Bahía Blanca | Sabado, 26 de julio

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El hechizo blanco volvió a Epecuén: la nieve salada forma un paisaje de cuento

Este fenómeno invernal tiñó una vez más las costas del lago reforzando su atractivo turístico.

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Audionota: Marina López

Parece nieve, pero no lo es. Desde mediados de junio, generalmente, cuando comienzan las temperaturas bajo cero, las orillas del Lago Epecúen amanecen cubiertas por una capa blanca que en realidad está formada por cristales de sulfato de sodio que expuestos al frío dan una imagen de nieve.

Este fenómeno natural no solo transforma visualmente el paisaje sino que potencia el turismo invernal de la región.

Si bien celebramos su aparición como algo natural y que ocurre cada invierno en el destino, en realidad, estuvo 30 años sin suceder y comenzó a darse nuevamente con recurrencia a partir de 2013.

Desde el Museo Histórico de Adolfo Alsina, su director Gastón Partarrieu, aportó información sobre este fenómeno que crea paisajes únicos y conecta a los visitantes con la historia del lugar que nació como una explotación minera.

“El fenómeno de la cristalización se da sobre todo en las costas donde reina el viento sur, que es el que más frío trae y más empuja el sulfato que está presente allí”, explicó.

“Si bien estos cristales se pueden apreciar en todo en el camino hacia Epecuén, también en las ruinas, se aprecian mejor en la laguna y los sectores en los que hay agua”, dijo.

Esto es así por una sencilla razón: la cristalización ocurre cuando los niveles de la laguna están en niveles históricos bajos. La alta concentración de minerales expuesta a bajas temperaturas hace que toda esa sal disuelta en el agua se enfríe rápidamente y se produzcan esos granos y luego el viento los empuja hacia la costa.

Partarrieu mencionó que esto se da mayormente entre junio y agosto cuando las heladas son fuertes y consecutivas.

El resultado es una imagen impactante. El proceso, llamado decahidratación, crea un paisaje blanco, brillante, que cambia con la luz y se deshace lentamente cuando las temperaturas vuelven a subir.

Este tipo de eventos mantienen vivo el interés por Epecuén más allá de que su fuerte turístico sean sus aguas termales.

“Esto le agrega un plus al invierno y es un complemento para las termas, que es el gran atractivo o‘plato fuerte’del destino”, añadió.

“En verano tenemos la propia laguna, la playa y las ruinas y, en invierno, las termas y este paisaje único de la nieve salada, tan característico,” expresó.

Además, reflexionó que el fenómeno conecta a la gente con la naturaleza propia del destino y no tanto con la historia de la tragedia de la inundación de 1985.

“El turismo de Epecuén está muy centrado en las ruinas y el poder ver los canales naturales de la laguna conecta mucho más con el por qué de su nacimiento, cuando se comercializaba el sulfato de sodio, y de su transformación en un destino turístico y resalta las propiedades del agua, lo cual es muy positivo”, dijo.

La laguna, ubicada en el sudoeste de la provincia de Buenos Aires, posee una altísima concentración de sales. El espectáculo natural que se genera en estas semanas de heladas invita tanto a la contemplación como a la curiosidad y sigue sorprendiendo.

Este paisaje blanco temporal: desaparece con la llegada del calor y las lluvias, reiniciando el ciclo al año siguiente. Por ello, la mayoría de los visitantes busca captar en fotos esta belleza efímera antes de que se diluya.

En este sentido, Partarrieu mencionó que el mejor momento para tomar fotografías de la "nieve helada" es durante el atardecer.

“Es la hora es ideal para fotografiar el sulfato y las plantas bien iluminadas ya que la luz resalta el brillo de los cristales. Lo mismo sucede con las imágenes con dron, porque se aprecia el sulfato bajo el agua”, explicó.

Turismo: un imán natural

El Municipio de Adolfo Alsina promueve este fenómeno como parte del turismo invernal, ofreciendo salidas guiadas, observación de aves y caminatas por la costa. Se convierte en un momento esperado por fotógrafos y amantes de la naturaleza.

Como resaltó Gastón Partarrieu, este paisaje no es solo visual: invita a reconectar con la esencia natural del lugar y a descubrir un Epecuén alejado de la tragedia, más cerca de su origen y de su potencial turístico como destino termal.