Fue una gloria del ascenso, tocó fondo y hoy “pide” trabajo para reconquistar a su esposa
La vida de Carlos Leeb cambió por completo desde que quedó sin club tras su última experiencia en Bolivia. El exdelantero, ícono de Chacarita y Banfield, contó que hoy intenta rehacerse en medio de un escenario sin ingresos y una convivencia familiar compleja.
Durante sus años como futbolista, las lesiones marcaron su recorrido y limitaron sus posibilidades de ahorrar suficiente dinero. Su paso por Estudiantes fue breve, y recién en el Ascenso encontró continuidad. En San Martín dejó una huella profunda, que se amplió más tarde en el Taladro, donde participó del ascenso del 2001 y quedó ligado para siempre a la memoria del club.
Cuando dejó la actividad, apostó por dirigir en el exterior, en parte porque sintió que en la Argentina no tenía puertas abiertas. A su vez, admitió que una disputa dirigencial lo empujó a emigrar y que, con el tiempo, recibió señales de que no sería tenido en cuenta por la estructura del fútbol local. Así pasó por varias Ligas, con un título incluido en Bolivia que lo puso en la mira del seleccionado de ese país.
En esos destinos, los conflictos no fueron ajenos. Leeb recordó que abandonó un proyecto en Bolivia por la intromisión de un mánager y que su salida en Irán se produjo tras un choque con el dueño del club. Según contó, nunca permitió que condicionaran su trabajo, algo que a veces le jugó en contra.
Las dificultades económicas que enfrenta hoy se explican, en parte, por malas decisiones, inversiones fallidas y estafas que le fueron quitando el respaldo que había construido. El Gato también remarcó que rechazó colectas de hinchas y que solo necesita una oportunidad laboral, sin importar el rubro, para recuperar estabilidad.
En su charla con TyC Sports también repasó un episodio duro: una depresión que lo golpeó a fines de los ‘90, cuando una panadería que había montado terminó en un fraude. Según le reveló al mismo medio, en ese momento llegó a pensar en hacerse daño y buscó asistencia profesional para salir adelante.
Hoy, con 57 años, a Leeb lo preocupa, especialmente, su vida matrimonial porque si bien comparte la misma casa con su esposa, mantienen un vínculo distante, situación que afecta a toda la familia. "No sé qué va a pasar... Así se hace difícil porque los chicos escuchan y ya tengo nietos grandes que van entendiendo que los abuelos no se hablan. Es una situación que me cuesta. Me encantaría reconquistarla, pero sí, yo pienso que si consigo laburo me voy. Me voy porque va a ser mejor para todos. Porque es incómodo también para mis hijas que vienen a visitar", aseguró.
Por último, compartió un pedido desesperado para tener ingresos: "Yo necesito laburo, no tiene que estar relacionado al fútbol, no importa. Agarro lo que sea. Mucha gente me dice, 'no Gato, como vas a agarrar otra cosa que no sea de técnico', pero yo hice carrera afuera, desaparecí 16 años del fútbol de acá... Y tengo que trabajar".