Leche: ¿cuáles son las razones de la progresiva recuperación del consumo en el país?
Una relación de precio favorable y la eliminación de las retenciones han contribuido a mejorar las condiciones de competitividad.
Periodista. Círculo de Periodistas Deportivos de Bahía Blanca. Fue redactor de la revista Encestando (1985-2000). Desde 1987 trabaja en el diario La Nueva Provincia (hoy La Nueva.). Pasó por las secciones Deportes, La Región y La Ciudad, donde se desempeña actualmente. Está especializado en periodismo agropecuario desde 2001. Miembro de la Asociación Bonaerense de Periodistas Agropecuarios. Responsable de las páginas webs de la Asociación de Ganaderos (AGA) y de Abopa.
Luego de no pocos años de dificultades, como puede suponerse para la producción agropecuaria, el sector lácteo argentino atraviesa un escenario de recuperación.
Las razones pueden encontrarse en la mejora del consumo interno, en los cambios en la política económica y en la evolución de los mercados internacionales, que conforman un nuevo mapa de oportunidades y desafíos para la Argentina.
En el año 2024, el consumo de leche en el país había llegado a un mínimo preocupante. Según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), el consumo per cápita anualizado cayó —en mayo de ese año— a 155,8 litros; es decir, el registro más bajo de las últimas décadas.
Desde entonces comenzó el proceso de recuperación que llevó la cifra a 194,1 litros en abril del corriente 2025 (para un crecimiento interanual del 20 %).
Si bien este nivel aún está lejos del récord histórico de 232 litros alcanzado en el año 1999, marca una clara tendencia positiva. Esto es, la leche vuelve a ganar terreno en la dieta de los argentinos, lo que abre un horizonte favorable para toda la cadena láctea.
Los factores que explican el repunte son varios y variados, pero una síntesis de ellos puede comprenderse a partir de los siguientes ítems:
—Eliminación de los derechos de exportación (retenciones): en octubre de 2023 se suspendieron y en agosto de 2024 se eliminaron de manera definitiva, mejorando la competitividad externa y generando un impacto positivo en los precios al productor.
—Mejora de la relación insumo-producto: un litro de leche hoy permite comprar 2,2 kilos de maíz y 1,5 kilos de soja, cuando el umbral de referencia es 2 y 1, respectivamente. Este cálculo significa que la ecuación económica es más favorable que en los últimos ocho años.
—Estabilidad macroeconómica: la estabilización cambiaria y la baja de la inflación dieron previsibilidad al negocio. El precio en dólares de la leche llegó a U$S 0,40 por litro, frente al promedio de U$S 0,24 que se mantuvo entre los años 2017 y 2024.
—Mejores condiciones productivas: el fin de la sequía y la mayor disponibilidad de reservas forrajeras —de buena calidad— facilitaron una recomposición de los rodeos y de los niveles de producción.
La recuperación de la producción también se refleja en la oferta de leche. En tal sentido, la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyP) informó que en los primeros cuatro meses del presente 2025 se produjeron 3.300 millones de litros, un 11 % más que en igual período del año pasado.
Por su parte, el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina proyecta que la producción anual alcanzará 11.200 millones de litros, con un crecimiento del 6 % interanual (en línea con los promedios históricos).
En el crucial sector de la industria, la elaboración de productos lácteos en el primer cuatrimestre sumó 389.700 toneladas, un 13 % más que en 2024. Dentro de este total se destacan los aumentos de yogures y leches fermentadas (+23 %); crema (+18 %) y manteca (+14 %). También hubo mejoras en queso (+7 %); leche en polvo (+4 %) y dulce de leche (+11 %).
De acuerdo con el análisis de los economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), este crecimiento muestra una diversificación del consumo y un mayor dinamismo en categorías de valor agregado, lo que representa una oportunidad para ampliar mercados tanto en el país como en el exterior.
El panorama para lo que resta de 2025 y para 2026 es de crecimiento moderado pero sostenido, con la posibilidad de que la Argentina vuelva a ubicarse en el grupo de países con mayor consumo de leche per cápita en el mundo.
La consolidación de un precio al productor competitivo, el acceso fluido a insumos y el mantenimiento de condiciones macroeconómicas estables serán determinantes para sostener este sendero. El desafío final será articular políticas de largo plazo que fortalezcan a la cadena láctea en su conjunto, desde el tambo hasta la góndola, asegurando tanto el abastecimiento interno como la presencia en los principales mercados internacionales.
El escenario mundial
De acuerdo con varias fuentes consultadas, el mercado internacional de lácteos atraviesa un proceso de recomposición. Según datos recientes de las seis principales regiones exportadoras (UE-27, Reino Unido, los Estados Unidos, la Argentina, Australia y Nueva Zelanda), en junio del corriente año las entregas promediaron 795,5 millones de litros diarios, un aumento interanual del 1,8 %.
Una de las características es que las dinámicas son heterogéneas. Por ejemplo, en la Unión Europea hay un leve retroceso leve (-0,1 %), con caídas en Alemania y Bélgica, pero alzas en Irlanda. En el Reino Unido la suba es del 6,3 %, alcanzando máximos históricos de producción, mientras que en los Estados Unidos el aumento del 3,3 % es impulsado por un mayor tamaño de los rodeos y mejores márgenes.
En Australia, por ejemplo, se produjo la caída del 5,2 % por condiciones climáticas adversas y en Nueva Zelanda surge una fuerte recuperación (+14,6 %) con pasturas en excelente estado y precios firmes. En conjunto, estas regiones concentran más del 65 % de la leche de vaca producida en el mundo y alrededor del 80 % de las exportaciones globales.
Oportunidades y riesgos
La combinación de mayor producción local, consumo en recuperación y precios internacionales relativamente firmes abre un escenario alentador para la lechería argentina. Sin embargo, los desafíos no son menores.
Uno de ellos es la volatilidad internacional, donde la oferta global en alza puede presionar los precios en los próximos meses, especialmente si Europa recupera volúmenes. Asimismo, están los costos internos. Aunque la relación insumo-producto mejoró, la inflación en dólares de servicios e impuestos sigue afectando la competitividad.
Finalmente, está la incidencia de los mercados. En el caso del externo, la diversificación de destinos y la consolidación de acuerdos comerciales serán clave para sostener la inserción internacional. En el interno, en tanto, la tendencia positiva deberá reforzarse con campañas de promoción del consumo de lácteos, destacando sus beneficios nutricionales en un contexto de cambios en los hábitos alimenticios.
Los consumos en la Unión Europea
Para 2025, la producción total de leche en la Unión Europea se estima en 149,4 millones de toneladas, lo que supone una caída del 0,5 % respecto al año anterior. Esta disminución responde —principalmente— a la reducción del rodeo lechero, que se contrae un 3,5 % debido al cierre de explotaciones pequeñas, las estrictas regulaciones medioambientales, los brotes de enfermedades como lengua azul, fiebre aftosa y EHD, así como a los elevados precios de la carne bovina que han incentivado el refugo de vacas. A ello se suma la dificultad para asegurar el relevo generacional en el sector.
Si bien el rendimiento por vaca continúa mejorando gracias a las explotaciones más tecnificadas, este avance no compensa la pérdida de animales.
Los precios pagados al productor se han estabilizado en torno a 53,7 euros por cada 100 kilos, un 15,5 % por encima del nivel de 2024 y claramente superiores a la media de los últimos cinco años.
El consumo de leche fluida sigue en descenso, con una previsión de 23,7 millones de toneladas (-0,4 %). La reducción de la producción condiciona el uso industrial de la leche, que retrocede un 0,4 % en 2025. Ante esta menor disponibilidad, los procesadores priorizan la elaboración de quesos frente a otros productos como manteca, leche en polvo descremada (LPD) y leche en polvo entera (LPE), debido a su mayor valor añadido y demanda estable.
La producción de queso alcanzará los 10,72 millones de toneladas, un 0,2 % más que en 2024, sostenida por un consumo interno sólido y una demanda externa constante.
Alemania, Francia, Italia, Países Bajos y Polonia concentran el 75 % de la producción.
Las exportaciones llegarán a 1,39 millones de toneladas (+0,1 %), aunque con riesgos por tensiones geopolíticas, aranceles del 10 % en los Estados Unidos y una investigación comercial en China. Las importaciones prevén crecer un 7 %, principalmente desde Reino Unido y Suiza. Los stocks industriales se mantienen bajos, lo que respalda precios firmes, y las variedades con DOP o IGP continúan logrando primas significativas.
En el caso de la manteca, la producción se reducirá a 2,06 millones de toneladas (-1 %), desplazada por la elaboración de queso. Las exportaciones caerán un 4 %, por precios elevados y menor competitividad en mercados sensibles al precio como el norte de África, mientras que el consumo interno permanecerá estable en torno a 1,8 millones de toneladas, aunque presionado por la competencia de margarinas y grasas vegetales.
La producción de leche en polvo descremada descenderá a 1,36 millones de toneladas (-3 %) por la reorientación de la materia prima hacia quesos y por una demanda interna más débil. Las exportaciones crecerán levemente (menos del 1 %), con destinos prioritarios en el norte de África, China, Oriente Medio y el sudeste asiático, pero compitiendo con los EE.UU. y Nueva Zelanda. El consumo interno caerá a 680 mil toneladas (-6 %), afectado por la menor demanda de la alimentación animal y la caída de la producción de chocolate debido al alto costo del cacao.
La leche en polvo entera seguirá la misma tendencia, con una producción prevista de 590 mil toneladas (-6,3 %), ya que genera los márgenes más bajos y es sustituida en la industria alimentaria por mezclas de grasas vegetales y leche en polvo descremada.
Las exportaciones retrocederán un 4,3 %, especialmente hacia China, el norte de África y Reino Unido, y el consumo interno disminuirá un 6 % por los precios elevados y la preferencia por alternativas más económicas.