“El día que cumplí 21 años, perdimos el clásico con Huracán, suspendí la fiesta y me acosté a dormir”
Fernando Angel Kessler llegó a los 400 partidos oficiales con su amado Comercial. En 17 años de carrera atravesó todo tipo de turbulencias, alzó un título en la A liguista y consiguió dos ascensos. Hoy es el jugador con más presencias en la historia del club verdiamarillo.
Egresado del Instituto Superior en Ciencias de la Comunicación Social. Cronista de la sección Deportes de La Nueva. desde el 9 de octubre de 1995, especializado en fútbol. Entre 2002 y 2018 cubrió a Olimpo en Primera división. Trabaja en televisión y radio. Además, integró el equipo periodístico de "El Diario del Mundial", que se emitió en La Nueva Play.
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Con 400 partidos en la Primera de Comercial y diecisiete años de carrera compitiendo al máximo nivel en la Liga del Sur, Fernando Angel Kessler, whitense de nacimiento, manifestó de movida que no necesitaba pensar demasiado para referirse al mejor y al peor momento de su vida como futbolista.
La nota iba más allá de su amor por el verde del Puerto y ese fantasma del retiro que dos por tres se le aparece cuando los dolores, después de un entrenamiento o cotejo formal, ya no pasan tan desapercibidos ni se van de un día para el otro como sucedía en aquellos tiempos de piques largos por la banda izquierda sabiendo que el ida y vuelta y dejar el alma en cada pelota eran exámenes obligados todos los fines de semana.
El “Cordero” debutó en la mayor comercialina el 27 de abril de 2008, en un 0-0 con San Francisco que le dejó poco para contar.
“Me quedé tecleando con el principio, si fuera para el programa de Marcelo Tinelli tranquilamente te puedo describir, con lujos de detalles, cual fue el peor día de mi vida deportivamente hablando”, señaló el lateral-volante con una sonrisa falsa que denota que aún hoy, quince años después, se sigue fastidiando con tan triste recuerdo.
Adelante entonces...
“El día que cumplí 21 años, el 18 de diciembre de 2010, disputamos la serie de Promoción frente a Huracán, a mi entender el clásico excluyente en el fútbol liguista. Ellos pretendían no descender y nosotros luchábamos para subir a la A. Teníamos que ganar para forzar otro encuentro, pero caímos en los penales y me tocó errar. Fue la tarde en que Ezequiel Alonso atajó tres, en cancha de Olimpo, donde hoy, cuando me toca ir a jugar, me sigue invadiendo la impotencia cada vez que miro hacia el arco de da a calle Chile”, rememoró el jugador con más presencias en la primera de Comercial a lo largo de la historia (64 goles).
“Eze, que me contuvo el segundo penal, también tapó los de Ivan Catani y Jona Bravo de Laguna. Llegué a mi casa con el ánimo por el piso y sin ganas de hablar con nadie; estaba todo preparado para la fiesta de mi cumpleaños, era justo un sábado, pero le dije a mi mamá (Miriam) `lo suspendo´. Fue muy duro, me sentía para el c..., ¿qué iba a celebrar?”, subrayó mientras, con el dolor del caso, removía penurias del pasado.
Lo miré fijo mientras él no paraba de revolver el café negro que estaba a punto de rebalsar de la taza. Sus ojos empezaron a brillar y nada de lo que estaba ocurriendo en ese instante era por arte de magia. Había algo más dando vueltas por su cabeza.
“En mi familia son enfermos de Comercial, pero mi abuelo (Carlos Budaretto), fallecido el 1 de septiembre de 2015, era el que más sufría cuando perdía `el equipo del pueblo´, como él describía al verdiamarillo. Ese día me recibió con un abrazo y trató de consolarme, pero no podía disimular sus lágrimas, y ahí me di cuenta que yo, por haber malogrado un penal, era un poco el culpable de esa daga que el Nono tenía clavada en el corazón. Me partió el alma y me costó recuperarme, y me pese o no, es una imagen que viajará conmigo por el resto de mi vida”, sentenció emocionado y con la mano derecha tapándose la cara.
“Era mi segundo papá, vivía con nosotros, Iba a la cancha a verme, siempre me acompañó, pero nunca lo había visto tan mal”, agregó angustiado.
--Más allá de todo lo que pasó, ¿soplaste la velita, o tampoco hubo torta?
--Tuve que llamar a familiares y amigos para que no vengan, que no iba a hacer nada. La comida, que era mucha, la guardamos en el freezer y el día lo terminé a las 7 de la tarde. Me fui a dormir llorando y con mucha bronca.
--Hoy en día no se ven reacciones de ese tipo en chicos tan jóvenes.
--En la actualidad, perder un partido no es la muerte de nadie; los pibes piensan de esa manera y salen de joda y a divertirse sin el más mínimo sentido de culpa. Yo, después de una derrota, me encierro en mi habitación y no le doy bola al teléfono. En momentos como esos, en mi casa reina un silencio sepulcral, no se prende el televisor ni se habla de fútbol. Así somos.
c Con dos dirigentes que quiere mucho: su cuñada Natalia García y Nicolás Di Giorgio.
--¿Y cuando vas a trabajar?
--Si es tras una derrota, no se toca el tema. Me pasó de ir a laburar 12 horas después de perder un partido de esos que sabés que tenés que ganar y mis compañeros me pidieron “cambia la cara che”. No puedo, me amargo mal, les digo que hablen de River o del equipo que mejor anda en AFA, pero de Comercial no. Incluso, hubo madrugadas donde me puse a ver el partido completo para comprobar que hice mal y en que fallamos colectivamente. Esos tipos de partidos me revolotean por la mente dos o tres días, después vuelvo a la normalidad.
Mamá Miriam, papá Angel, su señora Jimena, su hermana Stefanía y Ambar y Brunito.
“Cuando pierde Comercial es un día perdido, lo siento de esa manera. Cuando no sufra más por una derrota, dejaré de jugar al fútbol”.
--Cuando arrancaste en el mundo de Primera, ¿también eras así?
–En esos tiempos me costaba separar al jugador del hincha. Lo vivía con mucha pasión y en mis primeros partidos me pasaba de revoluciones. Sufrí 4 o 5 expulsiones que me marcaron para siempre, que me hicieron modificar mis actos y actitudes. Me acuerdo un partido ante Libertad, a cancha llena, con público de ambos lados, que perdimos 1-0 sobre la hora. El gol lo convirtió Matías Vázquez, que no me hizo nada, pero lo fui a buscar para levantarlo por el aire de una patada. Fue pura impotencia y, encima, le dije de todo cuando estaba tirado en el piso. Me sacaron roja directa y me dieron cinco fechas de suspensión.
--Ahhh eras bravo.
--Como tenía problemas de conducta, los técnicos me fueron dejando a un lado, hasta que me di cuenta que tenía que ir a jugar y no a pelear. Aprendí que estaba vestido de jugador y en la cancha, que no podía reaccionar como si estuviera en la tribuna. En este último tiempo no me han expulsado (fueron 8 en su carrera, muchas por protestar o hablar de más), y eso se debe a que pienso como futbolista, sabiendo que tengo que respetar a los rivales, a los árbitros y a todos los que son parte de una partida futbolística dentro de un campo de juego.
Lo mejor estaba por venir
Fernando es el “hombre” Promoción. Disputó cinco, todas con Comercial: 2009 (0-1 con Villa Mitre), 2010 (eliminado por Huracán en los penales), 2011 (2-1 y 2-1 a Huracán y ascenso a la A), 2013 (2-3 con Rosario) y 2023 (1-2 con Sporting).
Entre ellas, hay una especial, imborrable en su retina y guardada como el tesoro más preciado en el baúl de los recuerdos.
“Esa vez le ganamos dos clásicos y logramos subir al círculo superior de la Liga. ¡Que fiesta!; fue la única vez que un equipo de la B mandó al descenso a uno de la A. Ese hecho fue el más saliente de mis 17 años jugando en Primera”, expresó quien desde hace 12 años se encuentra en pareja con Jimena García Fontao.
Este padre de familia vive a una cuadra del estadio comercialino, en una casa que le regaló su abuelo Carlos, a metros del lugar donde se crió: la esquina de Sisco y Plunkett.
“Cuando murió mi abuelo, esa semana no entrené. El técnico era Hernán Bel, quien me preguntó si quería jugar igual. Le respondí que sí y me fui a hacer una remera con una foto estampada y la leyenda: “Abuelo, siempre te voy a llevar en mi corazón”. El rival era Sansinena, pero yo me sentía cansado y fuera de foco. En eso, en la mitad de la cancha, a los 15 minutos, la pelota rebotó en un rival y me quedó justa para la zurda; a la carrera le di al arco y entró: golazo. Fue una de esas conquistas que nunca más volvés a repetir. Hasta los 24 años que estuve en mi casa, a mi abuelo era verlo todos los días, tomar mate y hablar de fútbol; el vivía adelante y nosotros atrás. Le debo lo que soy”.
--¿Qué te contaba?
--Uhhh... La historia de Comercial, aquellos equipos de la década del `50, lo que fue el “Manco” Gamero para el club. El siempre fue más futbolero que mi papá (Angel), sentía un orgullo gigante cuando recordaba a los comercialinos que llegaron al fútbol grande, como Ernesto Lazzatti, “Chocolate” Baley, “Torito” Quiroga y Juan Carlos Nani. Se emocionaba al evocar la participación en el Nacional del '74, el ascenso en Junín y los clásicos con Olimpo. Nunca jugó al fútbol, pero sabía un montón y le ponía mucha pasión al relato. Era escuchar historia pura.
“Todavía hoy sigo viendo en el aire aquellas memorables charlas entre mate y mate. Mi abuela (Teresa) vive en esa misma casa y cuando la voy a visitar es inevitable no hablar del abuelo. Sé que no está, pero yo lo veo siempre, caminando por el patio o programando salir para la cancha a ver a Comercial”, declara el padre de Ambar (8 años), quien a su vez es el padre de corazón de Bruno (15).
Dice que Comercial es el patio de su casa y que disfruta de ir a entrenar y de colaborar en lo que sea con la institución que lo enamoró por completo. Cumple horarios rotativos en Unipar (empresa química líder en la producción de cloro, soda cáustica y PVC en América del Sur, emplazada en el polo) y a veces llega a entrenar cuando todos sus compañeros ya se retiraron.
“Cuando salgo a las 18, voy al estadio, me cambio, hago los ejercicios que me dejó preparado el Profe y muchas veces me termino yendo a las 10 de la noche. Por Comercial no hay excusas, si tengo que ir voy, sea a la hora que sea”, exclamó quien también defendió las casacas de Bella Vista (25 cotejos y dos goles en 2014: Clausura Liguista, Federal B y Copa Argentina) y Tiro (15 juegos y un tanto en 2016: Clausura local y Federal B).
Con el aurivioleta fue campeón de la A en 2016 y con Comercial consiguió dos ascensos al círculo superior: 2011 y 2021.
--¿Qué otra locura hiciste por Comercial?
--Muchas. Ir a cortar el césped y ordenar el vestuario en épocas donde el club estaba abandonado por completo. Son funciones que no le corresponden al jugador, pero en el club y en tu casa te manejás de la misma manera: siempre los querés ver con el mejor aspecto. En 2014, el año del centenario, la pasamos realmente mal, sin agua para poder ducharnos y sin respuestas de los dirigentes. El pasto alrededor de la cancha te llegaba a la cintura, la dejadez se hacía notar y la crisis hizo que los problemas nos tapen por completo. Me dolía ver a Comercial así, no entendía porque se había venido tan abajo; hasta le llegué a tener envidia a otros clubes, que cuando ibas tenían todo acorde para que se desarrolle un partido de fútbol.
“Hoy en día Comercial tiene prestigio. El año pasado, junto a Gonzalo Gil (ex jugador del portuario), se nos ocurrió resembrar la cancha. Hicimos una pollada, la gente se copó y el proyecto dio los mejores resultados. Los dirigentes actuales (Natalia García, Nicolás Di Giorgio y el presidente Pablo Reynafé) le ponen el pecho a la situación, trabajan por y para la entidad. El club progresa por el empuje de su gente, que es poca, pero los que están lo hacen con dedicación y un enorme compromiso. Es un orgullo ver como está Comercial hoy”.
“En juveniles también me tocó entrenar solo, pero a la mañana, porque iba a la Escuela técnica y cursaba de tarde. Llegar a Primera me significó un esfuerzo considerable, practicaba con Marcelo Cela, el artífice para que mi espíritu no decaiga y siempre siga combatiendo. Gracias a él cumplí el sueño de llegar a Primera. Hubiese sido fácil largar todo, pero el `Negro´ nunca me soltó la mano. Jugué cuatro partidos en Reserva y di el salto a la mayor con 18 años”.
--Debutaste con “Coco” Torres de DT, ¿o me equivoco?
--Sí, tal cual, y Marcelo Cela era su ayudante de campo. El máximo dirigente era Fabián Dilernia y el proyecto del club estaba enfocado en que debutemos con Roque Armario --mi mejor amigo-- en Primera.
--¿Qué entrenador te forjó el carácter?
--En 2009, cuando llegó Cela al club, maduré como jugador. En 2011 una camada importante de chicos de la entidad saltamos a la cancha y respondimos. Después nos empezaron a exigir, hasta que en 2012, con un plantel jerarquizado (habían llegado como refuerzos Rodrigo Martínez, Javier Muñoz e Iván Catani) pudimos dar un zarpazo inesperado y ascender.
“Después aprendí mucho con Pablo Recalde, DT que tuve seis temporadas, aunque siempre recalco que la audacia y la perfección en el juego la conseguí con Fabián Tuya, quien hizo mucho para que yo, a partir de 2012, me consolide en Primera división”.
--Por Comercial, ¿te perdiste vacaciones o algún viaje importante?
--Me perdí de todo. Comercial maneja la agenda familiar, cuando no hay entrenamientos o partidos, programamos las salidas. Por ejemplo ahora estoy entre la espada y la pared con un viaje que le prometí a mi hija: a Buenos Aires para ir a ver "Margarita" (show teatral infantil producido por Cris Morena), el 18 de junio. Ya le saqué las entradas, es un jueves, pero como se atrasó el campeonato, el sábado 20, si todo va bien, estaríamos disputando la semifinal. En ese caso, hablé con mi señora, que enojada y bastante molesta, me dijo: “Bueno, voy sola con ella”. Son días de vacaciones de invierno, pero no me puedo ir si tengo que jugar.
--¿Siempre Comercial antes que la familia?.
--Hoy es mitad y mitad.
--No te creo.
--Por suerte mi señora es fanática Comercial y entiende que tengo que ir a entrenar o a jugar. Te doy un ejemplo: si Margarita se presentaría este sábado, se me estaría superponiendo con el partido, así que no voy. Es así, te tengo que dar la razón, siempre Comercial primero.
“En el trabajo me dan permiso, corren algunos horarios para que yo pueda ir a jugar. Hago locuras de las que después me puedo llegar a arrepentir, pero soy feliz viviendo el momento”.
--¿Y cuándo cuelgues los botines?
--Voy a seguir ligado a Comercial de por vida. Estoy haciendo el curso de técnico, pero no sé si me van a dar los tiempos para dirigir. Siempre voy a colaborar con el club, me gustaría ser parte de una Comisión Directiva o de una subcomisión de fútbol, aunque falta mucho para eso.