selección lo llenaron de vivencias. En ese recorrido, además, compartió planteles con colosos de la historia del fútbol, incluido Diego Maradona.

"Me encanta hablar de anécdotas que fueron divertidas, a veces al límite. Las cosas que pasan en un vestuario, las cosas que le pasan a alguien como a mí, que nadie daba dos mangos, era un flaquito que corría por las calles de Concepción del Uruguay con las zapatillas agujereadas. Que nunca se le pasó por la cabeza ser profesional, solo lo hacía por pasión, amor y por pasarla bien con amigos y, de repente, me encontré en el vestuario con los campeones del mundo, cuando yo el Mundial 86 lo vi por televisión y salí por las calles de San Lorenzo a festejar", recordó.

"Pasé por grandes equipos y algunos más chicos, he ganado, he perdido, he goleado y me han goleado, son todas cosas que me gustan contarle a los jóvenes", resumió Chamot.

Desde su lugar de defensor por izquierda, por su porte físico, zancada y disciplina se fue ganando un lugar, primero en el fútbol grande, después en la Selección y también en Europa.

"Pienso que lo importante es entender que uno es deportista y que la competencia es con uno mismo, no desgastarse en mirar para afuera. Yo cuando entrenaba en Central, llegaba a mi a casa y sentía que para salir del montón tenía que hacer esa diferencia. Tenía que mostrar lo que tenía y ser realista con uno mismo, yo no podía ser Maradona, es importante conocer las limitaciones. Conocer mis virtudes y mis defectos fue algo que siempre me benefició. Yo hacía un entrenamiento en Central y otro en mi casa, esa es una disciplina que nunca dejé, ni siquiera en el Milan. Porque estando en un club tan grande uno se puede relajar, pero no, yo sabía que eso me había dado de comer", recordó.

"Yo físicamente era el primero en todo, era un atleta —agregó—. Mi virtud era mi potencia, después los pies los tenía que ablandar todos los días ja, ja, ja. A (Gabriel) Batistuta lo cargo siempre, le digo que le tenía que robar la pelota en un área y llevárselo hasta la otra para que vos la empujés ja, ja, ja. Es una amistad que me abraza con mi amigo".

La carrera de Chamot, como la de tantos otros, quedó marcada sin dudas por su paso en la Selección, donde acumuló casi 50 encuentros.

"Hice dos años en inferiores de Central, dos de Primera y me encontré en el vestuario de los campeones del mundo. (Carlos) Bilardo me decía ´Chamot, usted tiene que hablar´. Yo estaba vestido mientras ellos bailaban porque seguían disfrutando del Mundial 86. Nunca voy a olvidar que (Jorge) Valdano me sentó al lado y me enseñó un montón de cosas", agradeció.

En esos momentos tan especiales, Chamot contó qué sentía al ponerse la camiseta albiceleste para representar a todo un país.

"Eso lo sentí mucho en la cancha de River, con el desempate con Australia. Eso fue tremendo. Yo me acuerdo que tenía al lado a Maradona, Batistuta, (Abel) Balbo, (Diego) Simeone y me miraba la camiseta y me decía, yo también la tengo. Era increíble para mí, que era un pibito de Concepción del Uruguay", rememoró el Flaco.

"A veces me preguntan si no tenía miedo para salir delante de tanta gente y yo pensaba '¿sabés las cosas que pasé para estar ahí?, ¿cómo voy a tener miedo?' Hambre tenía. Sí era una gran responsabilidad, por estar representando a un país y una camiseta y no podíamos equivocarnos, tratar de achicar el margen de error y ser útil al equipo. Saber que uno se puede equivocar, pero la reacción al error es fundamental, la cabeza positiva", insistió.

Para llegar a ese punto, claro, debió pasar adversidades que también lo marcaron y le permitieron estar dónde estuvo.

"Son cosas que tenés en la mente, si vas a llegar, si me lesiono, si el técnico no me considera. Son desafíos que vos los tenés que considerar en la mente y en el corazón y conseguir una estabilidad. El segundo partido de mi carrera fue el peor de mi vida, hice tres penales ja, ja, ja. Salimos 5 a 5 en Córdoba, me quería ir de la cancha y el Patón Bauza me agarró y me dijo ´vos te quedás acá, bancatela´", recordó Chamot.

"Me acuerdo que después de ese partido decían que Chamot no podía jugar en Primera —continuó—. Los vecinos mismos se lo decían a mi viejo. Fijate cómo es todo lo que recibís si no estás bien de la cabeza. Volví a la práctica y Don Ángel Zof viene y me dice: 'Flaco, mire que yo confío en usted´. Esas palabras fueron un bálsamo. Me dijo que trabaje y no me descuide. Desde ahí empecé a subir hasta llegar a la Selección".

Chamot junto a Delfín Viano, en la charla en el ex Salón de Los Deportes, durante el encuentro semanal del grupo Atletas de Cristo.

Entre los grandes compañeros y entrenadores que tuvo Chamot en su carrera, sobresale el de Diego, a quien trae a la charla en más de una ocasión.

"Nunca me voy a olvidar que llamaba a mi casa y les contaba: ´El Diego me dice flaquito´, ja, ja. Pasamos lindos momentos con Diego. Él te hacía sentir Maradona a vos, nunca fue un tipo que te resaltó un defecto, al contrario. Te decía ´dale flaquito, bien, bien,  dámela a mí´. Nosotros sabíamos eso, dársela al que sabe. Mi tarea siempre fue esa, quitar la pelota y dársela al que sabe. Era motivante estar con Maradona en un vestuario, si lo veías entrenar tres veces en el día, vos tenías que entrenar seis. Eso lo hacía por el sentimiento que tenía por la camiseta de un país", remarcó Chamot al recordar al 10.

"Diego tenía eso de interesarse siempre por el compañero, por un amigo, de restaurar un momento difícil de un compañero o un futbolista —mencionó—. Con sólo estar con él en la cancha, te transmitía tranquilidad", insistió.

Por ese don de persona que se transmite rápidamente y por las cosas que cuenta, Chamot conecta rápidamente con los futbolistas a los que les habla, incluso aún cuando muchos (o la mayoría) no lo vio jugar o no conocen al detalle su historia.

"La juventud no me conoce mucho, pero cuando le mostramos los videos abren los ojos grandes, te empiezan a mirar y te comparan con las imágenes. Es lindo cuando te miran así y es lindo cuando uno le dice a los chicos que es lindo soñar. Si te gusta, te arde en el corazón, es lindo. Es lindo hacer un deporte y lo lindo es hablarle de la realidad, no confundirlos. Hay que empujar a los chicos a hacer deporte, genera disciplina, compañerismo. Mirá, yo si no hubiera triunfado me hubiese llevado un montón de cosas de las inferiores de Central", admitió José Antonio, quien pasó otra vez por Bahía a contar su historia, transmitir valores y acercar la fe a los deportistas.


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