Tan parecidos como diferentes a la vez, los hermanos Franco y Santiago Ruesga cumplieron el sueño
Franco, de 28 años, regresó de España y comparte equipo, en 9 de Julio, con Santiago (20). Su relación más allá del básquetbol.
Ingresó en La Nueva Provincia en 1995. Trabaja en la sección Deportes y fue colaborador en Regionales y Locales de este mismo medio. Se especializa en básquetbol. Formó parte del staff de la revista Encestando y Zona de Básquet durante 10 años. Tuvo experiencia en el programa Radial Contrabásquet, en Radio La Red.
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Santi observa a Franco, lo escucha atentamente a nivel admiración, mientras cuenta cómo está viviendo esta experiencia temporaria en la ciudad, volviendo a jugar después de 11 años en 9 de Julio, su club, su segunda casa, ahí donde en cada rincón encuentra recuerdos que lo transportan a su infancia.
“Es muy fuerte”, admite Santiago
“Me acuerdo que mis viejos me preguntaban quién era mi ídolo sabiendo de la devoción por él y les respondía ‘mi hermano’", recuerda.
Sus ojos marrones resaltan. Esa mirada que no se guarda nada expresa los sentimientos del pibe de 20 que se refleja en su hermano de 28.
“Aprender de él siempre fue una locura, y ahora más, que lo tengo compartiendo el deporte. Encuentro mi refugio en él, me ayuda un montón. Y este tiempo –agrega- más que nunca, en el día a día, por cómo entrena y se maneja. Es disfrute absoluto. Estoy pleno”.
-Franco, ¿qué significa para vos escuchar de boca de tu hermano esta admiración?
-La realidad es que tenemos una relación muy linda, transparente. De chico fue mi juguete, en el buen sentido. Obviamente hemos tenido nuestras diferencias en cuando a alguna rebeldía de mi parte, propio de adolescente y él de guachín, je. Pero desde el momento que es tan transparente y hablado todo es mucho más confortable. Lo vivimos así en el día a día, aún a la distancia. Estamos muy al tanto de la vida en general, más allá de lo deportivo. Lo mismo con mi hermana (Azul, de 30 años). Somos muy cercanos.
-Qué responsabilidad también venir y compartir equipo, ¿no?
-Quería venir y jugar, pero sin mover ninguna pieza de la estructura por mi presencia. Santi está empezando un lindo camino en Primera, yo quiero acompañar y complementar. Por eso quería que el primer partido saliera todo lindo y así fue, compartir con toda mi familia. Pudimos tener minutos juntos en cancha. Y, además, ganamos ese partido.
Santiago: me imaginé que él iba a pensar eso y el partido contra San Lorenzo fue una responsabilidad demostrarle que yo luchaba por lo mío.
Sentados en el mismo sillón la charla fluye, son tan iguales y distintos a la vez que hace una relación especial.
-Santi, ¿qué tenés de Franco jugador?
-La realidad es que tenemos juegos muy distintos. Él es más base, más ordenado, defensor, centrado y yo un poco más tiro al aire (sic), je. Soy más de tirar de tres y un juego más moderno, él tiene más cosas de antes. Él miraba mucho a Pepe (Sánchez) y yo crecí con un poco de básquet más moderno que me lleva a jugar de otra manera. Igual, tengo movimientos que me reflejan a Franco.
-Franco, ¿entendés que tácitamente le vas marcando el camino?
-Sí. Después va en lo que quiera cada uno. En lo que es netamente del juego siempre hablamos, que no se conforme, que obviamente tiene gol en las manos, buen tiro de tres, penetra, así y todo le remarco lo que tiene que seguir puliendo. Y, obviamente en la vida general, que no pierda los estudios, complemento siempre necesario para el deporte. Después, las oportunidades que puedan salir son personales y cada uno las va a vivir y atravesar como prefiera. No es que uno u otro camino es el ideal. En mi caso, fueron mutando las decisiones y nunca condicionadas por otro.
-Inclusive con el subibaja que significaron las lesiones.
-Sí, obviamente que en el momento fue bastante duro. Justo la primera se me produjo en el ascenso con Villa Mitre (a la Liga Argentina). Después, cuando me estaba recuperando sufrí otra; son situaciones a las que, como deportista estás expuesto. Y aunque suena raro, una lesión a tiempo te termina despertando más de la cuenta de todo lo que podrías entrenar. A veces no viene tan mal.
La ilusión de poder jugar juntos siempre estuvo. La realidad es que pasaba el tiempo y las posibilidad de concretarlo se acortaban.
“La verdad que era más el deseo que la realidad, porque se complican las fechas y el tema del pase. Yo no quería ilusionarme y cuando se concretó me puse como loco. Se hizo eterno hasta que llegó”, reconoce Santi.
“Siempre que termino de jugar allá (en España) vengo de visita para estas fechas y cuando empezó a posponerse el torneo y yo que venía más temprano se presentaba la posibilidad de arrancar a la par. Y, obviamente, me movilizaron las ganas de jugar con Santi, después se sumó Emilio (Giménez), con quien jugué en Olimpo y somos amigos. Y, encima, hacerlo en el club. No podíamos dejar pasar esta oportunidad. Es hermoso”, reconoce Franco, quien sólo podrá jugar lo que resta de fase regular del primer tramo del torneo de Primera y algún playoffs.
-Me imagino una agenda cargada en tus regresos.
-Siempre que vengo son asados, juntadas, salidas y ahora se sumó el jugar. El mismo día que aterricé, después de dos días de viaje, con escalas incluidas, al otro día jugué. ¡Para qué! No podía más. Esta semana ya la tomé más renovada. Estoy a pleno. Sentí cómo necesitaba de esto, me doy cuenta cuando vuelvo que es por acá.
-¿Lo cual lleva a replantearte la permanencia lejos de Bahía?
-Yo lo tomo como un hobby: no digo “vivo en España”. Mi pensamiento es ir a jugar allá ocho meses, viajo, conozco y disfruto la vida.
-La manera de la que generalmente afrontan cuando ni bien se van. Vos la mantenés.
-Sí, ya son cinco años yendo y viniendo. Pero no lo tomo como aquel que decide irse a establecerse y una vez que tiene trabajo se le complica venir por los pasajes, las vacaciones y demás. Yo voy y vengo. Lo tomo más desde el disfrute.
-¿Cómo te definís? ¿Basquetbolista profesional que, paralelamente va descubriendo un poco su destino?
-Y... Gracias al básquet puedo permitirme muchas cosas. Viví muchas experiencias gratificantes que, quizá sin el básquet no podría haber vivido. Es un disfrute del que tomó dimensión cuando estoy lejos. Si bien vivo de eso, cuando contás que tenés casa, comida y un sueldo, te dicen que es el sueño de todo el mundo, aunque uno ya lo naturaliza. Aún así lo agradezco día a día. Soy un profesional del básquet, porque vivo de eso, pero lo tomo más como un hobby que una profesión.
-Santi, ¿te ves reflejado a futuro con la experiencia de Franco?
-Obviamente quiero recibirme y mi idea es poder en algún momento vivir de esto. Todavía soy chico y hemos hablado muchas veces de ir para allá, aunque antes quiero vivir el compartir con mi familia, mis amigos, me gusta mucho la ciudad y el día a día. Aunque sí, me gustaría que mi destino esté relacionado con el básquet.
-Franco, con el básquetbol te fuiste abriendo camino a nivel profesional, jugando en diferentes equipos, inclusive fuera de la ciudad. ¿Lo tenías como meta o lo fuiste descubriendo durante el recorrido?
-Las horas que le dediqué al deporte fueron muchas.
-¿Con el objetivo de ser profesional?
-Obviamente uno va siendo optimista y buscando lo mejor, de todos modos, sin un objetivo en particular, quería recorrer este camino. Y tuve la suerte que de muy chico mi destino estuvo ligado muy cercano a lo profesional, jugando el Federal en Olimpo. Me fui con 16/17 años a formar parte de un proyecto que incluía jugadores extranjeros y un nivel profesional.
-Bueno, esa fue toda una decisión, dejar la zona de confort en 9 de Julio, sin haber sido muy protagonista.
-Sí, de hecho ese año me generó muchas dudas tomar la decisión, porque estaba empezando a jugar varios minutos en Primera y me iba a Olimpo, donde estaban Lucas Lucchetti y Germán Ressia. Iba a no jugar. Era empezar de cero. Pero bueno, esas decisiones difíciles son las que después te permiten abrir más camino. En su momento fue difícil dejar mi club.
-Santi, ¿vos hoy evaluás algo de esto para tu futuro?
-La verdad que disfruto mucho jugar en 9. Pero la realidad es que el deporte es así, por lo que si surge algo lo analizaré. Mismo si quiero dedicarme a esto, tendré que contemplar esa posibilidad.
-¿Vivir de cerca la experiencia de Franco te ayuda a saber de qué se trata?
-Ni hablar. Abrió una puerta. La resiliencia que tuvo con las lesiones y lo que pasó, pudiendo mantenerse allá a buen nivel, me sirve para saber que se puede. Allana el camino.
Franco se recibió de profe de Educación Física, aunque nunca ejerció. Santi, en tanto, estudia a distancia Licenciatura en Sociología, por lo que este tiempo reparte el tiempo entre libros y la pelotita.
-Con la presencia de Franco en Bahía, ¿cuánto te modifica la dinámica del día a día? ¿Se disfrutan mutuamente más allá de la cancha?
Santiago: sí. Me cuesta la distancia y el hecho de que venga poco tiempo quiero aprovecharlo al máximo. En el día a día compartimos muchas cosas y tenemos gustos similares de música, deporte y demás.
-Es raro que compartan tanto habiendo ocho años de diferencia.
Santiago: la realidad es que de chico mamé muchas cosas de él.
Franco: los gustos musicales él fue llevándolos a otro nivel y, por ejemplo, con la guitarra, ahora tiene para mostrarme el doble de lo que alguna vez le mostré.
-Santi, ¿posibilidad de tocar en alguna banda?
-En algún momento lo pensé con amigos. De hecho, con mi viejo fue motivo de charla: “¿te gusta la música o el básquet?”.
-¡Claro! Inclusive estuviste un tiempo sin jugar.
-Sí. En algún momento tuve idas y vueltas con el básquet. Dejé unos meses. Siempre fue mi relación así con el básquet, algo que cambió el último tiempo. Me pasó lo mismo, cuando de chico, a los 11 años, me fui a jugar al fútbol.
-Franco, ¿vos fuiste más fiel con el básquet?
-Yo simplemente ni me lo cuestioné. Entrenaba todo el día. Con mi abuela viviendo a media cuadra, salía de la escuela, merendaba, entrenaba, volvía, comía algo y otra vez a entrenar. Ni siquiera me pesó. En realidad ni siquiera se me cruzó. Él estuvo más abierto a probar cosas, algo que no veo mal. De hecho, que tenga esa habilidad con la guitarra y logre esa desconexión a mí también me atrapa, me gustaría lograrlo. Es otra área de lo artístico.
-¿Qué podemos escuchar?
Santiago: me gusta mucho el rock and roll. Ya hace mucho que toco, me doy maña, me gusta y me desconecta. Y después de varios años de vagancia y que no tenía constancia, ahora logré que Franco aprendiera a tocar.
Franco: se dio el gusto de ser el profesor, je.
-Es decir, en este caso, el alumno le enseñó al profesor.
Franco: ¡Claro!
-Vayamos a lo importante: ¿Quién es el Ruesga bueno?
Santiago: Fernando, jeje.
-Ahhh, la pateaste al córner, je.
-Je. Es que cada vez que alguno habla de cómo jugaba mi viejo dicen que era bueno, bueno. Nos quedamos con eso.
Franco: “empezamos con el ‘yo en tu época pibe’, jejeje. La verdad que cuando estaba Ariel Ugolini en el club le insistía a mi viejo para que volviera a jugar y yo estaba como loco. Quería que jugara, pero no se dio. Sólo lo vi en algún torneo amateur.
-¿Es de hablarles?
Santiago: es una persona que sabe mucho de básquet y es muy bueno dando consejos. Ve las cosas con bastante claridad. Y es objetivo.
Franco: su opinión no se centra únicamente en el juego, sino en la proyección, planificación, disciplina, es buen consejero para nosotros en cuanto a la vida misma.
Los Ruesga y ese modelo a seguir que bajó Fernando a partir de su experiencia dentro y fuera de la cancha, hoy se lo transmite Franco a Santiago.
Está claro que todo tiene que ver con todo. Definitivamente, es un bien de familia.