Bahía Blanca | Lunes, 03 de noviembre

Bahía Blanca | Lunes, 03 de noviembre

Bahía Blanca | Lunes, 03 de noviembre

Bahía se enfrenta a otra amenaza: habrá más lluvias en la recta final del año

Un trabajo del Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la provincia anticipa un incremento de tormentas y una preocupación por la respuesta de los suelos. Las ciudades deberán prepararse para evacuar el agua.

Fotos: Rodrigo García-La Nueva.

La inminencia de lluvias intensas y la poca permeabilidad del suelo en nuestra región se erigen como dos factores que pondrán en jaque a Bahía Blanca de acá a fin de año. 

Esa situación se verificó en parte con las lluvias registradas la última semana, que dejaron en claro la falta de capacidad de muchos sectores de la ciudad para evacuar las aguas de manera adecuada.

Ese es al menos el panorama que anticipa un reporte dado a conocer por el Ministerio de Infraestructura y Servicios Públicos de la Provincia en base a información hidrometeorológica generada por los siguientes organismos: la Mesa de Riesgo Hídrico; la Dirección de Monitoreo Hídrico; la Dirección Provincial de Hidráulica; la Subsecretaría de Recursos Hídricos; el Comité de Gestión del Riesgo y Emergencia; la Dirección Provincial de Planificación y Gestión para el Desarrollo Sostenible y la Subsecretaría de Planificación y Coordinación para el Desarrollo Territorial Sostenible. 

La recopilación y análisis de esos datos permiten ofrecer esta visión integral de las tendencias hidrometeorológicas, información crucial para la planificación y ejecución de obras y la prestación de servicios que permitan una gestión eficiente y proactiva. 

El objetivo del informe es “fortalecer la preparación y resiliencia frente a escenarios climáticos e hidrológicos adversos, mediante el aumento de la capacidad de adaptación y la reducción de la vulnerabilidad”. 

El alcance de las interpretaciones, conclusiones y recomendaciones del reporte es traducir los datos técnicos climáticos e hidrológicos en una visión de las tendencias, crucial para el sector de obras y servicios públicos ante un escenario previsto para el período en cuestión. 

Las recomendaciones deben considerarse como una base para la toma de decisiones, a ser adaptadas y complementadas con el conocimiento y la vigilancia constante de cada territorio.

Agua

El trabajo anticipa precipitaciones normales pero de mayor intensidad y temperaturas superiores a las normales. Un dato relevante es que la mayor parte del suelo bonaerense tiene un alto porcentaje de saturación de agua subterránea. Según estudios realizados por la Autoridad del Agua (ADA), esa saturación está por encima del 45%, con lo cual “prácticamente toda precipitación adicional se convertirá en escorrentía superficial”.   

El Servicio Meteorológico Nacional indica que octubre, noviembre y diciembre suelen ser los meses con mayor acumulación de precipitaciones, las cuales se espera sean “cuantiosas” y se pueden presentar “de manera intensa en períodos de corta duración”, es decir el peor de los escenarios. 

“Esto, sumado al grado de saturación mencionado generará consecuencias para la infraestructura relacionada con tormentas o precipitaciones caudalosas”. 

Para tener la mejor respuesta posible ante estos fenómenos las acciones sugeridas incluyen la inspección y mantenimiento de canales, arroyos y estaciones de bombeo, la limpieza de rejillas, alcantarillas y desagües, la verificación de compuertas y redes de agua potable así como la revisión de grupos electrógenos en plantas potabilizadoras y depuradoras.  

En estas condiciones hay que estar preparados para soportar una escorrentía superficial acelerada y una mayor presión sobre las instalaciones hidráulicas, sumado a un mayor tiempo de persistencia de los anegamientos que se generen. 

Otro aspecto a tener en cuenta es el impacto que puede tener el viento sobre la infraestructura eléctrica, el cual conlleva la caída de postes y árboles que afecten el suministro. 

En este punto se recomienda a los municipios fortalecer la vigilancia, activar protocolos preventivos, reforzar guardias, informar a cooperativas y prestadores sobre posibles afectaciones, preparar materiales de señalización y contención y emitir recomendaciones sobre conductas públicas.  

El momento

La provincia sufre los impactos del cambio climático, evidenciados en temperaturas y precipitaciones que se producen de distintos modos en cada región. 

Se verifica un aumento de precipitaciones en determinados momentos y la disminución en otros, con el consecuente proceso de desertificación en el sudoeste bonaerense. 

Se ha confirmado además un aumento del nivel del mar en la costa, el cual puede producir pérdidas de superficies en la zona plana y procesos erosivos en áreas sensibles como la zona entre Las Toninas y Mar de Ajó o entre Mar Chiquita y el Puerto de Mar del Plata. 

Asimismo el aumento de las temperaturas tiene consecuencias epidemiológicas, favoreciendo -entre otros hechos- la expansión el área de distribución del mosquito Aedes aegypty.

Para el sudoeste bonaerense se manifiestan también problemáticas asociadas a las actividades productivas agrícolas e industriales, esperándose balances hídricos negativos que afecten incluso la disponibilidad de agua potable. 

Sugerencias UNS-INTA

A poco de ocurrida la inundación del 7 de marzo, la Universidad Nacional del Sur y la Estación Experimental Agropecuaria Bordenave (INTA) dieron a conocer el informe más completo, amplio, riguroso y veraz sobre lo ocurrido y que medidas preventivas debieran tomarse.

Señala el mismo que “la intensidad de la precipitación es el factor que determina un alto caudal de punta y eso no se puede controlar”, por eso los sistemas de evacuación del agua deben apuntar a estrategias que ralenticen, retengan y evacuen el escurrimiento.

El estudio indica que sistematizar obras en la cuenca rural, los parques periurbanos y urbanos de inundación podrían reducir el caudal de punta en un 53%, al ralentizar y retener el agua, disminuyendo el escurrimiento.

La reducción de superficies permeables en las últimas décadas ha disminuido la capacidad de infiltración, lo que intensifica la escorrentía y aumentar el riesgo de inundaciones.

Es crucial revisar y optimizar la red de desagües pluviales, asegurando su capacidad y mantenimiento. En las zonas de baja pendiente como Ingeniero White, se deberían revisar los escurrimientos para facilitar el drenaje hacia la ría.

Las zonas rurales periurbanas ubicadas en la cuenca del arroyo Napostá no deberían nunca ser urbanizadas, ya que eso comprometería su función de regular el agua y proteger la ciudad aguas debajo de mayores desastres. 

Asimismo, en otras zonas parquizadas como las llanuras de inundación de la carrindanga, banquinas y vías de ferrocarril, parque de Mayo, podrían promoverse obras para operar como embalses temporales en caso de inundación. 

Un aspecto positivo de Bahía Blanca es que la pendiente del terreno permite que el agua drene rápidamente hacia arroyos y canales. Sin embargo, esta evacuación puede generar caudales de punta excesivos. Por eso es fundamental incorporar medidas de retención y conducción adecuadas para canalizar el drenaje.

Bahía Blanca dispone además de un sistema de generación de conocimientos a partir de la UNS, UTN, CONICET e INTA que aportan conocimiento y estrategias de mitigación.