Bahía Blanca | Sabado, 18 de octubre

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De Bahía Blanca a Markina-Xemein: el viaje artístico y emocional de Mikele Irazusta

Mikele Irazusta es bahiense, arquitecta y ex tenista profesional. Hoy diseña y pinta murales por el mundo. Su historia.

El arte de Mikele Irazusta, un espacio de expresión y sanación. / Gentileza MI

En el País Vasco, en la tierra de sus ancestros, Mikele Irazusta mira desde lo alto el paisaje de ensueño, de montañas y verdes cobijando un puñado de casas de tejas rojas. Está subida a un andamio, pintando un mural sobre la medianera de un edificio de seis pisos, invitada a ser parte del homenaje a la cesta punta, deporte emblemático de los vascos. Hasta allí la llevó su sangre vasca: su abuelo Andoni Irazusta fue un referente de los vascos en Bahía Blanca, y su camino como muralista, un talento que convirtió un entretenimiento en una ocupación.

A sus 32 años de edad ha dejado atrás sus años de tenista profesional —con su prima, Catalina Pella, llegaron a estar en los primeros lugares del ranking mundial— y desde hace un par de años está radicada en Maldonado, ciudad vecina a Punta del Este, en Uruguay.

Mikele se marchó de nuestra ciudad para vivir en el lugar de residencia de su pareja. Lo hizo luego de atravesar un momento amargo cuando, contratada por la municipalidad de Bahía Blanca para realizar murales en la plaza Ricardo Lavalle, fue hostigada a través de las redes sociales. Al poco tiempo de este hecho —ya era algo planificado— se mudó a su nuevo destino.

Para entonces había dejado en nuestra ciudad varios trabajos, desde el mural en la sede de la Unión vasca, pasando por medianeras en edificios, decoraciones en comercios y con una demanda laboral que no dejaba de crecer.

Actualmente trabaja en murales y cuadros y se prepara para abrir un taller de arte, “un espacio donde las personas puedan expresarse e, incluso, sanar”.

“En el último tiempo también comencé a experimentar mi arte con distintas superficies y escalas, como cerámica, telas, ropa. Diseño en distintas expresiones”, mencionó a La Nueva.

Llegar a Uruguay significó “un gran cambio” para Mikele; como empezar de cero.

“En estos años mi perfil como muralista ha ido mutando un poco. Hoy tengo ciertos pulsos creativos que puedo volcarlos, con más libertad, en cuadros. Voy danzando entre ambas expresiones”, asegura.

Y si bien no está haciendo ejercicio de su profesión de arquitecta, explicó que las herramientas que le brindó esa carrera están presentes en su arte.

“Aparecen en la escala, las proporciones, la noción del espacio y en los desafíos del urbanismo y el espacio público. La arquitectura me dio estructura, el arte me dio alas”, añade.

Un mural especial

Su tío, Andoni Irazusta, publicó en las redes sociales un emotivo video de Mikele trabajando en Markina-Xemein, un pueblo de 5 mil habitantes muy cerca de Bilbao, en el país vasco, donde fue invitada a la conmemoración del día de la Diáspora vasca, las personas de origen vasco que tuvieron que emigrar de Euskadi y que han transmitido la identidad y cultura generación tras generación.

“Allí hice un mural en homenaje a todos los jugadores de cesta punta que han llevado la cultura a frontones de todo el mundo. Para mí fue muy emotivo estar pintando en la tierra de mis aitonas (abuelos) en ese día tan especial”, detalla.

El trabajo realizado en Markina-Xemein, un pueblo de 5.000 habitantes cerca de Bilbao, en homenaje a los jugadores de cesta punta.

En Uruguay, Mikele ha desarrollado trabajos en espacios privados, casas, bares, locales. Algunos de ellos en Cordon Beer; El Chiringo de José Ignacio; Punta Shopping; Al fin y al cabo; Vivero y Café Sansueña y Brownies Luis, entre otros.

Mudarse de ciudad no fue para Mikele un gran problema. Desde pequeña viajó por el tenis y se define, además, como una persona soñadora e inquieta.

“Los viajes han cambiado mi forma de ver la vida y me han hecho crecer muchísimo. Siento que es parte de mi personalidad tener nuevos ‘lienzos en blanco’, lugares donde no hay etiquetas si ganas de redescubrirse. Eso, que es un poco vertiginoso, es una de mis grandes motivaciones”, sostiene.

Define el lugar donde vive como hermoso, donde todo va un poco “más lento”, la gente no corre tanto y hay mucha conexión con la naturaleza, con el mar.

“Me costó al principio, pero estoy contenta y me gusta que seamos parecidos con los uruguayos: las formas, el mate, los vínculos”, dice.

Hoy, Mikele tiene en marcha una serie de cuadros que la ilusionan. “Es una serie donde expreso emociones que tuve en los últimos años. Una mezcla de escritos, experiencias, imágenes reflexiones de mis viajes y vivencias que quiero transformar en obras”, explica.

La polémica de la plaza

Cuando Mikele comenzó a pintar la pileta de la plaza Lavalle en nuestra ciudad, jamás sospechó que sería atacada por su trabajo, en una crítica despiadada de artistas y vecinos que hasta politizaron el trabajo.

“Lo que me pasó me dejó muchas enseñanzas. Entender que pintar en un espacio público es una responsabilidad, que la política es muy compleja y que mi inocencia no estaba a la altura de lo que pasó”, afirma.

Pintando en la pileta de la plaza Ricardo Lavalle

“También entender que mi arte puede gustar o no, pero una vez que lo entrego ya no me pertenece. Aprendí a irme cuando hay algo que no resuena y que el costo no se lleve puesta mi salud emocional. Me sirvió para crecer y me alegró que se haya materializado el proyecto con otro mural, que el arte siga llenando de color las ciudades y mejorando la calidad de los espacios públicos”, concluye.