La catedral del básquet, una cubierta que sorprende y 86 años de vigencia
Construido en 1939 y cubierto en 1959, el estadio del club Estudiantes de Bahía Blanca sigue maravillando por su espacialidad y la singularidad de su estructura.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
La final del torneo de primera división del básquet local entre Olimpo y Napostá ha permitido a muchos redescubrir la maravillosa cubierta del estadio del club Estudiantes, una impactante obra de ingeniería sobre un espacio cargado de historia.
La obra fue terminada 1959, 20 años después que las tribunas, según un diseño de tres jóvenes profesionales locales, docentes de la flamante Universidad Nacional del Sur, los ingenieros Néstor Distéfano y Ricardo Arrigoni y el arquitecto Pedro Doiny Cabré.
Se trata de una cubierta colgante formada por losetas de 0,50 x 1,00, las cuales están colgadas mediante ganchos a una red de cables de acero anclados en los extremos del estadio.
Esos cables, que corren en el sentido más largo de la cancha, conforman la estructura clave de la obra, la que trasmite todos los esfuerzos a las columnas perimetrales.
Existe una segunda red de cables, perpendicular a la anterior, que es la encargada de evitar que el techo sea succionado por el viento que lame su parte superior.
Como la separación entre las losetas nunca se rellenó con material, la misma permite ver con claridad las dos mallas de acero.
Finalmente, la forma de la cubierta se conoce como la de un paraboloide hiperbólico, asimilada su forma una silla de montar y a las populares papas fritas Pringles, resueltas de esa manera para que no se rompan al apilarse en el tubo cilíndrico.
Hay otro componente clave en el funcionamiento del techo. Si se presta atención, en los dos extremos “cruzan” la cancha dos grupos de tres cables paralelos. Son tensores que colaboran con los arcos extremos para absorber de mejor manera todos los esfuerzos. Nunca, bajo ninguna circunstancia, deben quitarse.
No deja de ser llamativa la vigencia del estadio como el más importante en su tipo, aunque también deja en claro que en 86 años no se ha podido construir un estadio municipal acorde a las necesidades actuales.
Una de las fotos que acompaña este comentario muestra uno de los partidos inaugurales de la cancha, en febrero de 1939, en ocasión del XI campeonato argentino de básquet, reflejando casi la misma situación que el presente en cuanto a la ubicación y comodidades del público.
La cancha tenía entonces piso de ladrillo molido –como los de una cancha de tenis--, tableros de madera, se jugaba con una pesada pelota de cuero y un conjunto de bancos traídos de la plaza Rivadavia hacía las veces de baranda reglamentaria.
Modelos en el mundo
Una de las desventajas del estadio de Estudiantes es la estar escondido, desde el momento que ocupa el centro de una manzana que en 1939 estaba completamente desocupada. Esa ubicación hace que sea una obra escondida, cuyo perfil es posible solo advertir por fragmentos.
Otros estadios del mundo cuya cubierta presenta la misma doble curvatura que la de Estudiantes lucen de manera más llamativa al mostrarse aislados, apareciendo como obras destacadas y totalmente atractivas.