Bahía Blanca | Martes, 24 de junio

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La agonía del diez

El final de la vida de Maradona tiene, sin dudas, relación directa con una vida plagada de excesos.

Por estos días se lleva adelante el juicio por la muerte del futbolista Diego Armando Maradona, el cual no ha tenido, por suerte, quizá una difusión exagerada en modo circo.

Cinco años se van a cumplir del fallecimiento del jugador, víctima de un “edema agudo de pulmón” y de “una insuficiencia cardíaca” y, de acuerdo a los fiscales que investigaron la causa, “un desenlace que podría haberse evitado”.

Más allá de que era por todos conocida la situación del 10, de estar “internado” en una vivienda particular cuando su estado físico sugería cuidados hospitalarios. Ocurrida su muerte se estableció que sufrió “una situación de desamparo” y que estaba “librado a su suerte”.

Por eso se juzga si hubo una actuación deficiente de los profesionales que tenían a cargo su rehabilitación y desintoxicación, un grupo de ocho personas acusadas  de homicidio simple y que enfrentan posibles penas de entre 8 y 25 años de prisión.

Lo cierto es que, más allá de lo que determine la justicia, Diego estaba pagando el precio de una vida de completo desorden y de excesos. La autopsia de su cuerpo estableció un corazón “lleno de grasa”, tres litros de agua en el abdomen y signos de una larga agonía.

Los órganos pesaban casi el doble de los de una persona adulta, su masa encefálica estaba muy congestiva, los pulmones con agua acumulada a causa de la miocarditis y la cirrosis que padecía.

Por último se señaló que Maradona sufrió una larga agonía, definido así el estado de angustia y congoja de una persona al acercarse la muerte. Es decir que durante casi 12 horas nadie prestó atención a su estado, nadie se ocupó de atenderlo ni de pedir la ayuda necesaria.

Quizá la muerte del futbolista no haya sido sino una página más de su vida privada. Una consecuencia de la que no se puede culpar más que al propio jugador y de un físico que era evidente estaba con un deterioro cada día más importante

Es posible que su agonía haya comenzado varios años antes de que su corazón dejara de latir. Y que más allá que la justicia establezca culpas quizás todas las primeras piedras las haya arrojado el propio jugador.