El sector petrolero apunta a triplicar sus exportaciones en 2030
El sector hidrocarburífero argentino ya genera un superávit en su balanza externa superior a los 6 000 millones de dólares en 2025.
El año en curso marca un hito para la energía argentina.
La balanza energética, históricamente deficitaria, presenta un superávit estimado en más de 6.000 millones de dólares y existe la posibilidad de que esa cifra llegue a los 8.000 millones si la tendencia de producción y exportaciones se sostiene hasta diciembre.
Este saldo positivo se explica por un notable incremento de la producción de crudo y gas, que redujo al mínimo la necesidad de importaciones, y por un contexto internacional que permitió colocar más volumen en el exterior a precios competitivos.
En el primer semestre, el sector generó más de la mitad del superávit anual previsto y lo hizo con una combinación de factores que incluyen mejoras en la productividad, inversiones constantes en yacimientos y un uso más eficiente de la capacidad instalada para transporte y almacenamiento.
La reducción de compras de gas natural licuado también incidió de manera directa, liberando divisas y reforzando el perfil exportador que empieza a caracterizar al país.
Vaca Muerta como motor central del crecimiento
El yacimiento no convencional de Vaca Muerta se consolida como el corazón de este cambio estructural.
Con una producción que este año podría superar los 830.000 barriles diarios, niveles que no se alcanzaban desde finales de la década del noventa, y exportaciones que ya rozan los 370.000 barriles por día, el polo neuquino demuestra un potencial que va mucho más allá del autoabastecimiento.
Las proyecciones para 2030 son ambiciosas porque el sector petrolero en su conjunto podría llegar a exportar hidrocarburos por un valor cercano a los 25.000 millones de dólares. Para dimensionar su importancia, significaría quintuplicar las divisas que aporta hoy.
Esto no solo requiere mantener el actual ritmo de perforación y desarrollo, sino también asegurar que la infraestructura de evacuación esté a la altura de la producción proyectada, algo que ya comenzó a resolverse con obras como el gasoducto Perito Moreno.
Incluso a esto debe sumarse el inicio de trabajos para ampliar capacidad en grandes oleoductos troncales y estaciones de bombeo.
Infraestructura estratégica para llegar a nuevos mercados
El salto exportador que se proyecta se apoya en un plan de obras que busca ampliar la capacidad de transporte hacia los puertos atlánticos y habilitar nuevas rutas de exportación.
El proyecto Vaca Muerta Oil Sur es el ejemplo más claro.
Con poco más de 600 kilómetros de extensión y una inversión cercana a los 3.000 millones de dólares, permitirá trasladar medio millón de barriles diarios hacia la costa de la provincia patagónica de Río Negro y alcanzar la plena operación en 2027.
A esto se suman ampliaciones en terminales marítimas, mejoras en estaciones transformadoras y acuerdos logísticos para optimizar la salida de la producción.
Paralelamente, el país avanza en la concreción de proyectos de gas natural licuado, con el objetivo de abastecer mercados europeos y asiáticos.
Estas iniciativas incluyen plantas de licuefacción en puntos estratégicos y el desarrollo de barcos especializados que permitan exportar gas en estado líquido, sumando así una importante línea de negocios que podría transformar por completo la
balanza comercial energética argentina de cara a la próxima década.
Diversificación y apuesta por energías más limpias
Aunque el petróleo y el gas son la base del actual boom exportador, el país también comienza a incorporar proyectos que amplían la matriz y mejoran su perfil ambiental.
Entre ellos se destaca la construcción de una biorrefinería destinada a producir combustibles de aviación sostenibles y aceites vegetales hidrotratados, con una inversión estimada de 400 millones de dólares en la provincia de Santa Fe.
Este tipo de desarrollos no solo responde a la creciente demanda global de energías menos contaminantes, sino que también abre oportunidades para colocar productos con mayor valor agregado en mercados exigentes.
Ingresos estables a largo plazo
De esta manera, la Argentina combina el aprovechamiento de sus ventajas competitivas en hidrocarburos con una estrategia de diversificación que apunta a garantizar ingresos estables a largo plazo, incluso en un escenario de transición energética.
El panorama que se abre para el sector petrolero y gasífero argentino es de una magnitud que no se veía en décadas.
En tal sentido, la proyección de convertir a la energía en el principal generador de divisas coloca al país ante una oportunidad histórica.
Al respecto, numerosos especialistas sostienen que el camino hacia 2030 plantea desafíos en varios frentes: sostener la llegada de inversiones privadas y públicas, consolidar un marco regulatorio estable que ofrezca previsibilidad, asegurar que la infraestructura avance al ritmo de la producción y fortalecer la presencia comercial en numerosos mercados estratégicos.
También será clave trabajar en la competitividad frente a otros exportadores globales, cuidando costos y optimizando procesos para no perder espacio en un mercado cada vez más exigente.
Efecto multiplicador sobre la economía
El desarrollo de Vaca Muerta y la expansión de proyectos complementarios tienen un efecto multiplicador sobre la economía.
Las provincias productoras ya registran mejoras en indicadores de empleo, recaudación y actividad de proveedores, mientras que la cadena logística vinculada al petróleo y gas se expande con nuevas oportunidades para empresas locales.
Si el país logra capitalizar plenamente este ciclo de expansión, no solo estará garantizando su seguridad energética interna, sino que también podrá posicionarse como un socio confiable para grandes consumidores de energía en todo el mundo. En ese horizonte, el petróleo y el gas argentinos pueden convertirse en una carta estratégica para diversificar la economía y apuntalar el crecimiento sostenido durante la próxima década.