Súper Mercado Polar: la modernidad bajo una cubierta de paraguas
Ubicado en Alsina 621, en 1961 abrió sus puertas el Super Mercado Polar, uno de los denominados mercados modelo, con una amplia y variada oferta de negocios.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Los 60 pusieron de moda y auge los llamados “Mercados Modelo”, grande locales donde se ubicaban stands para el funcionamiento de locales para negocios. La variedad de servicios era amplísima, desde la carnicería, el almacén y la panadería, pasando por la tienda de música, la zapatería, el café al paso y la boutique.
A mediados de esa década funcionaban el los mercados Central (Donado 90), Norte (Zelarrayán 758), Soler (Soler y General Paz), Estomba (Estomba 62), Modelo (Zelarrayán 51), Thompson (Thompson 774) y Almafuerte (Almafuerte 665), entre otros.
Pero sin dudas el que se llevó todas las palmas por su tamaño y modernidad fue el denominado Súper Mercado Polar, de Alsina 651, que comenzó a construirse en 1960 según un proyecto y cálculo del estudio de ingeniería Enrique Faggi-Rodolfo Justiniano.
Lo particular del lugar fue la solución técnica utilizada para la cubierta, resuelta mediante tres losas de poco espesor, cada una con la geometría de un paraboloide hiperbólico, una modalidad constructiva que tenía un importante desarrollo en la época.
Esa solución –que generalmente se menciona como la de paraguas invertidos por su forma— permitió presentar a la propuesta como algo más que “un agrupamiento de unidades de venta”, sino que se trataba de 820 metros cuadrados cubiertos por un techo “de concepción ultramoderna”. Esa estructura permitía además colocar pocas columnas, de modo de disponer del mayor espacio libre posible.
La sociedad que operaba el Súper Mercado la integraban, entre otros, Jorge Simonetti, Rodolfo Justiniano, Alfredo Viñuela y Eduardo De Elizalde.
El lugar
El Súper Mercado Polar abrió sus puertas el primero de diciembre de 1961. Contaba con 41 boxes, alineados en el perímetro del edificio más un pequeño agrupamiento central, alrededor del cual se desarrollaban los pasillos.
Entre los negocios inaugurales estaban: fábrica de pastas La Blanquita, perfumería Orfeo, gran despensa Polar, Café Oropé, Casa Nora, relojería Amodeo, Carnicerías Polar, kiosco y cigarrería Manuel Pichel, frutas y verduras El dólar y fiambrería Clemente Martínez, casa Liliana, Café A los mandarines, carnicería Fermín Lacasa y Pescadería Macchiavello.
Anexo al mercado funcionaba un edificio con cuatro cámaras frigoríficas, bajo el nombre de Frigorífico del Sur, destinadas a almacenar todo tipo de producto. El lugar contaba además con un horno incinerador y guías para facilitar la descarga de los camiones con reses.
Los locales
Orfeo era la disquería del lugar, donde se podían adquirir discos de vinilo simples o long play, además de combinados, radios e instrumentos musicales. El material disponible cubría todos los gustos musicales: boleros, tangos y hasta el ultramoderno twist.
Panadería El Sol, un clásico de la ciudad, bien conocida por los estudiantes de la escuela Normal de Brown y Villarino. No solo funcionaba como panadería, sino que ofrecía un “vasto y completo surtido” de facturas, masas finas y Sandwiches.
La pescadería de Macchiavello entusiasmaba a todos con sus propuestas del sabroso pulpo español y el delicadísimo sabor de la albacora. Con locales en Mar del Plata y Buenos Aires, ofrecía un surtido inusitado y completo.
Dos locales ocupó el frigorífico Viñuela, que ofrecía carne de “una calidad singular a precios sin parangón en el mercado local·. Productos vacunos, chacinados y menudencias formaban parte de su oferta.
La perfumería Orfeo, contaba con toda una línea de productos de fama mundial, tanto para la dama como para el caballero. Rincón amable y buen atendido, “tenía el toque de delicadeza de los establecimientos más selectos”.
La Blanquita era el lugar para la mejor pasta fresca, con más de 30 años de experiencia en la elaboración de tallarines, ravioles, capelletis, discos para empanadas, con producción completamente a la vista del público.
El presente
Con el slogan de ser un espacio pensado para “la economía y la necesidad” de los vecinos de uno de los barrios más poblados de la ciudad –más la expectativa de la inminente construcción de un puente sobre el arroyo Napostá que facilitaría la llegada de otros sectores— el mercado funcionó hasta entrados los 70, cuando esta modalidad de venta fue entrando en decadencia. De hecho ninguno de los tantos mercados mencionados ha sobrevivido.
Desde mediados de los 80, el edificio del Súper Mercado Polar lo ocupa la sucursal Nº 15 de la Cooperativa Obrera Limitada.