Abre el hotel más lujoso de Sudamérica
Construido por la compañía de seguros La Previsora, fue uno de los edificios más destacados de Bahía Blanca.
Es periodista, ingeniero civil y docente de la Universidad Nacional del Sud en materias relacionadas con el Patrimonio arquitectónico y el planeamiento urbano. Ha publicado notas en revistas Vivienda, Todo es Historia, Obras & Protagonistas y Summa +. Participa en varios micros radiales referidos a la historia de Bahía Blanca. En dos ocasiones recibió primera mención por parte de ADEPA en el rubro Cultura e Historia.
Hace 116 años, en mayo de 1909, inauguró el Hotel Sudamericano de avenida Colón y Brown, ocupando el edificio construido por la compañía de seguros La Previsora.
Concesionado a The South american hotels company, el inmueble era un verdadero aporte a la edilicia local, un estilo con toques neoclásicos y una cuidada ornamentación. Organizado en planta baja y dos pisos, el establecimiento se ubicaba entre los mejores de Sud-América, “no existiendo en Buenos Aires sino el Palace Hotel que pueda serle parangonado como elegancia y confort.
Su mobiliario era soberbio, tanto por los materiales como por el buen gusto que ha guiado su construcción. Cada habitación estaba equipada con alfombra, cama, ropero, cómoda, lavatorio, mesa de luz, mesas, sillas, cortinados, calefacción y luz eléctrica.
Por otra parte, cada espacio tenía iluminación directa, ya de la calle ó de los patios, prueba, se mencionó, “de la buena construcción del edificio”. El primer piso disponía de 55 piezas y 6 cuartos de baño, el segundo de 33 habitaciones y 5 cuartos.
En todos los pisos había juegos de vestíbulo y elegantes salitas de reunión, y un ascensor comunicando unos con otros, además de la gran escalera con su camino de alfombra.
En la planta baja se ubicaba un comedor “inmenso” y otro más pequeño para familias. Sobre calle Brown se accedía al bar. Un párrafo aparte para la cocina, espaciosa y plagada de utensilios y vajilla.
En el sótano se ubicó la máquina generadora de calor para las habitaciones y otra para calentar el agua destinada a los baños. Un segundo sótano funcionaba como bodega y despensa, llenas de comestibles y exquisitos vinos.
El lugar tuvo destino hotelero hasta fines de los 70, reconvertido luego en un centro comercial. Desde hace diez años se encuentra desocupado, vallado y en estado de ruina.